by Octavio Paz
sus trabajos subterráneos,
sus ritos feroces. Inmerso en la luz cruel,
expiaba mi cuerpo-hormiguero, espiaba
la febril construcción de mi ruina.
Élitros: el afilado canto del insecto
corta las yerbas secas. Cactos minerales,
lagartijas de azogue en los muros de adobe,
el pájaro que perfora el espacio,
sed, tedio, tolvaneras,
impalpables epifanías del viento.
Los pinos me enseñaron a hablar solo.
En aquel jardín aprendí a despedirme.
Después no hubo jardines Un día,
como si regresara, no a mi casa,
al comienzo del Comienzo, llegué a una claridad.
Espacio hecho de aire para los juegos pasionales
del agua y de la luz. Diáfanas convergencias:
del gorjeo del verde al azul más húmedo
al gris entre brasas al más llagado rosa
al oro desenterrado. Oí un rumor verdinegro
brotar del centro de la noche: el nim. El cielo,
con todas sus joyas bárbaras, sobre sus hombros.
El calor era una mano inmensa que se cerraba,
se oía el jadeo de las raíces,
la dilatación del espacio,
el desmoronamiento del año. El árbol no cedía.
Grande como el monumento a la paciencia,
justo como la balanza que pesa
la gota de rocío,
el grano de luz,
el instante.
Entre sus brazos cabían muchas lunas.
Casa de las ardillas, mesón de los mirlos.
La fuerza es fidelidad, el poder acatamiento:
nadie acaba en sí mismo, un todo es cada uno
en otro todo, en otro uno.
El otro está en el uno, el uno es otro:
somos constelaciones. El nim, enorme,
sabía ser pequeño. A sus pies
supe que estaba vivo, supe
que morir es ensancharse, negarse es crecer.
Aprendí, en la fraternidad de los árboles,
a reconciliarme, no conmigo:
con lo que me levanta, me sostiene, me deja caer.
Me crucé con una muchacha. Sus ojos:
el pacto del sol de verano con el sol de otoño.
Partidaria de acróbatas, astrónomos, camelleros.
Yo de fareros, lógicos, sadhúes. Nuestros cuerpos
se hablaron, se juntaron y se fueron.
Nosotros nos fuimos con ellos Era el monzón.
Cielos de yerba machacada y el viento en armas
por las encrucijadas. Por la niña del cuento,
marinera de un estanque en borrasca,
la llamé Almendrita. No un nombre:
un velero intrépido. Llovía,
la tierra se vestía y así se desnudaba,
las serpientes salían de sus hoyos,
la luna era de agua, el sol era de agua,
el cielo se destrenzaba,
sus trenzas eran ríos desatados,
los ríos tragaban pueblos,
muerte y vida se confundían,
amasijo de lodo y de sol,
estación de lujuria y pestilencia,
estación del rayo sobre el árbol de sándalo,
tronchados astros genitales pudriéndose
resucitando en tu vagina, madre India,
India niña,
empapada de savia, semen, jugos, venenos.
A la casa le brotaron escamas. Almendrita:
llama intacta entre el culebreo y el ventarrón,
en la noche de hojas de banano ascua verde,
hamadríada, yakshi:
risas en el matorral,
manojo de albores en la espesura, más música
que cuerpo, más fuga de pájaro que música,
más mujer que pájaro: sol tu vientre,
sol en el agua, agua de sol en la jarra,
grano de girasol que yo planté en mi pecho,
ágata, mazorca de llamas en el jardín de huesos.
Chuang-tse le pidió al cielo sus luminarias,
sus címbalos al viento, para sus funerales.
Nosotros le pedimos al nim que nos casara.
Un jardín no es un lugar: es un tránsito,
una pasión. No sabemos hacia dónde vamos,
transcurrir es suficiente, transcurrir es quedarse:
una vertiginosa inmovilidad. Las estaciones,
oleaje de los meses. Cada invierno
una terraza sobre el año. Luz bien templada,
resonancias, transparencias, esculturas de aire
disipadas apenas pronunciadas: ¡sílabas,
islas afortunadas! Engastado en la yerba
el gato Demóstenes es un carbón luminoso,
la gata Semíramis persigue quimeras, acecha
reflejos, sombras, ecos. Arriba,
sarcasmos de cuervos; el urogallo y su hembra,
príncipes desterrados; la upupa,
pico y penacho, un alfiler engalanado;
la verde artillería de los pericos;
los murciélagos color de anochecer.
En el cielo liso, fijo, vacío,
el milano dibuja y borra círculos.
Ahora, quieto
sobre la arista de una ola:
un albatros, peñasco de espuma.
Instantáneo, se dispersa en alas.
No estamos lejos de Durban (allí estudió Pessoa).
Cruzamos un petrolero. Iba a Mombasa,
ese puerto con nombre de fruta. (En mi sangre:
Camoens, Vasco de Gama y los otros . . .)
El jardín se ha quedado atrás. ¿Atrás o adelante?
No hay más jardines que los que llevamos dentro.
¿Qué nos espera en la otra orilla?
Pasión es tránsito: la otra orilla está aquí,
luz en el aire sin orillas, Prajñaparamita,
Nuestra Señora de la Otra Orilla, tú misma,
la muchacha del cuento, la alumna del jardín.
Olvidé a Nagarjuna y a Dharmakirti en tus pechos,
en tu grito los encontré, Maithuna,
dos en uno,
uno en todo, todo en nada,
¡śunyata,
plenitud vacía,
vacuidad redonda como tu grupa!
Los cormoranes:
sobre un charco de luz
pescan sus sombras.
La visión se disipa en torbellinos,
hélice de diecisiete sílabas dibujada en el mar
no por Bashō: por mis ojos, el sol y los pájaros,
hoy, hacia las cuatro, a la altura de Mauritania.
Una ola estalla: mariposas de sal.
Metamorfosis de lo idéntico. A esta misma hora
Delhi y sus piedras rojas, su río turbio,
sus domos blancos, sus siglos en añicos,
se transfiguran: arquitecturas sin peso,
cristalizaciones casi mentales. Desvanecimientos,
alto vértigo sobre un espejo. El jardín se abisma.
Ya es un nombre sin substancia.
Los signos se borran: yo miro la claridad
Blanco
[1966]
By passion the world is bound, Avec le seul object dont le
by passion too it is released. Néant s’honore.
The Hevajra Tantra Stéphane Mallarmé
a stirring
a steering
a seed
asleep
a word at the t
ip of the tongue
unheardunhearable
matchless
fertilebarren
ageless
she who was buried with open eyes
stainlesspromiscuous
a word
speechlessnameless
Climbing and descending
the spine of the mineshaft ladder,
abandoned language.
Under the skin of the penumbra
a lamp beats. Survivor
in the sullen confusion, it rises
in a copper stalk, breaks
into leaves of clarity: shelter
for fallen realities. Asleep
or extinct, high on its pole
(head on a pike) a sunflower
light charred in a vase
of shadow. In the palm of an
invented hand, the flower,
not seen not imagined: heard,
appears, a yellow chalice
of consonants and vowels,
burning.
on the wall the shadow of the fire flame encircled by lions
in the fire your shadow and mine lioness in the circus of the flames
soul among sensations
the fire unlaces and fastens you
Ember Bread Grail fruits of the reworks
Girl the senses open
you laugh—naked in the magnetic night
in the gardens of the flame
The passion of compassionate coals
A pulse-beat, insisting,
a surge of wet syllables.
Without saying a word,
my forehead grows dark:
a presentiment of language.
Patience patience
(Livingston in the drought)
river rising a little
Mine is red and scorches
in the flaming dunes:
Castiles of sand,
shredded playing cards,
and the hieroglyph (water and coals)
fallen on the chest of Mexico.
I am the dust of that silt.
River of blood, river of histories
of blood, dry river:
mouth of the source
gagged
by the anonymous conspiracy
of bones,
by the grim rocks of centuries
and minutes: language
is atonement, an appeasement
of the speechless, the entombed,
the daily assassinated,
the countless dead. To speak
while others work
is to polish bones, sharpen
silence to transparency,
waves, whitecaps,
water:
the rivers of your body the river of bodies
land of pulse-beats stars infusoria reptiles
to enter you downpour of sleepwalking cinnabar
land of closed eyes surge of genealogies
water with no thoughts games antics tricks
to enter me subject and object abject and absolved
entering your body river of suns
land of sleepless mirrors “the tall beasts with shining skins"
land of waking water seminal river of the worlds wheeling
in the sleeping night the eye that watches it is another river
watching I watch myself what I see is my creation
as though entering through my eyes perception is conception
into an eye more crystal clear water of thoughts
what I watch watches me I am the creation of what I see
delta of arms of desire water of truth
on a bed of vertigo truth of water
Transparency is all that remains
Desert smoldering
from yellow to a fleshy pink,
the land is a language burnt to dust.
There are thorns, invisible spines
in the eyes. Three satiated vultures
on a red wall.
Bodiless faceless soulless,
everywhere,
crushing all of us: this sun is unjust.
Rage is mineral. Colors
are relentless. The horizon’s relentless.
Drumbeats drumbeats drumbeats.
The sky blackens like this page.
Scatter of crows.
Impending violet violence.
The sands whirl up,
thunderheads, herds of ash.
The chained trees howl.
Drumbeats drumbeats drumbeats.
Sky I beat you, land I beat you.
Open sky, closed land,
flute and drum, lightning and thunder,
I open you and beat you. You open, land,
your mouth full of water,
your body gushes sky,
you burst, land,
your seeds explode, the word grows green.
unlacing spreading arid ripples
rising erecting an Idol in the arms of sand
naked as the mind shining multiplying refusing
in the reverberation of desire reborn escaping pursuing
turning turning vision of hawk-thought
around the black idea goat in the rock cleft
fleece at the joining naked place
in a naked woman snapshot of a pulse-beat of time
firefly tangle of beings real unreal quiet vibrating
motionless under the motionless sun burnt meadow
the color of earth color of sun on the sand
the grass of my shadow on the place of the joining
my hands of rain darkened by birds
on your green breasts holiness enough
woman stretched out made in the image of the world
The world a bundle of your images
From yellow to red to green,
pilgrimage to the clarities,
the word peers out from blue
whirls. The drunk ring spins,
the five senses spin
around the centripetal
amethyst. Dazzle:
I don’t think, I see—not what I see,
the reflections, the thoughts I see.
Precipitations of music,
crystallized number.
An archipelago of signs.
Translucence, mouth of truths,
clarity effaced by a syllable
diaphanous as silence:
I don’t think, I see:—not what I think,
the blank face of forgetting,
the radiant void.
I lose my shadow, I walk
through intangible forests,
sudden sculptures of the wind,
endless things, sharpened paths,
I walk my steps
dissolving
in a space that evaporates
into thoughts I don’t think
you fall from your body to your shadow not there but in my eyes
in a motionless falling of waterfall sky and earth joining
you fall from your shadow to your name untouchable horizon
you drop through your likenesses I am your remoteness
you fall from your name to your body the furthest point of seeing
in a present that never ends the imaginings of sand
you fall to your beginnin
g scattered fables of wind
spilling on my body I am the stela of your erosion
you divide me like parts of speech space quartered god
you divide me into your parts altar of thought and knife
belly theater of blood axis of the solstices
tree of ivy firebrand tongue of coolness the heavens are male and female
earthquake of your thighs testimony of solar testicles
rain of your heels on my back thought phallus and word womb
jaguar eye in the eyelash thicket space is body sign thought
the flesh-colored cleft in the brambles always two syllables in love
the black lips of the oracle P r o p h e c y
whole in each part you divide yourself spirals transfigurations
your body is the bodies of the moment time world is body
thought dreamt made flesh seen touch dissolved
seen by my ears horizon of music spreading
smelled by my eyes bridge hung from color to smell
caressed by my nose naked smell in the hands of air
heard by my tongue canticle of flavors
eaten by my touch feast of mist
to inhabit your name to depopulate your body
to fall in your shriek with you house of the wind
The unreality of the seen
brings reality to seeing
At the center
of the world of the body of the spirit
the cleftthe splendor
No
In the whirl of disappearances
the whirlwind of appearances
Yes
The tree of names No
is a word Yes
is a word they are air nothing
they are this insect
fluttering among the lines
of an unfinished unfinishable
page
Thought fluttering
among these words They are
your footsteps in the next room
the birds that return
The neem tree that shelters us shelters them
Its branches mute thunder
douse the lightning’s flash
In its leaves the drought drinks water
They are this night
(this music)
Watch it flow between your breasts
to fall on your belly white and black
spring night jasmine and crow’s wing
tabla and sitar No and Yes
together two syllables in love
If the world is real the word is unreal
If the word is real the world