El Diccionario del Mago
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Así pues, la astrología, en su forma más básica, se convirtió en una herramienta muy importante para la adivinación. Sus practicantes buscaban profecías en el firmamento y hacían sus predicciones, pero a diferencia de los astrólogos de hoy día, que trabajan para muchos clientes particulares, los antiguos astrólogos se centraban solo en el rey y la sociedad en su conjunto.
La situación cambió en el siglo V a. C., cuando se fijó el concepto del zodíaco como grupo de doce constelaciones, y los astrólogos empezaron a hacer horóscopos a clientes particulares. Los griegos y los egipcios comenzaron a interesarse en el tema en el siglo III a. C. y añadieron muchos procedimientos nuevos y complejos que la relacionaban con la medicina y la magia. No solo se creía que la posición de las estrellas y los planetas presagiaban acontecimientos, sino también que las estrellas ejercían influencia sobre la naturaleza física de todas las cosas y todos los individuos de la Tierra. Se decía que cada signo del zodíaco influía en una parte diferente del cuerpo humano, y cada flor, planta y hierba medicinal estaba regida por un planeta diferente. Incluso los minerales y las joyas absorbían la influencia de las estrellas. Por tanto, los médicos tenían que entender los principios de la astrología para poder diagnosticar y tratar a sus pacientes. De modo similar, los magos que quisieran llevar a cabo experimentos, hacer conjuros o fabricar talismanes también tenían que entender los mecanismos de la astrología para determinar las influencias planetarias y descubrir cuál era el momento más favorable para realizar sus actividades. Por ejemplo, un conjuro de amor tendría más éxito si coincidía con la influencia de Venus y no con la de Saturno.
Desde Grecia y Egipto, la astrología llegó a Roma, donde fue aceptada como una maravillosa adición a los numerosos sistemas de adivinación que ya se usaban allí. Muchos pensadores influyentes hicieron campaña en contra de la astrología, a la que consideraban una superstición inútil, y sus practicantes eran expulsados una y otra vez de la ciudad, pero siempre regresaban debido a la demanda del público. Tras la caída del Imperio Romano en el siglo IV de nuestra era, la astrología dejó de ser un factor importante en la vida europea hasta el siglo XII, cuando volvió a introducirse a través de fuentes árabes.
Desastres y enfermedades: La culpa es de las estrellas
En inglés, gripe se dice flu, que es un acortamiento de la palabra influenza. Pero cuando alguien de la Edad Media decía que estaba enfermo de influenza, no se refería a ningún virus. En efecto, al principio la palabra significaba «influencia», y se refería estrictamente a la influencia astrológica de las estrellas y los planetas. La gente creía que la enfermedad era causada por esta influencia y no por ningún germen. Por otro lado, la palabra «desastre» procede también de las creencias astrológicas: es una combinación de dis, que significa «cualidad negativa», y astron, que significa «estrella». Cuando sucedía alguna calamidad, solía echarse la culpa a un dis-astron, o sea, una mala estrella.
Durante la Edad Media se enseñó astrología en las universidades de Inglaterra, Francia e Italia, y la mayoría de los reyes y reinas europeos tenían astrólogos en la corte para que les hicieran el horóscopo y les aconsejaran acerca de cuáles eran los días más propicios para acometer diferentes acciones. En la Inglaterra del Renacimiento, la reina Isabel I eligió al matemático y astrólogo John Dee para que decidiera la fecha de su coronación según las influencias planetarias. En Francia, el célebre astrólogo Nostradamus llevó a cabo funciones similares para la reina Catalina de Médicis. Y, aunque en general la Iglesia se mostró hostil a la astrología, el papa Urbano VIII contrató a un astrólogo en 1629 para que realizara rituales de magia con el fin de contrarrestar los perniciosos efectos anticipados de una serie de eclipses.
Sin embargo, en esa época la revolución científica ya se había iniciado. En 1542, Copérnico afirmó que el Sol, no la Tierra, se hallaba en el centro del sistema solar. Aquello pareció amenazar los cimientos de la astrología, ya que significaba que los planetas, que supuestamente irradiaban sus influjos hacia la Tierra, en realidad no daban vueltas a su alrededor. En el siglo XVII se sucedieron otros descubrimientos científicos, y la gente seria se apartó, en su mayor parte, de la astrología. Pero a pesar de que la astrología perdió prestigio, se hicieron muy populares los almanaques astrológicos, y la gente empezó a seguir con interés la sucesión de sus días buenos y malos sin tener que recurrir a la ayuda de un profesional. Las predicciones mensuales y diarias que hoy podemos encontrar en revistas y periódicos forman parte de una tradición que comenzó con aquellos almanaques de hace siglos.
Hoy día, la astrología ocupa una posición curiosa. Aunque ya no cuente con el respeto intelectual que tuvo en su tiempo, su popularidad es inmensa y mucha gente se toma los consejos astrológicos como si fueran verdades absolutas. De todos modos, existen muchos escépticos. De hecho, muchos de los escépticos que se nos vienen a la mente resulta que son estudiantes de cierta escuela de brujería.
El zodíaco
Hace miles de años, los antiguos observadores del firmamento se fijaron en que cuando el Sol y los planetas cruzaban el cielo a lo largo del año, lo hacían siempre siguiendo un mismo estrecho sendero que rodeaba la Tierra.
Este sendero, al que los griegos denominaron zodíaco, fue dividido por los astrólogos en doce secciones iguales llamadas signos, cada uno de los cuales se asociaba a una constelación (Aries, Tauro, Géminis, Cáncer, Leo, Virgo, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis) y a una época del año. Los astrólogos usaban la posición del Sol y de los planetas dentro del zodíaco para hacer sus predicciones y para determinar la personalidad de la gente nacida bajo los diferentes signos. Las características asociadas a cada signo fueron desarrolladas hace miles de años, pero se han ido elaborando y completando a lo largo de los siglos. Estos son los rasgos básicos:
ARIES EL CARNERO (desde el 21 de marzo hasta el 19 de abril): La gente nacida bajo el signo de Aries se caracteriza por ser energética, entusiasta, directa, independiente, creativa e impaciente. Igual que los carneros se abren paso a empellones, los Aries tienen fama de ser agresivos, decididos e irascibles.
TAURO EL TORO (desde el 20 de abril hasta el 20 de mayo): Tal como cabría esperar de un toro, los que hayan nacido bajo el signo de Tauro tienen un montón de fuerza y de aguante, y también pueden ser tozudos. Pero a la vez son fiables, cálidos, pacientes, artísticos y formales.
GÉMINIS LOS GEMELOS (desde el 21 de mayo hasta el 20 de junio): Se afirma que los Géminis son versátiles, animados, curiosos, listos y habladores, pero a menudo superficiales. Igual que Castor y Póllux, los míticos gemelos que dan nombre a la constelación, se dice que los géminis adoran la vida de familia.
CÁNCER EL CANGREJO (desde el 21 de junio hasta el 22 de julio): A los cáncer se los considera intuitivos, compasivos, temperamentales, tenaces, amantes de la vida en familia, imaginativos y hogareños. Igual que le pasa al cangrejo, pueden parecer duros por fuera pero son blandos por dentro.
LEO EL LEÓN (desde el 23 de julio hasta el 22 de agosto): Se suele describir a los leo como personas de confianza, teatrales, seguras de sí mismas, generosas, extrovertidas y orgullosas. Como el rey de la jungla, pueden ser dominantes y valientes, y exigir atención por parte de los demás.
VIRGO LA DONCELLA (desde el 23 de agosto hasta el 22 de septiembre): Se considera que los virgo son analíticos, detallistas, diligentes, astutos y críticos, y con tendencia a ser perfeccionistas. Virgo se asocia con la imagen de una doncella, y pueden ser también modestos y prudentes.
LIBRA LA BALANZA (desde el 23 de septiembre hasta el 22 de octubre): De los libra se dice que son gente con estilo, amables, idealistas, románticos e inteligentes, pero a menudo indecisos. La constelación de Libra se representa por una balanza, y por eso se considera que los libra son equilibrados en sus pensamientos y emociones, y que sopesan con cuidado todas las cosas.
ESCORPIO EL ESCORPIÓN (desde el 23 de octubre hasta el 22 de noviembre): Se considera a los escorpio como seres apasionados, inte
nsos, misteriosos, magnéticos, poderosos y vengativos. Como sus homónimos, pueden ser rápidos y osados, y actuar en el momento clave.
SAGITARIO EL ARQUERO (desde el 23 de noviembre hasta el 21 de diciembre): La constelación de Sagitario se representa por un centauro tensando un arco. De los sagitario se dice que son gente amante del aire libre, los deportes y los animales. Honestos y filosóficos, se considera también que son incansables, aventureros y animosos.
CAPRICORNIO LA CABRA (desde el 22 de diciembre basta el 19 de enero): Como las cabras, los Capricornio tienen fama de tener una personalidad estable y formal, pero pueden igualmente superar situaciones peligrosas y abrirse camino con determinación. También se los describe como ambiciosos, bien organizados, disciplinados, prácticos y materialistas.
ACUARIO EL AGUADOR (desde el 20 de enero hasta el 18 de febrero): A los acuarios se les describe como originales, visionarios, amigables e idealistas, pero también distantes y obstinados. La imagen tradicional es la de una figura sosteniendo un cántaro de agua, y se dice que simboliza el espíritu de ayuda y el altruismo.
PISCIS LOS PECES (desde el 19 de febrero hasta el 20 de marzo): Como ya anuncia la imagen de los peces, se dice que los piséis adoran el agua y nadar. Sensibles, receptivos, emocionales, imaginativos y empáticos, tienen fama también de mal organizados y poco prácticos.
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El significado los planetas
El Sol, la Luna, Mercurio, Venus, Marte, Júpiter, Saturno, Urano, Neptuno y Plutón. Los astrólogos creen que cada uno de ellos caracteriza un aspecto diferente de la personalidad. Estos son los significados tradicionales que se les asigna:
EL SOL, el cuerpo más grande y brillante de nuestro sistema solar. Representa la personalidad esencial del individuo, los rasgos básicos y la actitud general ante la vida.
LA LUNA representa las reacciones emocionales, los instintos, las necesidades inconscientes.
MERCURIO, llamado así en honor al dios romano mensajero, representa la comunicación. Es el planeta que se mueve más rápido, y por ello se asocia con la inteligencia y el cambio.
VENUS, el planeta más brillante del firmamento, lleva el nombre de la diosa romana del amor. Simboliza romanticismo, relaciones sentimentales, amor y belleza.
MARTE, llamado así por el dios romano de la guerra y fácilmente reconocible por su color rojizo. Representa la agresión, la fuerza física y la habilidad de tomar la iniciativa.
JÚPITER, el planeta más grande del sistema solar, representa la buena suerte, la oportunidad y la habilidad para ampliar los horizontes propios. Júpiter era el dios supremo del panteón romano, el equivalente al dios griego Zeus.
SATURNO, el planeta que se mueve más despacio de entre los planetas visibles, simboliza obstáculos, miedos y desafíos. Saturno era el dios romano de la cosecha.
URANO, lleva el nombre del dios griego que personificaba el cielo. Representa el lado excéntrico y rebelde de las personas. Indica cambio súbito, trastornos e impaciencia.
NEPTUNO, representa la imaginación, la creatividad, los sueños y la capacidad para distinguir entre realidad e ilusión. Llamado así por el dios romano del mar, Neptuno simboliza los aspectos más profundos.
PLUTÓN, el planeta más alejado del Sol, representa la obsesión, la mente inconsciente y la capacidad de transformar la propia vida. Plutón era el equivalente romano de Hades, el dios griego del mundo subterráneo.
Ver a una banshee es la cosa más espantosa que puede imaginarse Seamus Finnigan, el compañero de clase de Harry. Y con motivo: cuando alguna de estas apenadas figuras hace acto de presencia ante un irlandés, significa que un miembro de su familia va a morir pronto.
Las banshees forman parte del folklore irlandés desde el siglo VIII. No se trata de criaturas malvadas, pero sus inquietantes alaridos las hacen parecer bastante horripilantes. El rasgo físico más distintivo son los ojos, que se les han vuelto de un rojo encendido tras siglos de llorar a quienes amaron y por los que guardan duelo. Se las suele describir como mujeres altas y extremadamente delgadas, con una mata flotante de cabellos blancos, un vestido verde y una capa gris con capucha. Sin embargo, a veces pueden aparecer bajo la forma de una viejecita menuda o de una hermosa joven de cabellos dorados vestida de rojo.
Cada banshee se dedicaba exclusivamente a una de las grandes familias irlandesas, a la que servían durante siglos y siglos, aunque solo aparecen cuando un miembro de la familia está a punto de morir. La banshee más famosa de la antigüedad se llamaba Aibhill, y rondaba a la familia real de los O’Brien. Según cuenta la leyenda, el anciano rey Brian Boru partió hacia la batalla de Clontarf en 1014 sabiendo que no sobreviviría, pues Aibhill se le había aparecido la noche anterior, lavando las ropas de los soldados hasta que toda el agua se hubo vuelto roja de sangre.
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Posteriormente se dijo que las banshees mostraban su respeto hacia los difuntos gimiendo o lamentándose debajo de la ventana del moribundo, a veces elevándose por los aires hasta varios pisos de altura para poder hacerlo. En una historia famosa que data del siglo XVII, la invitada de una casa irlandesa describe el susto que se llevó al oír una voz en mitad de la noche: «Aparté la cortina y, en el hueco de la ventana, vi a la luz de la luna a una mujer que se apoyaba contra el cristal; tenía el pelo rojo y su tez estaba pálida y demacrada. Hablaba muy alto, en un tono que nunca había oído antes, y entonces, dando un suspiro que parecía más una ráfaga de viento que un aliento, se desvaneció.» Como luego descubriría, alguien había muerto esa noche en la casa.
Una banshee puede también permanecer a cierta distancia, una figura solitaria que nos anuncia una muerte paseando por las colinas que circundan la casa de la familia (banshee proviene del gaélico bean si, lo cual significa «mujer de las colinas») o sentada sobre un muro de piedra. A veces no es visible, pero sus gemidos penetrantes no dejan lugar a dudas respecto a su presencia. En las pocas ocasiones en que varias banshees aparecen juntas, se sabe que va a morir alguien muy importante o respetado.
Solo las familias más antiguas, las que pueden trazar su linaje hasta los legendarios héroes irlandeses de la temprana Edad Media, tienen su banshee, según se dice. Al principio, esto solo incluía a las familias cuyo apellido comenzaba con O’ o con Mac’, pero después de siglos de matrimonios mezclados hay cientos de familias que pueden atribuirse también este honor. Como sienten auténtico fervor por las líneas de sangre, las banshees seguirán a su familia allá donde esta vaya. Por eso, se dice que los lamentos de estas brujas se pueden oír en Inglaterra, América y en cualquier sitio donde un irlandés haya fijado su residencia.
El basilisco es uno de nuestros monstruos preferidos. Dependiendo de las versiones, el basilisco es un reptil que escupe veneno, un lagarto feroz, un dragón gigantesco o una auténtica quimera con cabeza y alas de gallo pegadas a un cuerpo de serpiente. Igual que la enorme serpiente verde que Harry se encuentra en la Cámara de los Secretos, el basilisco siempre es temible y casi siempre letal, con el poder de matar a sus víctimas con solo mirarlas.
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La voraz mantis de jardín recibe su nombre de la típica posición de sus patas delanteras, que nos recuerda a un profeta con las manos juntas en actitud de rezo. Sin embargo, normalmente las mantis religiosas suelen estar más centradas en la presa que en adivinar el futuro o implorar al cielo.
La primera referencia sobre este encantador reptil nos viene de Plinio el Viejo, el escritor latino del siglo I, cuyo libro Historia Natural refleja mucho de lo que los antiguos romanos creían acerca del mundo de la naturaleza. Según Plinio, el basilisco es una serpiente pequeña pero letal, de no más de treinta centímetros de largo, originaria del norte de África. Conocido como el «rey de las serpientes» debido a las señales en forma de corona que tiene en la cabeza (basiliskos significa «pequeño rey» en griego), el basilisco se abalanzaba sobre sus víctimas con el cuerpo erguido, en lugar de hacerlo reptando por la tierra como las otras serpientes, y era capaz de incendiar arbustos y quebrar rocas simplement
e respirando sobre ellas. El basilisco vivía en el desierto, pero no porque así lo hubiese elegido, sino porque allí donde morara, la tierra se convertía en un desierto a causa de su aliento abrasador. Su veneno era tan potente, según escribió Plinio, que si un jinete mataba a un basilisco con una lanza, el veneno ascendería por la lanza, mataría al jinete y luego al caballo.
Si una serpiente puede tener un talón de Aquiles, el basilisco tiene dos: no puede soportar ni el olor de las comadrejas ni el canto del gallo. Para matar un basilisco con una comadreja, primero hay que atraer al reptil hacia la guarida de la comadreja y luego tapar las salidas, y así sucumbirá a los olores de ella. Matarlo con un gallo es mucho más sencillo, ya que, según el escritor romano Claudio Aedo, con solo oír cantar a un gallo, el basilisco empezará a sufrir convulsiones y morirá (precisamente fue para evitar que el basilisco de la Cámara de los Secretos padeciese ese destino por lo que Tom Riddle organizó la eliminación de muchos de los gallos de Hogwarts). Pero quizá la mejor defensa de todas es sostener un espejo frente al basilisco, para que vea su propia mirada letal y se muera de puro miedo.
Como tantas otras criaturas imaginarias, probablemente la idea del basilisco surgió de un animal auténtico, en este caso la cobra egipcia, que posee un veneno mortal, se mueve con la cabeza erguida, y tiene marcas en la cabeza que semejan una corona. Sin embargo, como era habitual en la Antigüedad, los escritores que describieron las costumbres y las criaturas de tierras lejanas solían hacerlo sin siquiera haber salido de casa. Por el contrario, basaban sus escritos en crónicas escuchadas a viajeros, los cuales, sin duda, embellecían sus relatos para hacerlos más interesantes. A medida que esas historias pasaban de boca en boca, fue creciendo la fama de los basiliscos.