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B00CMDZOCW EBOK Page 26

by Bolaño, Roberto

parpadea Tú y yo en una cama ¡allí estamos! observando

  las paredes blancas —dos perfiles que se continúan— ayudados

  por la luz de la calle y por la luz de nuestros corazones fríos

  que se niegan a morir

  IN SOME ENORMOUS DRY PLACE, 1949

  You and I comfortably dressed observing the straight line

  while clouds race through the sky like in the movie

  you sometimes dream of making You and I childless observing

  the straight line between two yellows which were once

  the yellow mass and we’ll never know what the hell they’ll

  turn into (nor do we care!) You and I in a rented house

  sitting by the bay window the truth is you say I could

  cry all afternoon the truth is I’m not hungry and yes

  I’m a little scared of getting drunk again sitting by

  a tall bay window, right? while behind us

  birds jump branch to branch and the kitchen light

  flickers You and I in a bed, there we are! observing

  the white walls — two silhouettes that carry on — assisted

  by the light of the street and by the light of our cold hearts

  that refuse to die

  LA SUERTE

  Él venía de una semana de trabajo en el campo

  en casa de un hijo de puta y era diciembre o enero,

  no lo recuerdo, pero hacía frío y al llegar a Barcelona la nieve

  comenzó a caer y él tomó el metro y llegó hasta la esquina

  de la casa de su amiga y la llamó por teléfono para que

  bajara y viera la nieve. Una noche hermosa, sin duda,

  y su amiga lo invitó a tomar café y luego hicieron el amor

  y conversaron y mucho después él se quedó dormido y soñó

  que llegaba a una casa en el campo y caía la nieve

  detrás de la casa, detrás de las montañas caía la nieve

  y él se encontraba atrapado en el valle y llamaba por teléfono

  a su amiga y la voz fría (¡fría pero amable!) le decía

  que de ese hoyo inmaculado no salía ni el más valiente

  a menos que tuviera mucha suerte

  LUCK

  He was coming back from a week of work in the country

  at the home of a real asshole and it was December or January,

  I don’t remember, but it was cold and on arriving in Barcelona the snow

  began to fall and he took the metro and rode to the corner

  where his friend lived and called her on the phone so she’d

  come down and see the snow. A beautiful night, without a doubt,

  and his friend invited him to have a cup of coffee and then they made love

  and talked and much later he was asleep and dreamt

  he was arriving at a house in the country and the snow was falling

  behind the house, behind the mountains, the snow was falling

  and he found himself trapped in the valley and calling his friend

  on the phone and the cold voice (cold but friendly!) told him

  from this immaculate grave not even the bravest could leave

  unless he were very lucky

  NUEVE POEMAS

  NINE POEMS

  Procura no dormir, Roberto, me digo . . . Aunque el sueño te cierre

  los párpados, procura no quedarte dormido . . . Recuerda imágenes felices,

  los cromos de México D.F., los poetas de hierro en el Café La Habana . . .

  Pero no te duermas . . .

  No dejes que el sueño cierre la puerta . . . Piensa en películas de terror: Freddy,

  Jason, Norman, ¡el Demonio! . . . Pero no te duermas . . . Piensa en Drácula,

  en Frankenstein, en el Doctor Sinuoso . . . Las sombras que recorrían

  los párpados de aquella muchacha . . . Tirada sobre un sofá-cama . . . Y sólo

  un biombo de seda la separaba de los Ojos . . . Recuerda adolescentes vagando

  por los alrededores de Guadalupe: los tacos de carnita, el manto

  de Juan Diego, los implorantes de rodillas . . . ¿Qué hacías allí? Mirabas . . .

  El tráfico de mota, los autobuses repletos, las tiendas de electrodomésticos,

  los bares . . . Como entonces, haz un esfuerzo y vence al sueño . . . No dejes

  que las sombras cierren (o abran) las puertas . . .

  Try not to sleep, Roberto, I tell myself . . . Even if sleep closes your

  eyelids, try not to stay asleep . . . Remember happy images,

  Mexico City trading cards, the iron poets in Café La Habana . . .

  But don’t fall asleep . . .

  Don’t let sleep close the door . . . Think of horror flicks: Freddy,

  Jason, Norman, the Devil! . . . But don’t fall asleep . . . Think of Dracula,

  of Frankenstein, of the Crooked Doctor . . . Shadows traversing

  the eyelids of that girl . . . sprawled on a sofa bed . . . And only

  a silk screen between her and the Eyes . . . Remember teenagers wandering

  Guadalupe’s outskirts: tacos de carnita, Juan Diego’s

  cloak, beggars on their knees . . . What were you doing there? You were watching . . .

  Pot dealing, packed buses, appliance stores,

  bars . . . Like you did back then, make an effort and defeat sleep . . . Don’t let

  the shadows close (or open) the doors . . .

  La muerte es un automóvil con dos o tres amigos lejanos. Rostros

  que no puedo olvidar: cerúleos, fríos, a un paso tan sólo del atardecer.

  La muerte es un automóvil en marcha por las avenidas de Ciudad de México

  buscando inútilmente tu casa: una estela de carbón, una cola de

  carbón, unos dedos de carbón que se hunden en la oscuridad. La muerte

  son los labios de R. B. y L. J. en el asiento posterior de un pesero: ahora sé

  que de esas avenidas no escapa nadie. Te lo dejo como prenda:

  el final de mi infancia.

  Death is an automobile with two or three distant friends. Faces

  I can’t forget: cerulean, cold, just one step away from dusk.

  Death is an automobile out driving the avenues of Mexico City

  uselessly searching for your house: a carbon trail, a carbon

  tail, carbon fingers sinking into darkness. Death

  is R.B. and L.J.’s lips in the backseat of a minibus: now I know

  no one escapes those avenues. I’ll leave it as collateral:

  the end of my childhood.

  La vi caminar calle abajo. El viento pasaba por encima de ella: movía

  las hojas de los árboles y la ropa tendida, pero su pelo parecía

  el de una estatua. Calle abajo, con pasos regulares, en línea recta

  hacia el azul del cruce. Luego ya no la vi más. Cerré los ojos y recordé

  a una muchacha tirada sobre una estera en el rincón de un cuarto

  oscuro, como un garaje . . . Hola, dije, acabo de llegar y no conozco a nadie

  en este pueblo encantador . . . El viento golpeó la puerta, removió las ventanas:

  su sombra, como una peonza, se perdió en el cruce, imperturbable. Sólo entonces

  me di cuenta de que había llegado a la Ciudad Fantasma. Helado, cerré

  los ojos y volví a verla . . . Reina de los reflejos . . . Reina de las calles que descienden . . .

  I saw her walking down the street. Wind passed over her: it was moving

  the leaves on the trees and the hanging clothes, but her hair looked

  like a statue’s. Down the street, with steady steps, in a straight line

  toward the blue of the crossroads. Then I didn’t see her anymore. I closed my eyes and remembered

  a girl sprawled on a straw mat in the corner of a dark />
  room, like a garage . . . Hello, I said, I just got here and I don’t know anyone

  in this charming village . . . Wind knocked at the door, shook the windows:

  her shadow, like a spinning top, got lost in the crossroads, unfazed. Only then

  did I realize I’d arrived in Ghost City. Frozen, I closed

  my eyes and saw her again . . . Queen of reflections . . . Queen of descending streets . . .

  En coches perdidos, con dos o tres amigos lejanos, vimos de cerca

  a la muerte.

  Borrachos y sucios, al despertar, en suburbios pintados de amarillo,

  vimos a la Pelona bajo la sombra de un tenderete.

  ¡Qué clase de duelo es éste!, gritó mi amigo.

  La vimos desaparecer y aparecer como una estatua griega.

  La vimos estirarse.

  Pero sobre todo la vimos fundirse con las colinas y el horizonte.

  In lost cars, with two or three distant friends — we saw

  Death up close.

  Drunk and dirty, waking up, in yellow-painted suburbs,

  we saw Death in the shade of a market stall.

  What kind of match-up is this! my friend shouted.

  We saw Her disappear and appear like a Greek statue.

  We saw Her stretch.

  But mainly we saw Her melt away into the hills and the horizon.

  Cada día los veo, junto a sus motos, en el otro lado del río.

  Con buen o mal tiempo ellos siempre están ahí, confabulando

  o jugando a ser estatuas. Bajo las nubes y bajo las sombras:

  nunca cambian. Esperan y desesperan, dicen las viejitas en este lado

  del río. Pero se equivocan: nada esperan, su serenidad metálica

  es la bandera secreta de su pueblo.

  I see them every day, with their motorbikes, on the other side of the river.

  In good weather or bad they’re always there, plotting

  or pretending to be statues. Beneath the clouds and beneath the shadows:

  they never change. They hope and give up hope, say the little old ladies on this side

  of the river. But they’re mistaken: they hope for nothing, their metallic serenity

  is the secret flag of their people.

  Llegué a los Estadios con mucho frío, patrón, y los Estadios

  comenzaron a moverse.

  Llovía a cántaros y yo estaba parado en una esquina, que es

  como decir que estaba parado en medio del desierto

  y los Estadios se alejaban de aquel lugar para no volver.

  ¿Se mueven por el Sonido?, me pregunté.

  ¿Y hacia dónde se dirigen, hacia donde el Sonido disponga?

  Tenía frío y tenía miedo, patrón, pero comprendí

  que los Estadios, los compartimentos estancos,

  marchaban de cabeza rumbo al pasado.

  Todo lo que un día poseímos o quisimos poseer

  marchaba de cabeza rumbo al pasado.

  Después cesó la lluvia, patrón, y en el horizonte

  aparecieron las agujas.

  When I got to the Stadiums, I was really cold, boss, and the Stadiums

  started moving.

  It was raining buckets and I was standing on a corner, which is

  like saying I was standing in the middle of the desert

  and the Stadiums were moving away from that place for good.

  Are they moving because of Sound? I asked myself.

  And where are they going? to wherever Sound orders them?

  I was cold and I was scared, boss, but I understood

  that the Stadiums, the watertight compartments,

  were marching headlong into the past.

  Everything we’d once possessed or wanted to possess

  was marching headlong into the past.

  Then the rain stopped, boss, and on the horizon

  steeples appeared.

  En la película de la tele el gángster toma un avión

  que se eleva lentamente contra un atardecer en blanco y negro.

  Sentado en tu sillón mueves la cabeza: en la ventana

  ves el mismo atardecer, las mismas nubes en blanco

  y negro. Te levantas y pegas las manos en el cristal:

  el reactor del gángster se abre paso entre las nubes,

  nubes increíblemente hermosas, ondas de la cabellera

  de tu primer amor, labios ideales que formulan

  una promesa para ti, pero que no entiendes.

  La imagen que se desplaza por el cielo, la imagen

  del televisor, son idénticas, el mismo anhelo, la misma

  mirada. Y sin embargo tiemblas y no entiendes.

  In the TV movie the gangster hops a plane

  that takes off slowly against a black and white dusk.

  Seated in your armchair you turn your head: in the window

  you see the same dusk, the same black and white

  clouds. You get up and press your hands against the glass:

  the gangster’s jet parts the clouds,

  incredibly beautiful clouds, waves in your

  first love’s hair, idyllic lips that mouth

  a promise meant for you, but that you don’t understand.

  The image moving through the sky, the image

  on the television, are identical: the same longing, the same

  look. And still you tremble and don’t understand.

  Volví en sueños al país de la infancia. En el cielo

  había una espada azul. Una gran espada azul sobrevolando

  los tejados marrones y rojos de Quilpué.

  Entré caminando, con las manos en los bolsillos, y busqué

  las viejas películas: el riachuelo, el caballo, la plaza

  cubierta de hojas, el porche de mi casa. No vi

  a nadie. Hasta el Duque había desaparecido.

  De alguna manera intuí que el pueblo había entrado

  en una suerte de operación geométrica sin fin. La espada

  se reproducía en el cielo mas siempre era una e indivisible.

  In dreams I returned to my childhood country. In the sky

  there was a blue sword. A great blue sword flying above

  the brown and red roofs of Quilpué.

  I entered on foot, with my hands in my pockets, and searched

  for the old films: the brook, the horse, the plaza

  covered in leaves, my house’s porch. I didn’t

  see anyone. Even the Duke had disappeared.

  Somehow I sensed that the town had entered

  a kind of endless geometric operation. The sword

  was multiplying in the sky, but was always one and indivisible.

  EL ÚLTIMO SALVAJE

  1

  Salí de la última función a las calles vacías. El esqueleto

  pasó junto a mí, temblando, colgado del asta

  de un camión de basura. Grandes gorros amarillos

  ocultaban el rostro de los basureros, aun así creí reconocerlo:

  un viejo amigo. ¡Aquí estamos!, me dije a mí mismo

  unas doscientas veces,

  hasta que el camión desapareció en una esquina.

  2

  No tenía adónde ir. Durante mucho tiempo

  vagué por los alrededores del cine

  buscando una cafetería, un bar abierto.

  Todo estaba cerrado, puertas y contraventanas, pero

  lo más curioso era que los edificios parecían vacíos, como

  si la gente ya no viviera allí. No tenía nada que hacer

  salvo dar vueltas y recordar

  pero incluso la memoria comenzó a fallarme.

  3

  Me vi a mí mismo como «El Último Salvaje» montado en

  una motocicleta blanca, recorriendo los caminos

  de Baja California. A mi izquierda el mar, a mi derecha el mar,

  y en mi centro la caja llena de imágenes que paulatinamente

  se iban desvaneciendo. ¿Al final la caja quedar�
�a vacía?

  ¿Al final la moto se iría junto con las nubes?

  ¿Al final Baja California y «El Último Salvaje» se fundirían

  con el Universo, con la Nada?

  4

  Creí reconocerlo: debajo del gorro amarillo de basurero un amigo

  de la juventud. Nunca quieto. Nunca demasiado tiempo en un solo

  registro. De sus ojos oscuros decían los poetas: son como dos volantines

  suspendidos sobre la ciudad. Sin duda el más valiente. Y sus ojos

  como dos volantines negros en la noche negra. Colgado

  del asta del camión el esqueleto bailaba con la letra de nuestra

  juventud. El esqueleto bailaba con los volantines y con las sombras.

  5

  Las calles estaban vacías. Tenía frío y en mi cerebro se sucedían

  las escenas de «El Último Salvaje». Una película de acción, con trampa:

  las cosas sólo ocurrían aparentemente. En el fondo: un valle quieto,

  petrificado, a salvo del viento y de la historia. Las motos, el fuego

  de las ametralladoras, los sabotajes, los 300 terroristas muertos, en realidad

  estaban hechos de una sustancia más leve que los sueños. Resplandor

  visto y no visto. Ojo visto y no visto. Hasta que la pantalla

  volvió al blanco, y salí a la calle.

  6

  Los alrededores del cine, los edificios, los árboles, los buzones de correo,

  las bocas del alcantarillado, todo parecía más grande que antes

  de ver la película. Los artesonados eran como calles suspendidas en el aire.

  ¿Había salido de una película de la fijeza y entrado en una ciudad

  de gigantes? Por un momento creí que los volúmenes y las perspectivas

  enloquecían. Una locura natural. Sin aristas. ¡Incluso mi ropa

  había sido objeto de una mutación! Temblando, metí las manos

  en los bolsillos de mi guerrera negra y eché a andar.

  7

  Seguí el rastro de los camiones de basura sin saber a ciencia cierta

 

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