46. “. . . la fiesta acabada le hicieron al bulto de sus uñas y cabellos y fue desde allí adorado y tenido por señor al cual le hacían los sacrificios que ansi usaban hacer a los más señores muertos ya pasados y con aquella solemnidad y acatamiento que en si vivo [sic] fuera dándole a comer en sacrificio por sus horas y a beber según que comía y bebía cuando era vivo” (Betanzos 1987: 177 [1557: Pt. 1, Ch. 39]).
47. “A la muerte de Guayna Capac el cual como falleciese los señores que con él estaban le hicieron abrir y toda su carne sacar aderezándole porque no se dañase sin le quebrar hueso ninguno le aderezaron y curaron al sol y al aire y después de seco y curado vistiéronle de ropas preciadas y pusiéronle en unas andas ricas y bien aderezadas de pluma y oro y estando ya el cuerpo ansi enviáronle al Cuzco” (Betanzos 1987: 201 [1557: Pt. 1, Ch. 48]).
48. Elsewhere in his report, Xerez (1985: 85 [1534]) presents contradictory information, stating that the body of Huayna Capac was in a great hall in Cuzco.
49. Garcilaso de la Vega (1966: 578 [1609: Pt. 1, Bk. 9, Ch. 15]), who most likely garnered his information from Acosta, also states that Huayna Capac’s heart was buried in Quito and that his embalmed body was returned to Cuzco. Cobo (1979 [1653]) repeats this claim in his chronicle.
50. “Su cuerpo se conserva en la ciudad del Cuzco ataviado con rica vestimenta; está muy bien conservado y sólo le falta la punta de la nariz. Hay allí también estatuas suyas hechas de estuco o yeso, con recortes de sus uñas y cabello y ataviadas con las ropas que usó en vida. Las gentes tienen a estas imágenes en tanta veneración como si fueran sus dioses. Sacan a menudo el cuerpo a la plaza acompañado de músicas y bailes y se están todo el día y la noche a su alrededor espantándole las moscas. Cuando alguno de los señores principales viene a ver al Cacique, va primero a rendir pleitesía a dichas estatuas y solo después al Cacique. Hacen con ellas tantas ceremonias que sería muy prolijo el escribirlas” (Sancho 1986: 142 [1534]).
51. “Entrados los españoles en esta tierra, hicieron grandes diligencias para descubrir un cuerpo, y aun no pocas violencias, por la fama de que tenía gran tesoro y que había de estar enterrado con su cuerpo o en los lugares que en vida más frecuentaba, porque ésta era costumbre antigua entre ellos. Al fin, por gran solicitud que se puso, y no con poco trabajo, fue hallado al tiempo que los cuerpos de los otros Incas. Hállose en el camino de la fortaleza, en una casa donde pareció haberle llevado la noche antes; que como los españoles iban ya por el rastro dándoles alcance, los indios que lo guardaban lo mudaron a muchas partes, y con traerlo con tanta priesa y sobresaltos de unos lugares a otros, siempre lo mudaban con cinco o seis ídolos en su compañía, a quienes hacían gran veneración, porque estaban persuadidos que entendían en la guarda del cuerpo del Inca” (Cobo 1964: 94 [1653: Bk. 12, Ch. 17]).
52. “Caminó el Inca con su ejército sin detenerse hasta Tumibamba; . . . mandó labrar un magnífico palacio para sí y templo para sus dioses, en el cual puso una estatua de su madre, toda de oro, gran cantidad de vajilla de plata y servicio de hombres y mujeres. Servían los Cañares de buena gana a la estatua de Mama Ocllo porque había parido en aquel lugar al rey Guayna Capac” (Cobo 1964: 90 [1653: Bk. 12, Ch. 16]).
53. “Entre otras cosas singulares eran de admirar cuatro grandes carneros de oro fino y diez o doce estatuas de mujeres, del tamaño que tienen las de esta tierra, todas realizadas en oro fino y tan bellas y bien hechas que perecían vivas. Tenían ellos a estas imágenes en tanta veneración como si estuviesen animadas y fueran señoras de todo el mundo; las vestían con bellos y finísimos trajes, las adoraban como a Diosas, les daban de comer y las hablaban cual si fuesen mujeres de carne y hueso” (Sancho 1986: 123–124 [1534]).
54. Garcilaso de la Vega’s mother, Chimpu Ocllo, was a daughter of Huallpa Topa, who was a daughter of Huayna Capac.
55. “. . . habiendo de venirme a España, fui a la posada del licenciado Polo Ondegardo, natural de Salamanca, que era corregidor de aquella ciudad, a besarle las manos y despedirme de él para mi viaje. El cual, entre otros favores que me hizo, me dijo, ‘Pues que vais a España, entrad en ese aposento; veréis algunos de los vuestros que he sacado a luz, para que llevéis que contar por allá.’ En el aposento hallé cinco cuerpos de los reyes Incas: tres de varón y dos de mujer. El uno de ellos decían los indios que era este Inca Viracocha, mostraba bien su larga edad; tenía la cabeza blanca como la nieve. El segundo decían que era el gran Tupac Inca Yupanqui, que fue bisnieto de Viracocha Inca. El tercero era Huayna Capac, hijo de Tupac Inca Yupanqui y tataranieto del Inca Viracocha. Los dos últimos no mostraban haber vivido tanto; que aunque tenían canas, eran menos que las del Viracocha. La una de las mujeres era la reina Mama Runtu, mujer de este Inca Viracocha. La otra era la coya Mama Ocllo, madre de Huayna Capac, y es verisímile que los indios los tuviesen juntos después de muertos, marido y mujer, como vivieron en vida.
“Los cuerpos estaban tan enteros que no les faltaba cabello, ceja ni pestaña. Estaban con sus vestiduras como andaban en vida. Los llautus en las cabezas, sin más ornamento ni insignia de las reales. Estaban asentados, como suelen sentarse los indios y las indias; las manos tenían cruzadas sobre el pecho; la derecha sobre la izquierda, los ojos bajos, como que miraban al suelo. . . .
“Acuérdome que llegué a tocar un dedo de la mano de Huayna Capac; parecía que era de una estatua de palo, según estaba duro y fuerte. Los cuerpos pesaban tan poco, que cualquier indio los llevaba en brazos o en los hombros de casa en casa de los caballeros que los pedían para verlos. Llevábanlos cubiertos con sábanas blancas; por las calles y plazas se arrodillaban los indios, haciéndoles reverencia con lágrimas y gemidos; y muchos españoles les quitaban la gorra, porque eran cuerpos de reyes, de lo cual quedaban los indios tan agradecidos, que no sabían cómo decirlo” (Garcilaso de la Vega 1960: 189–190 [1609: Pt. 1, Bk. 5, Ch. 29]).
56. See Sarmiento de Gamboa (1906: 59 [1572: Ch. 25]); Cobo (1979: 132 [1653: Bk. 12, Ch. 11]); Calancha (1981: 219 [1638: Bk. 1, Ch. 15]); Acosta (1986: 421, 429–430 [1590: Bk. 6, Ch. 20]).
57. See Sarmiento de Gamboa (1906: 102 [1572: Ch. 54]); Murúa (1962: 1: 62 [1611: Ch. 25]); Cobo (1979: 151 [1653: Bk. 12, Ch. 15]).
58. Alternatively, Rostworowski (1999: 33) suggests that there were some political advantages to be gained by Garcilaso de la Vega from stating that he saw these specific Incas in Cuzco. She concludes that Garcilaso de la Vega lied about his experience in the house of Polo de Ondegardo and substituted various names for those that were actually there.
59. This description of Pachacuti Inca Yupanqui is copied by Cobo (1979: 141 [1653: Bk. 12, Ch. 13]).
60. “Estaba el cuerpo [de Pachacuti Inca Yupanqui] tan entero y bien aderezado con cierto betún, que aparecía vivo. Los ojos tenía hechos de una telilla de oro, tan bien puestos, que no le hacían falta los naturales; y tenía en la cabeza una pedrada que le dieron en cierta guerra. Estaba cano y no le faltaba cabello, como si muriera aquel mismo día, habiendo más de sesenta u ochenta años que había muerto. Este cuerpo, con otros de Ingas, envió el dicho Polo a la ciudad de Lima, por mandado del Virrey Marqués de Cañete, que para desarraigar la idolatría del Cuzco, fue muy necesario; y en el hospital de San Andrés, han visto muchos españoles este cuerpo, con los demás, aunque ya están maltratados y gastados” (Acosta 1986: 423 [1590: Bk. 6, Ch. 21]).
61. Cobo (1979 [1653]) paraphrases this statement from Acosta.
62. “La madre de éste fue de gran estima; llamóse Mamaoclo. Los cuerpos de éste y del Guaynacapa, muy embalsamados y curados, envió a Lima, Polo . . .” (Acosta 1986: 424 [1590: Bk. 5, Ch. 22]).
63. “. . . y sacando el tesoro quemó el cuerpo, cuyas cenizas guardaron los Indios, y puestas en una tinajuela las adoravan. Estas cenizas y otros cuerpos enbió el Licenciado Polo a Lima en tiempo del primer Marqués de Canete, y están en un corral del Hospital de San Andrés” (Calancha 1981: 219 [1638: Bk. 1, Ch. 15]).
64. Polo de Ondegardo (1990: 86 [1571]) also uses this unusually long title (Pachacuti Inca Yupanqui Inca) for
the ninth ruler.
65. The occurrence of copper bars with the mummy of Sinchi Roca is mentioned by Sarmiento de Gamboa (1906: 44 [1572: Ch. 15]).
66. “Doce ó trece años há, procuró [Polo de Ondegardo] con mucha diligencia y por diferentes medios descubrir los dichos cuerpos, para atajar el daño, y en efecto halló la mayor parte, así del ayllu de Hanan Cuzco como de Urin Cuzco, y algunos dellos embalsamados y tan frescos como cuando murieron; y cuatro del los, que fueron el de Guayna Capac y Amaru Topa Inga y Pachacuti Inga Yupanqui Inga, y á la madre de Guayna Capac, que se llamó Mama Ocllo, y los demás, halló enjaulados en unas jaulas de cobre, los cuales hizo enterrar secretamente; y con ellos descubrió las cenizas del cuerpo de Topa Inca Yupanqui, conservadas en una tinajuela envuelta en ropa rica y con sus insignias; porque este cuerpo había quemado Juan Pizarro . . . allende de hallar con los dichos cuerpos las guacas e ídolos principales de las provincias que cada uno habia conquistado, las cual eran asimismo notable estorbo de la conversión de estos naturales” (Ruiz de Navamuel 1882: 256–257 [1572]).
67. The body of Topa Inca Yupanqui was burned in 1533 by Atahualpa’s forces when they captured Cuzco.
68. For information on Amaru Topa Inca, see Sarmiento de Gamboa (1906: 77, 84–86 [1572: Chs. 37, 42–43]), Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua (1950: 245–246 [ca. 1613]), Cabello de Valboa (1951: 334 [1586: Pt. 3, Ch. 18]), Murúa (1962: Vol. 1, p. 51 [1611: Bk. 1, Ch. 21]), and Cobo (1964: 83, 171, 173, 175 [1653: Bk. 12, Ch. 13; Bk. 13, Chs. 13–14]).
69. It is worth noting that even though Amaru Topa Inca played an important role in Inca history, Garcilaso de la Vega does not mention him. Perhaps Garcilaso de la Vega’s lack of familiarity with Amaru Topa Inca played a role in his confusion between the mummies of Topa Inca Yupanqui and Amaru Topa Inca in the house of Polo de Ondegardo.
70. The street address is Jirón Huallaga No. 846, Distrito de El Cercado.
71. Other members of the research team included Antonio Coello Rodríguez, Patrick Ryan Williams, and Christopher Dayton.
13. Overview of the Inca Heartland
1. Ruiz de Arce (1933: 368 [ca. 1545]) also suggests that the city of Cuzco held about four thousand houses.
2. “. . . estaba este valle tan hermoso en edificios y población que en torno tenia, que era cosa de admirarse de ello, porque, aunque la ciudad en si no tenia mas de tres o cuatro mil casas, tenía en torno cuasi veinte mil. La fortaleza que estaba sobre la ciudad parecía desde a parte una gran fortaleza de las de España. Ahora la mayor parte de la ciudad está toda derribada y quemada. La fortaleza no tiene cuasi nada enhiesto.” (Barrenechea 1959: 312–313 [1539])
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