Girl, You're Not Invisible

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Girl, You're Not Invisible Page 4

by Johanna Doval


  — Deberíamos irnos a comer, ¿no?...se nos hará tarde. 

  Joseph se sintió desorientado por lo que casi había hecho. ¿Qué le pasaba?...había estado a punto de besarla, ¿qué sucedía con la promesa que le había hecho a Lisa antes de salir?

  — Si…vámonos. 

  Las siguientes dos horas, lo único que hicieron fue ir a comer a un restaurante de comida chatarra, y conversar. Lindsey tenía razón, el haber salido de la casa le había devuelto un poco la felicidad al cuerpo. No paraban de reírse al recordar historias del pasado y se maravillaban al darse cuenta de cómo habían crecido, y cuanto se habían extrañado. 

  Al terminar de comer, fueron a dar más vueltas por ahí…caminaron, y corrieron por la calle como dos niños pequeños, y cuando no había nada que decir, se sonreían mutuamente. 

  — Me he divertido tanto esta noche — dijo Gerard maravillado. 

  — Me alegro — sonrío ella. — verte feliz, es muy importante para mí.

  Gerard se detuvo en secó y la observó extrañado. 

  — ¿Qué sucede? — preguntó Lindsey.

  — No lo sé, siento como si actuaras como una persona que yo ya conozco. 

  — ¿Cómo quién? — inquirió ella con una sonrisa. 

  La observó por otro segundo y casi pudo sentir que Lisa estaba parada frente a él. 

  — Será mejor que nos vayamos a casa... — dijo Gee cambiando el tema. 

  — Bueno, vámonos…

  Volvieron a casa de Gerard en un abrir y cerrar de ojos, pero antes de entrar acompañó a Lindsey hasta su casa, la cual quedaba justo en frente de la suya. Ambos guardaron silencio por un momento, hasta que ella se atrevió a hablar. 

  — ¿Quieres salir otro día?

  — No sé…tal vez. 

  — Ah, entiendo — dijo con un claro tono de desilusión en su voz. — supongo que ya es tarde, debería entrar. 

  — Si, lo mismo haré yo. 

  Lindsey hizo un ademán de meterse en su casa, pero sin esperarlo, Gerard abarcó su rostro entre sus manos y la besó de manera extra delicada. Él no podía comprenderlo, pero besarla se sentía como la sensación de besar a Lisa. 

  Cuando se apartó de su boca, observó los conmocionados ojos de Lindsey brillando en la oscuridad, y luego vio expresión de miedo en estos mismos. 

  — ¿Qué sucede? — preguntó al notar que ella observaba al frente en dirección a su casa. 

  — Yo….yo, acabo…acabo de ver a Lisa parada allá al frente, y luego desapareció de la nada…

  — ¿Qué? — dijo Gee volviendo al vista hacia donde Lindsey miraba, no había rastro de su ángel por ningún lado. 

  — ¿Qué fue eso, Gee? — preguntó aterrorizada. 

  — Nada…no sé qué hayas visto, pero tal vez fue sólo tu imaginación, yo debo irme; mañana trataré de venir a verte…ahora entra. 

  Ella no dudó en marcharse rápidamente, y cuando hubo desaparecido Gerard corrió hasta su casa. No había nadie, se encontró con una nota en la cocina que decía que habían salido a ver una película y que volvían en unas horas. Joseph no le dio importancia y corrió hasta su habitación, entró en ella sin encender la luz, y observó todos los rincones. 

  — ¡Lisie! ¿Dónde estás?

  Esta vez no tuvo que insistir, porque ella se apareció frente a él sin demora. 

  — Bien hecho…— le dijo su ángel con una cálida sonrisa. 

  — No…no entiendes, amor. ¡Fue un impulso!, ni siquiera sé porque la besé. 

  — No importan los impulsos, Gee. Hoy te vi ser el chico más feliz del mundo…sé que Lindsey va a cuidarte bien. 

  — ¿Por qué suenas a despedida?

  — Es una despedida — le dijo con pesar. 

  — No…por favor no — suplicó Joe mientras sentía que sus ojos se llenaban de lágrimas. 

  — No llores, amor…me haces esto más difícil — rio ella con poca gracia. 

  — No puedes dejarme, Lisie. No puedes…

  — Cumplí con mi tarea…— suspiró ella con lágrimas en los ojos. 

  — Pero yo no estoy enamorado de Lindsey…

  — Mi tarea no era enamorarte, Lisie. Era lograr hacerte feliz…y fuiste feliz esta noche; no puedo pedir nada más…ya es hora de irme…

  — ¿Y qué se supone que haré yo sin ti? — inquirió él desesperado. 

  — Ser feliz…de la misma manera en que lo fuiste hoy, yo te estaré viendo siempre, aunque no puedas verme. 

  — Pero tú no eres invisible para mí…no quiero que seas invisible, quiero verte siempre, y saber que estás aquí. — No puedo hacer eso…me hubiera encantado que las cosas funcionaran y nunca hubiera sucedido esto; pero ya es tarde…

  — No me dejes, angelito…por lo que más quieras no me dejes. 

  — Lo que más quiero, está ahora en las mejores manos…adiós, Gee…por favor recuerda que siempre te amaré. 

  Luego de eso, desapareció por última vez ante sus ojos. Gerard comenzó a llorar desesperado, se dejó caer contra el piso sintiéndose totalmente vacío. La había perdido, ahora si no volvería a verla, el dolor que se acumuló en su pecho fue insoportable. Lloró hasta que los ojos comenzaron a arderle y cuando finalmente las lágrimas cesaron, se levantó del piso y caminó hasta la habitación de sus padres. Aún se encontraba solo, y por eso nadie podría detenerlo. Rebuscó entre los cajones de su papá y halló lo que ansiaba, una pistola que su papá guardaba en caso de emergencias. Comprobó que estaba cargada y aún con ella en la mano volvió a su habitación, se sentó en la cama y observó el retrato de Lisa una vez más; aquello era el final y el inicio una vida eterna junto a ella. Con la mano tiritando de nerviosismo se llevó el cañón del arma hasta la sien y murmuró por última vez: “— Te amo, Lisie —“. Luego apretó el gatillo y con un estruendoso sonido, todo acabó.

   

  Gerard se encontró sumido en medio de una completa oscuridad.. Lo había hecho…de verdad lo había hecho. De pronto la oscuridad que lo rodeaba fue desapareciendo y observó la habitación, pero sobre todo observó su propio cuerpo tirado sobre la cama con la pistola en la mano. Aquella escena era horrible, de verdad había acabado con su vida…

  No quería seguir ahí, no podía soportar verse...a si mismo muerto. Pero… ¿hacia dónde se dirigía ahora?, se sentía totalmente desorientado, y un poco asustado. Cerró los ojos y comenzó a suplicar por ayuda; y sorprendentemente cuando los abrió se encontró de nuevo en medio de la oscuridad, aquello no parecía mejor que lo otro. 

  Sin embargo, una luz comenzó a divisarse a lo lejos, ¿acaso sería el túnel del que todos hablaban?... ¿sería su paso hacia la muerte?; no quiso caminar hasta ahí por temor a lo que sería…pero no fue necesario, porque la luz comenzó a acercarse. Gerard comenzó a retroceder por instinto, pero se detuvo al notar que la luz parecía más una persona que esta misma; luego pudo definir que se trataba de una preciosa chica que conocía muy bien. Llevaba un precioso vestido blanco, el cabello suelto y los pies descalzos. Gerard sonrió al verla, mas ella no le devolvió la sonrisa y paró a unos metros de él. 

  — ¿Cómo pudiste hacerlo? — musitó Lisa con la voz a punto de quebrarse. 

  — Te dije que no podías dejarme, sin embargo lo hiciste…

  — Tenía que irme, Gee… ¿por qué no quisiste hacer caso?

  — Porque, aunque tú vieras por un segundo que sonrío…por dentro me seguía muriendo. ¿Acaso nunca vas a entender?...si tú no estás conmigo, yo no tenía por qué seguir viviendo…

  — No te comprendo — le dijo Lisa. — acabaste con tu vida, y acabas de destruir la de tu familia…

  — Mi familia no me comprendía lo suficiente, creo que sabes mejor que nadie todas las noches que lloré por ti…

  — Pero eso no te daba derecho a quitarte la vida —continuó ella, llorando. 

  — Mi amor… ¿de verdad creías que iba a ser feliz otra vez?

  — Esa era mi tarea a cumplir — respondió ella entre sollozos — y fue en vano, porque acabas de terminar con todo por
ti mismo. 

  — ¿Cómo has podido ser tan ingenua? — musitó Gerard, viéndola fijamente. Ella paró de llorar, sin comprender sus palabras. 

  — ¿A qué te refieres?

  — Yo nunca jamás iba a ser feliz…no si no te tenía a mi lado, ¿puedes tú comprender eso?

  — Me cuesta…arruinaste la vida de tu familia por querer estar conmigo… ¿cómo se supone que comprenda eso?

  — En este momento, lo que menos me importaba era mi familia, no podía seguir viviendo con el miedo de no volver a verte jamás. Así que, aquí estoy. 

  — Dicho de esa manera…suena como el acto de amor más hermoso que alguien puede haber hecho. 

  — ¿Recuerdas que cuando te pedí que te casaras conmigo, te dije que quería estar para siempre a tu lado…?

  — Sí…— murmuró Lisa con una sonrisa. 

  — ¿Cómo podría sacar de mi mente esa idea?...sigo queriendo estar contigo para siempre, y sólo contigo. Lindsey era hermosa, y me recordaba mucho a ti por las cosas que hicimos…pero no eres tú. Yo sólo puedo tener un ángel, y ese está aquí parado frente a mí.

  Lisa sonrío maravillada ante la dulzura de sus palabras, estaba molesta con él por lo que había hecho, pero no podía ocultar lo emotiva que la ponían sus declaraciones. 

  —Así que…amor — prosiguió Gee, avanzando lentamente hacia ella. Todo alrededor continuaba en penumbras, pero ella brillaba en la oscuridad. — ¿querrás pasar el resto de la eternidad conmigo?

  — La vida pasada…la siguiente, y el resto de la eternidad…— le respondió con una bella sonrisa a medida que la distancia entre ambos disminuía. 

  — ¿Podré tocarte ahora? — volvió a preguntar Gerard, sin dejar de avanzar a paso lento. 

  — Deberías averiguarlo por ti mismo…

  Él sonrió y continuó acercándose, sin embargo ella lo detuvo prosiguiendo con sus palabras. 

  — Pero antes…— le dijo deteniéndolo, Gerard paró a solo unos pasos de distancia. — Creo que antes deberías despertar…

  Entonces se desvaneció dejando todo a oscuras otra vez. 

  Segundos después comenzó a escuchar una serie de ruidos extraños a su alrededor, sin esperarlo…sus ojos comenzaron a abrirse y la luz lo golpeó de lleno. Le costó adaptarlos al lugar en donde se encontraba, y cuando logró hacerlo comenzó a divisar paredes blancas en todos lados, y un agudo sonido que parecía seguir un ritmo seguido. Se sentía aturdido, como si algo le hubiera golpeado en la cabeza, y su cuerpo estaba muy adolorido. 

  — ¿Puede escucharme? — definió la voz de un hombre a su lado, Gerard se esforzó por asentir. — Quédese tranquilo, vamos a examinarlo…

  — ¿Dónde…dónde estoy? — preguntó confundido. 

  — Usted se encuentra en el hospital — le dijo revisando el monitor cardiaco — estuvo en un accidente hace varios días…

  — ¿Accidente? — volvió a preguntar sin comprender, aún se sentía muy aturdido. 

  — Así es, amigo. Estuvo un coma todo este tiempo…

  — ¿Qué? — preguntó otra vez totalmente nervioso, la máquina que controlaba sus latidos se aceleró y el doctor trato de calmarlo. Si aquello era verdad… ¿dónde estaba Lisie?

  — Trate de relajarse, por favor. 

  — ¡Lisie!... ¿dónde está Lisie?, ¡necesito verla, por favor dígame que está bien! 

  — Cálmese joven, en su estado no puede alterarse…

  — ¡No estoy alterado!...sólo necesito saber que mi novia está bien…— le dijo Gerard desesperado, a punto de romper a llorar. 

  Observó al médico alejarse de su lado e inyectarle algo a través del venoclisis. 

  — ¿Qué va a hacerme? — inquirió asustado. 

  — Le aplicaré un sedante por un rato, esto lo hará dormir…

  — ¡Yo no quiero dormir! Sólo dígame dónde está mi novia, necesito saber que está bien…

  El médico no hizo caso a sus súplicas, y sólo en unos segundos el sueño comenzó a apoderarse de él, intentó no dormirse, pero el cansancio que se apoderó de su cuerpo fue más fuerte, y terminó cerrando los ojos. 

  Cuando la conciencia volvió a él, se encontró solo en aquella habitación blanca, el monitor cardiaco indicaba sus latidos a una velocidad moderada y continua. Llevó su mirada hasta sus brazos, sentía el cuerpo molido, y se dio cuenta de que tenía sus extremidades superiores repletas de moretones, y parte del brazo izquierdo vendado. Sus piernas también dolían, y su espalda sufría de lo mismo. 

  De pronto, se dio cuenta de que aún no sabía nada de su novia. ¿Cómo había llegado hasta ahí?, ¿qué había sucedido con Lindsey, su ángel y el suicidio? no entendía nada, sólo quería salir corriendo de esa cama y buscar a Lisa. 

  Entonces, la puerta de la habitación comenzó a abrirse lentamente, y ante él apareció como un sueño Lisa Marie, con los ojos brillantes al verlo despierto. 

  — Hola…— musitó ella, nerviosa mientras cerraba a sus espaldas.

  Gerard la siguió con la mirada sin pestañar, se acercó nerviosa hasta su lado y le sonrió. 

  — ¿Te sientes bien? — preguntó extendiendo su mano hasta la suya y rozándola suavemente. Entonces Gerard rompió a llorar. — ¿Por qué lloras, bebé?... ¿te duele algo? — inquirió asustada, mientras arrastraba una silla hasta el lado de la cama y se sentaba para poder acariciar su mano. 

  — Creí que no volvería a verte…—musitó Gerard, aferrándose fuertemente a ella. 

  — ¿Por qué ibas a pensar eso?, yo sabía que ibas a estar bien…eres mi chico fuerte. — le dijo sonriendo. 

  — Ven… — murmuró él haciendo espacio en la cama — recuéstate conmigo. 

  — ¿Y si viene alguien?

  — No me interesa, sólo quiero sentirte a mi lado…

  Lisa sonrió e hizo lo que le pedía, se recostó con cuidado a su lado, tratando de no hacerle daño, y lo rodeó con un brazo. Gerard llevó su mano hasta su rostro y le acarició la mejilla con el pulgar, deleitándose con la sensación de tocar su piel. 

  — De no ser por ti, tal vez no estaría viva ahora…— confesó ella mirándolo a los ojos. 

  — ¿A qué te refieres?

  — Te atropellaron por evitar que me atropellaran a mí; me fui de tu casa…iba cruzando por un paso de cebra, y un auto venía directo a impactarme, pero entonces oí tu voz gritándome, te abalanzaste contra mí sacándome del camino, y tú recibiste el impacto…— le contó con los ojos llenos de lágrimas — me salvaste la vida. Dios santo, tuve tanto miedo esa noche…creí que no sobrevivirías, pero estaba segura que estarías bien, porque tú nunca te atreverías a dejarme sola. He pasado todos estos días aquí esperando a que despertarás…me dejaban entrar por las noches, me acostaba de esta misma manera aferrándome a ti y te cantaba, y te hablaba con la esperanza de que por favor abrieras los ojos. 

  — Por supuesto que no iba a dejarte, no me hubiera permitido hacerlo…— murmuró él rozando su nariz contra la suya. — Soñé contigo todos estos días…

  — ¿Conmigo?... ¿qué soñabas?

  — Pesadillas, donde tú tenías que irte de mi lado…

  — ¿Yo irme de tu lado? — rió ella besando delicadamente su nariz — ni que estuviera loca…

  — ¿Pasarás entonces el resto de la eternidad junto a mí?

  — Esta vida, la siguiente…y toda la eternidad — sonrió Lisa, Gerard llevó su mano hasta la de ella y acarició con el dedo el anillo que decoraba el suyo. — Te amo, angelito mío…

  — ¿Yo ángel tuyo? — inquirió sonriendo. 

  — Por supuesto…siempre estás ahí para protegerme…

  — Y te juro que siempre lo estaré…te amo — agregó finalmente, para luego encontrarse con su boca en un esperado beso. Ambos suspiraron felices ante aquella caricia, sentían que habían pasado mucho tiempo sin el calor del otro, y aquello era un reencuentro. Estarían juntos para siempre…porque ni la misma muerte podría separarlos…

  THE END

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  Para más información sobr
e el autor: Johanna Doval

 


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