¿Lloras?... Entre los álamos de oro,
lejos, la sombra del amor te aguarda.
Field
The afternoon is dying
like a humble hearth burning out.
There above the mountains
a few coals are left.
And this broken tree on the white road
makes you sob out of pity.
Two branches on the wounded trunk, and one
black and withered leaf on each branch!
Are you sobbing? Among the gold poplar trees,
far off, a shadow of love waits for you.
A un viejo y distinguido señor
Te he visto, por el parque ceniciento
que los poetas aman
para llorar, como una noble sombra
vagar, envuelto en tu levita larga.
El talante cortés, ha tantos años
compuesto de una fiesta en la antesala,
¡qué bien tus pobres huesos
ceremoniosos guardan!
Yo te he visto, aspirando distraído,
con el aliento que la tierra exhala
—hoy, tibia tarde en que las mustias hojas
húmedo viento arranca—,
del eucalipto verde
el frescor de las hojas perfumadas.
Y te he visto llevar la seca mano
a la perla que brilla en tu corbata.
To an Old and Distinguished Gentleman
I saw you in the ashen park,
where the poets love to go
so they can sob. You were a noble shadow
wandering, stuffed in your large frock coat.
Your polite bearing at formal parties
you composed year after year in the antechamber.
How beautifully they watch after
your poor ceremonious bones!
I have seen you absentmindedly inhaling
the breath the earth exhales
(today is a tepid afternoon of damp wind
ripping up musty leaves)
from the green eucalyptus tree,
the freshness of aromatic leaves.
And I have seen you raise a dry hand
to the pearl gleaming in your tie.
“Eran ayer mis dolores”
Eran ayer mis dolores
como gusanos de seda
que iban habrando capullos;
hoy son mariposas negras.
¡De cuántas flores amargas
he sacado blanca cera!
¡Oh tiempo en que mis pesares
trabajaban como abejas!
Hoy son como avenas locas,
o cizaña en sementera,
como tizón en espiga,
como carcoma en madera.
¡Oh tiempo en que mis dolores
tenían lágrimas buenas,
y eran como agua de noria
que va regando una huerta!
Hoy son agua de torrente
que arranca el limo a la tierra.
Dolores que ayer hicieron
de mi corazón colmena,
hoy tratan mi corazón
como a una muralla vieja:
quieren derribarlo, y pronto,
al golpe de la piqueta.
“Yesterday my sorrows”
Yesterday my sorrows
were silkworms
building a cocoon.
Today they are black moths.
From how many acrid flowers
did I dig out white wax?
Oh, right now my depressions
labor like bees.
They are mad oats
or darnel in the grain fields,
mildew on the wheat,
beetles in wood.
Oh, once my sorrows
were decent tears;
were rolling waterwheels
irrigating an orchard!
Today they are flood waters
stripping mud from the land.
The sorrows that turned
my heart into a beehive
today treat it
like an old city wall,
which they want to knock down, and soon,
under the blows of a pickax.
“Tal vez la mano, en sueño”
Tal vez la mano, en sueño,
del sembrador de estrellas,
hizo sonar la música olvidada
como una nota de la lira inmensa,
y la ola humilde a nuestros labios vino
de unas pocas palabras verdaderas.
“Perhaps the hand in dreaming”
Perhaps the hand in dreaming
of being a star sower
made forgotten music echo
like a note from an enormous lyre,
and to our lips a tiny wave
came with a few true words.
“Y podrás conocerte recordando”
Y podrás conocerte recordando
del pasado soñar los turbios lienzos,
en este día triste en que caminas
con los ojos abiertos.
De toda la memoria, sólo vale
el don preclaro de evocar los sueños.
“You will know yourself”
You will know yourself
by remembering the clouded canvases of old dreams
on a grim day when you walk
with your eyes open.
What counts in memory
is the clean gift of evoking dreams.
“Húmedo está, bajo el laurel”
Húmedo está, bajo el laurel, el banco
de verdinosa piedra;
lavó la lluvia, sobre el muro blanco,
las empolvadas hojas de la hiedra.
Del viento del otoño el tibio aliento
los céspedes undula, y la alameda
conversa con el viento...
¡el viento de la tarde en la arboleda!
Mientras el sol en el ocaso esplende
que los racimos de la vid orea,
y el buen burgués, en su balcón enciende
la estoica pipa en que el tabaco humea,
voy recordando versos juveniles...
¿Qué fue de aquel mi corazón sonoro?
¿Será cierto que os vais, sombras gentiles,
huyendo entre los árboles de oro?
“Below the laurel tree”
Below the laurel tree a soggy
bench of greenish stone.
Rain has washed the white wall
and the dust-covered ivy.
In autumn air a mild breeze
wriggles the grass, and poplars
chat with wind.
The afternoon wind in the grove!
While sun magnifies the horizon
and feeds the roots of grape vines
and the good bourgeois on his balcony
lights his stoic pipe in which tobacco fumes,
I remember juvenile lyrics.
What happened to my noisy heart?
Gentle shadows, are you going,
sneaking off through the gold trees?
Miscellaneous / Varia
“En medio de la plaza y sobre tosca piedra”
En medio de la plaza y sobre tosca piedra,
el agua brota y brota. En el cercano huerto
eleva, tras el muro ceñido por la hiedra,
alto ciprés la mancha de su ramaje yerto.
La tarde está cayendo frente a los caserones
de la ancha plaza, en sueños. Relucen las vidrieras
con ecos mortecinos de sol. En los balcones
hay formas que parecen confusas calaveras.
La calma es infinita en la desierta plaza,
donde pasea el alma su traza de alma en pena.
El agua brota y brota en la marmórea taza.
En todo el aire en sombra no más que el agua suena.
“Over coarse stone in the middle of the souare”
Over coarse stone in the middle of the square
water drips and drips. In the nearby grove a tall
cypress tree,
and behind an ivy-draping wall
rises a stain of rigid branches in the air.
The afternoon is falling into dreams, a lull
before the large houses in the plaza. Windows glare
with macabre echoes of the sun, and forms stare
from balconies and fade like blurring skulls.
Across the barren plaza infinite calm abounds
where the soul trails the outline of a tortured soul.
Water drips and drips in the marble bowl.
In all the air in shadow only water sounds.
Sol de invierno
Es mediodía. Un parque.
Invierno. Blancas sendas;
simétricos montículos
y ramas esqueléticas.
Bajo el invernadero,
naranjos en maceta,
y en su tonel, pintado
de verde, la palmera.
Un viejecillo dice,
para su capa vieja:
“¡El sol, está hermosura
de sol!...” Los niños juegan.
El agua de la fuente
resbala, corre y sueña
lamiendo, casi muda,
la verdinosa piedra.
Winter Sun
It is noon. A park.
Winter. White paths.
Symmetrical hillocks
and skeletal branches.
Below the hothouse glass,
orange trees in pots,
and in its barrel painted
green, the palm tree.
A little old man says
to his worn-out cape:
“The sun, this beauty
of sun!” Children play.
Water in the fountain
slides, races and dreams,
licking the almost deaf
and greenish stone.
Fields of Castilla
Campos de Castilla (1907–1917)
Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierra de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
mas recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni so un ave de esas del nuervo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huercos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con este buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y lecho en donde yago.
Y cuando llegue el día de último vïaje,
y esté al partir la nave que nunca ha de tornar,
me encontraréis a bordo ligero de equipaje,
casi desnudo, como los hijos de la mar.
1906
Portrait
My childhood is memories of a patio in Sevilla
and a shining orchard where the lemon tree ripens.
My youth, twenty years on the earth of Castilla,
my life, a few events that I prefer forgotten.
Not a seducing Don Juan or a Bradomín—
by now you know the shabby plainness of my dress—
but I was hit by Cupid’s arrow and have been
in love whenever women fed me welcomeness.
Coursing my veins are drops of Jacobinic blood,
and yet my poems issue from a tranquil fountain;
more than an upright man who knows his doctrine,
I am, in the good meaning of the word, good.
I love beauty and in tune with modern aesthetics,
have plucked old roses from the garden of Ronsard,
but I don’t love the rouge of contrived cosmetics,
and am no chirping bird in the latest garb.
I scorn the ballads of loud tenors as hollow
as a choir of crickets singing to the moon.
I stop to note the voices from their echo
and among those voices listen to only one.
Am I romantic or classical? I don’t know.
I’d like to leave my verse as a captain his blade,
known for the iron hand that made it glow,
not for the maker’s celebrated mark or trade.
I chat with a companion with me to the end—
who speaks alone may hope to speak to God one day,
and my soliloquy is chat with that good friend
who showed me secrets of a philanthropic way.
And in the end I owe you nothing. For what I write
you owe me. I go to work, pay for the house I rent,
the suit that covers me, the cot I lie on at night,
and the plain bread that gives me nourishment.
And when the day for my final voyage arrives,
and the ship, never to return, is set to leave,
you will find me on board, light on supplies,
and almost naked like the children of the sea.
1906
A orillas del Duero
Mediaba el mes de julio. Era un hermoso día.
Yo, solo, por las quiebras del pedregal subía,
buscando los recodos de sombra, lentamente.
A trechos me paraba para enjugar mi frente
y dar algún respiro al pecho jadeante;
o bien, ahincando el paso, el cuerpo hacia adelante
y hacia la mano diestra vencido y apoyado
en un bastón, a guisa de pastoril cayado,
trepaba por los cerros que habitan las rapaces
aves de altura, hollando las hierbas montaraces
de fuerte olor—romero, tomillo, salvia, espliego—.
Sobre los agrios campos caía un sol de fuego.
Un buitre de anchas alas con majestuoso vuelo
cruzaba solitario el puro azul del cielo.
Yo divisaba, lejos, un monte alto y agudo,
y una redonda loma cual recamado escudo,
y cárdenos alcores sobre la parda tierra
—harapos esparcidos de un viejo arnés de guerra—,
las serrezuelas calvas por donde tuerce el Duero
para formar la corva ballesta de un arquero
en torno a Soria. —Soria es una barbacana,
hacia Aragón, que tiene la torre castellana—.
Veía el horizonte cerrado por colinas
oscuras, coronadas de robles y de encinas;
desnudos peñascales, algún humilde prado
donde el merino pace y el toro, arrodillado
sobre la hierba, rumia; las márgenes del río
lucir sus verdes álamos al claro sol de estío,
y, silenciosamente, lejanos pasajeros,
¡tan diminutos!—carros, jinetes y arrieros—,
cruzar el largo puente, y baj
o las arcadas
de piedra ensombrecerse las aguas plateadas
del Duero.
El Duero cruza el corazón de roble
de Iberia y de Castilla.
¡Oh, tierra triste y noble,
la de los altos llanos y yermos y roquedas,
de campos sin arados, regatos ni arboledas;
decrépitas ciudades, caminos sin mesones,
y atónitos palurdos sin danzas ni canciones
que aún van, abandonando el mortecino hogar,
como tus largos ríos, Castilla, hacia la mar!
Castilla miserable, ayer dominadora,
envuelta en sus andrajos desprecia cuanto ignora.
¿Espera, duerme o sueña? ¿La sangre derramada
recuerda, cuando tuvo la fiebre de la espada?
Todo se mueve, fluye, discurre, corre o gira;
cambian la mar y el monte y el ojo que los mira.
¿Pasó? Sobre sus campos aún el fantasma yerra
de un pueblo que ponía a Dios sobre la guerra.
La madre en otro tiempo fecunda en capitanes,
madrastra es hoy apenas de humildes ganapanes.
Castilla no es aquella tan generosa un día,
cuando Myo Cid Rodrigo el de Vivar volvía,
Border of a Dream: Selected Poems of Antonio Machado (Spanish Edition) Page 11