Poet in New York

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Poet in New York Page 3

by Frederico Garcia Lorca


  por los blancos derribos de Júpiter donde meriendan muerte

  los borrachos.

  Tres

  y dos

  y uno,

  los vi perderse llorando y cantando

  por un huevo de gallina,

  por la noche que enseñaba su esqueleto de tabaco,

  por mi dolor lleno de rostros y punzantes esquirlas de

  luna

  por mi alegría de ruedas dentadas y látigos,

  por mi pecho turbado por las palomas,

  por mi muerte desierta con un solo paseante equivocado.

  Lorenzo,

  Emilio,

  Enrique,

  the three in my hands were

  three Chinese mountains,

  three shadows of a horse,

  three landscapes of snow and a cabin of white lilies

  by the pigeon coops where the moon lies flat under the rooster.

  One

  and one

  and one,

  the three of them mummified,

  with the flies of winter,

  with the inkwells the dog pisses and the thistle despises,

  with the breeze that freezes the heart of all the mothers,

  by the white ruins of Jupiter where drunks snack

  on death.

  Three

  and two

  and one,

  I saw them disappear, crying and singing

  into a hen’s egg,

  into the night that showed its skeleton of tobacco,

  into my sorrow full of faces and piercing bone splinters of

  moon,

  into my happiness of whips and notched wheels,

  into my breast troubled by pigeons,

  into my deserted death with one mistaken wanderer.

  Yo había matado la quinta luna

  y bebían agua por las fuentes los abanicos y los aplausos.

  Tibia leche encerrada de las recién paridas

  agitaba las rosas con un largo dolor blanco.

  Enrique,

  Emilio,

  Lorenzo.

  Diana es dura,

  pero a veces tiene los pechos nublados.

  Puede la piedra blanca latir en la sangre del ciervo

  y el ciervo puede soñar por los ojos de un caballo.

  Cuando se hundieron las formas puras

  bajo el cri cri de las margaritas,

  comprendí que me habían asesinado.

  Recorrieron los cafés y los cementerios y las iglesias,

  abrieron los toneles y los armarios,

  destrozaron tres esqueletos para arrancar sus dientes de oro.

  Ya no me encontraron.

  ¿No me encontraron?

  No. No me encontraron.

  Pero se supo que la sexta luna huyó torrente arriba,

  y que el mar recordó ¡de pronto!

  los nombres de todos sus ahogados.

  I had killed the fifth moon

  and the fans and the applause drank water from the fountains.

  Hidden away, the warm milk of newborn girls,

  shook the roses with a long white sorrow.

  Enrique,

  Emilio,

  Lorenzo,

  Diana is hard,

  but sometimes she has breasts of clouds.

  The white stone can beat in the blood of a deer

  and the deer can dream through the eyes of a horse.

  When the pure forms sank

  under the cri cri of daisies

  I understood they had murdered me.

  They searched the cafés and the graveyards and churches,

  they opened the wine casks and wardrobes,

  they destroyed three skeletons to pull out their gold teeth.

  Still they couldn’t find me.

  They couldn’t?

  No. They couldn’t.

  But they learned the sixth moon fled against the torrent,

  and the sea remembered, suddenly,

  the names of all her drowned.

  TU INFANCIA EN MENTON

  Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

  —Jorge Guillén

  Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

  El tren y la mujer que llena el cielo.

  Tu soledad esquiva en los hoteles

  y tu máscara pura de otro signo.

  Es la niñez del mar y tu silencio

  donde los sabios vidrios se quebraban.

  Es tu yerta ignorancia donde estuvo

  mi torso limitado por el fuego.

  Norma de amor te di, hombre de Apolo,

  llanto con ruiseñor enajenado,

  pero, pasto de ruina, te afilabas

  para los breves sueños indecisos.

  Pensamiento de enfrente, luz de ayer,

  índices y señales del acaso.

  Tu cintura de arena sin sosiego

  atiende solo rastros que no escalan.

  Pero yo he de buscar por los rincones

  tu alma tibia sin ti que no te entiende,

  con el dolor de Apolo detenido

  con que he roto la máscara que llevas.

  Allí, león, allí furia del cielo,

  te dejaré pacer en mis mejillas;

  allí, caballo azul de mi locura,

  pulso de nebulosa y minutero,

  he de buscar las piedras de alacranes

  y los vestidos de tu madre niña,

  llanto de media noche y paño roto

  que quitó luna de la sien del muerto.

  Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

  YOUR INFANCY IN MENTON

  Yes, your childhood now a fable of fountains.

  —Jorge Guillén

  Yes, your childhood now a fable of fountains.

  The train and the woman filling the sky.

  Your shy solitude in the hotels

  and your pure mask of another sign.

  It is the sea’s childhood and your silence

  where the wise windows were breaking.

  It is your stiff ignorance where

  my torso was limited by fire.

  I gave you the norm of love, man of Apollo,

  the lament of a crazed nightingale,

  but, pasture of ruin, you sharpened yourself

  for brief, indecisive dreams.

  Thought head on, light of yesterday,

  indices and signs of what may be.

  Your waist of restless sand

  follows only trails that never rise.

  But without you your warm soul

  fails to understand I must search

  the corners of a halted Apollo

  that I’ve used to break the mask you wear.

  There, lion, fury of heaven,

  I will let you graze on my cheeks;

  there, blue horse of my madness,

  pulse of nebula and minute hand,

  I must search for scorpion stones

  and your mother’s childhood clothes,

  midnight lament and torn cloth

  that wiped the moon from the dead man’s temple.

  Yes, your childhood now a fable of fountains.

  Alma extraña de mi hueco de venas,

  te he de buscar pequeña y sin raíces.

  ¡Amor de siempre, amor, amor de nunca!

  ¡Oh, sí! Yo quiero. ¡Amor, amor! Dejadme.

  No me tapen la boca los que buscan

  espigas de Saturno por la nieve

  o castran animales por un cielo,

  clínica y selva de la anatomía.

  Amor, amor, amor. Niñez del mar.

  Tu alma tibia sin ti que no te entiende.

  Amor, amor, un vuelo de la corza

  por el pecho sin fin de la blancura.

  Y tu niñez, amor, y tu niñez.

  El tren y la mujer que llena el cielo.

  Ni tú, ni yo, ni el aire, ni las hojas.

  Sí, tu niñez ya fábula de fuentes.

  Strange soul of the space in my veins,

  I must search for you, small and rootless.

&nb
sp; Love of always, love of never!

  Oh, yes! I want. Love. Let me be.

  Don’t cover my mouth, you

  who search for Saturn’s seed in the snow

  or castrate animals in the sky,

  clinic and jungle of anatomy.

  Love, love. Childhood of the sea.

  Without you your warm soul fails to understand you.

  Love, a doe’s flight

  through the endless breast of whiteness.

  And your childhood, love, and childhood.

  The train and the woman filling the sky.

  Not you, not I, not air, not leaves.

  Yes, your childhood now a fable of fountains.

  II

  Los Negros

  Para Ángel del Río

  II

  The Blacks

  For Ángel del Río

  NORMA Y PARAÍSO DE LOS NEGROS

  Odian la sombra del pájaro

  sobre el pleamar de la blanca mejilla

  y el conflicto de luz y viento

  en el salón de la nieve fría.

  Odian la flecha sin cuerpo,

  el pañuelo exacto de la despedida,

  la aguja que mantiene presión y rosa

  en el gramíneo rubor de la sonrisa.

  Aman el azul desierto,

  las vacilantes expresiones bovinas,

  la mentirosa luna de los polos,

  la danza curva del agua en la orilla.

  Con la ciencia del tronco y del rastro

  llenan de nervios luminosos la arcilla

  y patinan lúbricos por aguas y arenas

  gustando la amarga frescura de su milenaria saliva.

  Es por el azul crujiente,

  azul sin un gusano ni una huella dormida,

  donde los huevos de avestruz quedan eternos

  y deambulan intactas las lluvias bailarinas.

  Es por el azul sin historia,

  azul de una noche sin temor de día,

  azul donde el desnudo del viento va quebrando

  los camellos sonámbulos de las nubes vacías.

  NORM AND PARADISE OF THE BLACKS

  They hate the shadow of the bird

  over the high water of the white cheek

  and the conflict of light and wind

  in the salon of the cold snow.

  They hate the bodiless arrow,

  the precise handkerchief’s farewell,

  the needle that keeps the pressure and the rose

  in the cereal blush of the smile.

  They love the blue desert,

  the swaying bovine expressions,

  the lying moon of the poles,

  the water’s curved dance at the shore.

  With the science of tree trunk and street market

  they fill the clay with luminous nerves

  and lewdly skate on waters and sands

  tasting the bitter freshness of their millennial spit.

  It’s through the crackling blue,

  blue without worm or a sleeping footprint,

  where the ostrich eggs remain eternal

  and the dancing rains wander untouched.

  It’s through the blue without history,

  blue of a night without fear of day,

  blue where the nude of the wind goes splitting

  the sleepwalking camels of the empty clouds.

  Es allí donde sueñan los torsos bajo la gula de la hierba.

  Allí los corales empapan la desesperación de la tinta,

  los durmientes borran sus perfiles bajo la madeja de los

  caracoles

  y queda el hueco de la danza sobre las últimas cenizas.

  It’s there where the torsos dream under the gluttony of grass.

  There the corals soak the ink’s despair,

  the sleepers erase their profiles under the skein of

  snails

  and the space of the dance remains over the final ashes.

  EL REY DE HARLEM

  Con una cuchara,

  arrancaba los ojos a los cocodrilos

  y golpeaba el trasero de los monos.

  Con una cuchara.

  Fuego de siempre dormía en los pedernales

  y los escarabajos borrachos de anís

  olvidaban el musgo de las aldeas.

  Aquel viejo cubierto de setas

  iba al sitio donde lloraban los negros

  mientras crujía la cuchara del rey

  y llegaban los tanques de agua podrida.

  Las rosas huían por los filos

  de las últimas curvas del aire,

  y en los montones de azafrán

  los niños machacaban pequeñas ardillas

  con un rubor de frenesí manchado.

  Es preciso cruzar los puentes

  y llegar al rubor negro

  para que el perfume de pulmón

  nos golpee las sienes con su vestido

  de caliente piña.

  Es preciso matar al rubio vendedor de aguardiente,

  a todos los amigos de la manzana y de la arena,

  y es necesario dar con los puños cerrados

  a las pequeñas judías que tiemblan llenas de burbujas,

  para que el rey de Harlem cante con su muchedumbre,

  THE KING OF HARLEM

  With a spoon

  he scooped out the eyes of crocodiles

  and beat the monkeys’ behinds.

  With a spoon.

  Fire of always slept in the flint

  and the scarabs drunk on anís

  forgot the moss of the villages.

  That old man covered with mushrooms

  went to the place where the blacks were crying

  while the king’s spoon rang

  and the tanks of rotten water arrived.

  The roses fled down the edges

  of the last curves of air,

  and on mounds of saffron

  children crushed small squirrels

  in a flush of stained frenzy.

  One must cross the bridges

  and arrive at the black shame

  so that the lung’s perfume

  hits our temples with its clothing

  of hot pineapple.

  One must kill the blond seller of firewater,

  kill all the friends of street and sand

  and one must punch

  the small Jewish women who tremble full of bubbles,

  so the king of Harlem sings with the crowd,

  para que los cocodrilos duerman en largas filas

  bajo el amianto de la luna,

  y para que nadie dude de la infinita belleza

  de los plumeros, los ralladores, los cobres y las cacerolas

  de las cocinas.

  ¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem! ¡Ay Harlem!

  ¡No hay angustia comparable a tus rojos oprimidos,

  a tu sangre estremecida dentro del eclipse oscuro,

  a tu violencia granate sordomuda en la penumbra,

  a tu gran rey prisionero con un traje de conserje!

  *

  Tenía la noche una hendidura y quietas salamandras de

  marfil.

  Las muchachas americanas

  llevaban niños y monedas en el vientre,

  y los muchachos se desmayaban en la cruz del desperezo.

  Ellos son.

  Ellos son los que beben el whisky de plata junto a los volcanes

  y tragan pedacitos de corazón por las heladas montañas del oso.

  Aquella noche el rey de Harlem,

  con una durísima cuchara

  arrancaba los ojos a los cocodrilos

  y golpeaba el trasero de los monos.

  Con una cuchara.

  Los negros lloraban confundidos

  entre paraguas y soles de oro,

  los mulatos estiraban gomas, ansiosos de llegar al torso

  blanco,

  y el viento empañaba espejos

  y quebraba las venas de los bailarines.

  Negros, Negros, Negros, Negros.

  so
the crocodiles sleep in long lines

  under the asbestos of the moon,

  and no one doubts the infinite beauty

  of the feather dusters, the graters, the copper pots and pans of

  the kitchen.

  Oh Harlem! Harlem!

  There is no anguish compared to your oppressed reds,

  to your blood shaken inside the dark eclipse,

  to your garnet violence, deaf and mute in the shadows,

  to your great prisoner king in his janitor’s uniform.

  *

  The night had a crack and quiet salamanders

  of ivory.

  The American girls

  carried children and coins in the belly

  and the boys fainted stretched on the cross.

  They are.

  They are the ones who drink silver whiskey next to volcanoes

  and swallow bits of heart on the frozen mountain of bear.

  That night the king of Harlem

  with a very hard spoon

  scooped out the eyes of the crocodiles

  and beat the monkeys’ behinds.

  With a spoon.

  The blacks wept, confused

  between umbrellas and suns of gold,

  the mulattos stretched rubber bands, wanting to reach the

  white torso,

  and the wind fogged mirrors

  and broke the veins of the dancers.

  Blacks.

  La sangre no tiene puertas en vuestra noche boca arriba.

  No hay rubor. Sangre furiosa por debajo de las pieles,

  viva en la espina del puñal y en el pecho de los paisajes,

  bajo las pinzas y las retamas de la celeste luna

  de cáncer.

  Sangre que busca por mil caminos muertes enharinadas y

  ceniza de nardo,

  cielos yertos en declive, donde las colonias de planetas

  rueden por las playas con los objetos abandonados.

  Sangre que mira lenta con el rabo del ojo,

  hecha de espartos exprimidos, néctares de subterráneos.

  Sangre que oxida el alisio descuidado en una huella

  y disuelve a las mariposas en los cristales de la ventana.

  Es la sangre que viene, que vendrá

  por los tejados y azoteas, por todas partes,

  para quemar la clorofila de las mujeres rubias,

  para gemir al pie de las camas ante el insomnio de los lavabos

  y estrellarse en una aurora de tabaco y bajo amarillo.

  Hay que huir,

  huir por las esquinas y encerrarse en los últimos pisos,

  porque el tuétano del bosque penetrará por las rendijas

  para dejar en vuestra carne una leve huella de eclipse

  y una falsa tristeza de guante desteñido y rosa química.

  *

 

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