Ancient Cuzco
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13. “En este pueblo de Caxamarca fueron halladas ciertas casas llenas de ropa liada en fardos arrimados hasta los techos de las casas. Dicen que era depósito para bastecer el ejército. Los christianos tomaron la que quisieron, y todavía quedaron las casas tan llenas, que parecía no haber hecho falta la que fue tomada. La ropa es la mejor que en las Indias se ha visto; la mayor parte della es de lana muy delgada y prima, y otra de algodón de diversas colores y bien matizadas” (Xerez 1985: 116 [1534]).
14. “La ropa rica y escogida llevaban al Cuzco, y la demás se ponía en los depósitos, y della se vestía la gente que andaba ocupada en los dichos servicios del inca . . .” (Santillán 1950: 68 [1564]).
15. “Hay casas donde se guardan las contribuciones que traen a los caciques sus tributarios. En alguna, se conservan más de cien mil pájaros resecados porque de sus plumas, de variadísimo colorido, se hacen vestimentas; y hay muchas casas destinadas a semejante almacenaje. Se guardan rodelas, adargas, planchas de cobre para revestir las paredes de las casas, cuchillos y otros utensilios, calzado, petos para soldados y todo ello en tal cantidad que no se concibe cómo se puede tributar en tal escala y con tanta variedad de cosas” (Sancho 1986: 137–138]).
16. “Contaré ahora de lo que en este Cuzco avía cuando en el entramos. Eran tantos los depósitos que avía de ropas muy delicadas y otras más bastas; depósitos de escaños; de comida; de coca; de plumas avía depósitos de una plumería tornasol que parecía oro muy fino; otras de tornasol verde dorado. Era la pluma muy menudita, de unos pajaritos poco mayores que cigarras, que por ser tan chiquitos los llaman pájaros tomines. Crían estos pajaritos solamente en el pecho esta pluma ya dicha, que será poco más que una uña donde la tienen. Avía tanto de ella enhilado en hilo de algodón, muy compuesto alrededor de unos corazones de maguey, hechos trozos de más de un palmo, metido en unas petacas. De esta pluma hacían vestidos que poría espanto donde se podía auer tanta cantidad de este tornasol. Avía asimismo otras muchas plumas de diferentes colores para este efecto de hacer ropas que vestían los señores y señoras, y no otros, en los tiempos de sus fiestas. Avía también mantas hechas de chaquira de oro y de plata, que eran unas contecitas muy delicadas, que parecía cosa de espanto ver su hechura, porque estaba todo lleno de estas cuentas sin parecer hilo ninguno, a manera de ropa de red muy apretada. Asimismo para estas señoras eran estas ropas. Avía depósitos de zapatos hechos la suela de cabuya y lo de encima de el empeine del pié de lana muy fina de muchos colores, a manera de medios zapatones flamencos, sino que cubrían más el empeine del pie dos dedos bajo de la garganta. No podré decir los depósitos que vide de ropas de todos géneros que este reino hacían, que faltaría tiempo para vello y entendimiento para comprender tanta cosa. Muchos depósitos de barretas de cobre para las minas y de costales y sogas, de vasos de plata y platos. Decir de oro y plata que allí se halló era cosa de espanto . . .” (Pedro Pizarro 1986: 99–100 [1571]).
17. “Y assi el dicho Pachacuti Inca Yupanqui le haze la renunciaçión del reyno en su hijo Amaru Topa Inca, el qual jamas lo asepta, antes se aplica á las chacaras y á sus edeficios; y visto assi, el dicho Pachacuti Inca Yupanqui les dize al mayorazgo que si la quería que los dé el reyno á su ermano segundo Topa Inca Yupanqui . . .
Y en este tiempo començo aber gran hambre hasta siete años, sin que en esos siete años obiessen frutos de lo que sembraban. . . . En este tiempo, dizen que el dicho Amaru Topa Inca siempre en esos siete años de hambre los sacaba mucha comida de sus chácaras de Callachaca y Lucriocchullo; y más dicen, que de su chácaras jamas se apartaban nubes, llubiendoles siembre en anocheciendo, y assi dizen que no cayeyan yelos, milagro de nunca creer. . . . Este an hecho los collcas y troxes de las comidas, de mucho tiempo atrás . . .” (Santa Cruz Pachacuti Yamqui Salcamayhua 1950: 245–247 [ca. 1613]).
18. Niles (1984) provides a map of part of the site.
19. “Sobre el cerro, que de la parte de la ciudad es redondo y muy áspero, hay una fortaleza de tierra y de piedra muy hermosa; con sus ventanas grandes que miran á la ciudad y la hacen parecer más hermosa. Hay dentro de ella muchos aposentos y una torre principal en medio hecha á modo de cubo, con cuatro ó cinco cuerpos, uno encima de otro los aposentos y estancias de adentro son pequeños, y las piedras de que esta hecha están muy bien labradas, y tan bien ajustadas unas con otras que no parece que tengan mezcla, y las piedras están tan lisas que parecen tablas acepilladas, con la trabazón en orden, al uso de España, una juntura en contra de otra. Tiene tantas estancias y torres que una persona no la podría ver toda en un día. Y muchos españoles que la han visto y han andado en Lombardía y en otros reinos extraños, dicen que no han visto otro edificio como esta fortaleza, ni castillo más fuerte. Podrían estar dentro cinco mil españoles; no se le puede dar bateria, ni se puede minar, porque esta colocada en una peña. De la parte de la ciudad que es un cerro muy áspero no hay más de una cerca: de la otra parte que es menos áspero hay tres, una más alta que otra, y la última de más adentro es la más alta de todas. La más linda cosa que puede verse de edificios en aquella tierra, son estas cercas, porque son de piedras tan grandes, que nadie que las vea, no dirá que hayan sido puestas allí por manos de hombres humanos, que son tan grandes como trozos de montañas y peñascos, que las hay de altura de treinta palmos, y otros tantos de largo, y otras de veinte y veinticinco, y otras de quince, pero no hay ninguna de ellas tan pequeña que la puedan llevar tres carretas; éstas no son piedras lisas, pero harto bien encajadas y trabadas unas con otras. Los españoles que las ven dicen, que ni el puente de Segovia, ni otro de los edificios que hicieron Hércules ni los Romanos, son cosa tan digna de verse como esto. La ciudad de Tarragona tiene algunas obras en sus murallas hechas por este estilo, pero no tan fuertes ni de piedras tan grandes; estas cercas van dando vuelta que si se les diera batería, no se les podría dar de frente sino al sesgo de las de afuera, estas cercas son de esta misma piedra, y entre muralla y muralla hay tierra y tanta que por encima pueden andar tres carretas juntas. Están hechas á modo de tres gradas, que la una comienza donde acaba la otra, y la otra donde acaba la otra. Toda esta fortaleza era un depósito de armas, porras, lanzas, arcos, flechas, hachas, rodelas, jubones fuertes acoginados de algodón y otras armas de diversas maneras, y vestido para los soldados, recogidos aquí de todos los rumbos de la tierra sujeta á los señores del Cuzco. Tenían muchos colores, azules, amarillos y pardos y muchos otros para pintar; ropas, y mucho estaño y plomo, con otros metales, y mucha plata y algo de oro; muchas mantas y jubones acolchados para los hombres de guerra” (Sancho 1898: 409–411 [1534]).
20. “Pues volviendo al Cuzco, encima del, en un cerro tenían una fortaleza tan fuerte y tan cercada con piedras de cantería y con dos cubos muy altos. Avía piedras en esta cerca tan grandes y tan gruesas, que parecía cosa imposible ha bellas puesto manos, que avía algunas tan anchas como pequenos guadamecies y de grosor de más de una braza tan juntas unas con otras y tan bien encajadas que una punta de un alfiler no se podía meter por las junturas. Era toda de terrados y açuteas. Avía tantos aposentos que cauían en ella más de diez mil indios. Todos estos aposentos estaban ocupados y llenos de armas—lanzas, fléchas, dardos macanas, rodelas, paueses que podrían ir cien indios de bajo de uno a manera de mantas, para tomar fuertes; muchos morriones que se ponían en las cabezas hechos de unas cañas muy tejidas y tan fuertes, que ninguna piedra ni golpe que en ellos les diese les podía hacer daño en las cabezas teniéndole puesto. Avía aquí en esta fortaleza muchas andas en que los señores andaban, como literas. Avía aquí muchos indios que guardaban estos depósitos, y para ver si en los ybiernos se llobían estos terrados y aposentos, para reparallos. Esta fortaleza era cosa impugnable y fuerte si tuviera agua, y de grandes laberintos y aposentos, que no se acauaran de ver ni de entender” (Pedro Pizarro 1986: 104–105 [1571]).
21. A very similar description is provided by Betanzos (1996: 69–70 [1557: Pt. 1, Ch. 16]) as well as by Sarmiento de Gamboa (1906: 101 [1572: Ch. 53]).
22. Mandóse que viniesen de las provinci
as que señalaron veinte mil hombres y que los pueblos les enviasen bastimento necesario y si alguno adoleciese, entrando en su lugar otro, se volviese a su naturaleza, aunque estos indios no residían siempre en la obra sino tiempo limitado y viniendo otros salían ellos, por donde sentían poco el trabajo. Los cuatro mil de estos quebrantaban las pedrerías y sacaban las piedras, los seis mil las andaban trayendo con grandes maromas de cuero y de cabuya; los otros estaban abriendo la sanja y haciendo los cimientos, yendo algunos a cortar horcones y vigas para el enmaderamiento. Y para estar a su placer esta gente, hicieron su alojamiento cada parcialidad por sí, junto adonde se avía de hacer el edificio. Hoy día parecen las más de las paredes de las casas que tuvieron. Andaban veedores mirando cómo se hacían y maestros grandes y de mucho primor (Cieza de Leon 1996b: 147–148 [1554: Pt. 2, Bk. 51])
23. Verdaderamente es consideración ésta que con razón causa espanto y por donde se saca la multitud de gente que era menester para estas fábricas; porque vemos piedras de tan prodigiosa grandeza, que cien hombres no eran bastantes para labrar en un mes una sola; de donde se hace creíble lo que afirman ellos, y es que cuando se labraba la fortaleza del Cuzco, trabajaban en ella de ordinario treinta mil personas; y no es de maravillar, porque la falta de instrumentos, ingenios y maña forzosamente había de acrecentar el trabajo, y así lo hacían todo a fuerza de brazos.
Los instrumentos que tenían para cortar las piedras y labrarlas eran guijarros negros y duros de los ríos, con que labraban machacando más que cortando. Traíanlas, hasta donde era menester, arrastrando; y como carecían de grúas, ruedas e ingenios para subirlas, hacían un terrapleno escarpado arrimado a la obra, y por él rodando las subían; y cuanto iba ereciendo el edificio, tanto iban levantando el terrapleno; la cual traza vi usar en la catedral del Cuzco que se va edificando; porque como los peones que trabajan en la obra son indios, los dejan los maestros y arquitectos españoles que se acomoden a su uso, y ellos hacen para subir la piedra los dichos terraplenos, arrimando tierra a la pared hasta emparejar con lo alto della (Cobo 1964: 262 [1653: Bk. 14, Ch. 12]).
24. The original reads: “parecen las más de las paredes de las casas que tuvieron” (1996b: 148 [1554: Pt. 2, Ch. 51]).
25. Rowe (1944: 50) also documents this site.
26. The only other site in the Cuzco Valley to also contain large numbers of these three ceramic styles was Co. 21.
27. “La tardanza y pesadumbre con que los indios labraban las piedras para los edificios, derribaron todo lo que de cantería pulida estaba edificado dentro de las cercas, que no hay casa en la ciudad que no haya sido labrada con aquella piedra, a lo menos las que han labrado los españoles” (Garcilaso de la Vega 1960: 289 [1609: Pt. 1, Bk. 7, Ch. 29]).
28. See Dean (1998) for information concerning the demolition of Sacsayhuaman.
29. “Desde esta fortaleza se ven en torno de la ciudad muchas casas a un cuarto de legua y media legua, y una legua y en el valle que está en medio rodeado de cerros hay más de cinco mil casas, muchas de ellas son de placer y recreo de señores pasados y otras de los caciques de toda la tierra que residen de continuo en la ciudad. Las otras son casas ó almacenes llenos de mantas, lana, armas, metales y ropas, y de todas las cosas que se crían y fabrican en esta tierra” (Sancho 1998: 412 [1534]).
10. Inca Cuzco
1. Although the preservation of central Cuzco is now closely monitored, the exponential urban growth of Cuzco and its suburbs in the past twenty years has destroyed a large number of important prehistoric sites that once surrounded the city.
2. Other researchers, most notably Harth-Terré (1962), Agurto Calvo (1980, 1987), Gasparini and Margolies (1980), Hyslop (1990), Rowe (1990), and Paredes García (1999), have also produced reconstructions of Inca Cuzco, but they differ in some details to the one presented here. Also see much earlier attempts to reconstruct Inca Cuzco, including those of Markham (1871), Squier (1877: opposite 429), and Uhle (Wurster 1999: 176–177). The fact that several alternative models of the former Inca capital can be derived from largely the same data sources is not surprising, given that our understanding of the Inca capital is fragmentary at best.
3. The earliest complete map of the city is an anonymous seventeenth-century plan held by the British Museum. The earliest partial map has been published by Rowe (1990). See Gutiérrez et al. (1981) for a discussion of other early Cuzco maps. Currently, the most accurate map of central Cuzco and its surviving Inca buildings is that produced by the National Institute of Culture of Cuzco (Plano Catastral de Registro Arqueológico y Monumental del Central Histórico del Cuzco 1979).
4. For more information on the nature of these shrines, their locations, and the social system through which they were maintained, see Bauer (1998).
5. The men left Cajamarca in mid-February and returned in mid-June.
6. Pedro Pizarro (1921: 207 [1571]) lists only two Spaniards (Martín Bueno and Pedro Martín de Moguer) and an unnamed Inca official. Cieza de León (1998: 224 [1554: Pt. 2, Ch. 5]) records the names of all three Spaniards (Martín Bueno, Pedro de Moguer, [Juan de] Zárate). Other writers, such as Zárate (1995 [1555]), who was then copied by Garcilaso de la Vega (1966: 287 [1609: Vol. 1, Bk. 5, Ch. 11]), incorrectly suggest that the expedition included Hernando de Soto and Pedro del Barco.
7. Xerez (1985: 72 [1534]) states that this official was a brother of Atahualpa.
8. Mena (1929: 36 [1534]).
9. “Dijo que la ciudad del Cuzco es tan grande como se ha dicho, y que está asentada en una ladera cerca del llano. Las calles muy bien concertadas y empedradas, y en ocho días que allí estuvieron no pudieron ver todo lo que allí había” (Xerez 1985: 149 [1534]).
10. Several so-called benches (or altars) were recovered during the early years of the conquest. See Pedro Pizarro (1921: 212 [1571]), Betanzos (1996: 11 [1557: Bk. 1, Ch. 2]), and Sarmiento de Gamboa (1906: 28 [1572: Ch. 7]).
11. “En otra casa muy grande hallaron muchos cántaros de barro cubiertos con hoja de oro: que pesaban mucho. No se los quisieron quebrar, por no enojar a los indios. En aquella casa estaban muchas mujeres: y estaban dos indios en manera de embalsamados: y junto con ellos estaba una mujer viva con una máscara de oro en la cara aventando con un aventador el polvo y las moscas: y ellos tenían en las manos un bastón muy rico de oro. La mujer no los consintió entrar dentro, sino se descalzasen: y descalzándose fueron á ver aquellos bultos secos: y les sacaron muchas piezas ricas: y no se las acabaron de sacar todas: porque el cacique Atabalipa les avía rogado que no se las sacasen diciendo que aquel era su padre el Cuzco: y por esto no osaron sacarle más” (Mena 1967: 93 [1534]).
12. “La ciudad del Cuzco por ser la principal de todas donde tenían su residencia los senores, es tan grande y tan hermosa que séria digna de verse aun en España, y toda llena de palacios de señores, porque en ella no vive gente pobre, y cada señor labra en ella su casa y asímismo todos los caciques, aunque . . . éstos no habitaban en ella continuo. La mayor parte de estas casas son de piedra y las otras tienen la mitad de la fachada de piedra; hay muchas casas de adobe, y están hechas con muy buen orden, hechas calles en forma de cruz, muy derechas, todas empedradas y por en medio de cada una va un caño de agua revestida de piedra. La falta que tienen es el ser angostas, porque de un lado del caño sólo pueden andar un hombre á caballo y otro del otro lado” (Sancho de la Hoz 1898: 407–408 [1534]).
13. “Verdaderamente era cosa digna de verse esta casa donde se fundía llena de tanto oro en planchas de ocho y diez libras cada una, y en vajilla; ollas y piezas de diversas figuras con que se servían aquellos señores, y entre otras cosas singulares eran muy de ver cuatro carneros de oro fino muy grandes, y diez ó doce figuras de mujer, del tamaño de las mujeres de aquella tierra, todas de oro fino, tan hermosas y bien hechas como si estuvieran vivas. Estas las tenían ellos en tanta veneración como si fueran seńoras de todo el mundo, y vivas, y las vestían de ropas hermosas y finísimas, y las adoraban por Diosas, y les daban de comer y hablaban con ellas como si fueran mujeres de carne. . . . Todo es
te tesoro lo dividió y repartió el Gobernador entre los españoles que fueron al Cuzco y los que se quedaron en la ciudad de Xauxa, . . .” (Sancho de la Hoz 1898: 391–392 [1534]).
14. “En el mes de Marzo de 1534 ordenó el Gobernador que se reunieran en esta ciudad la mayor parte de los españoles que tenía consigo, é hizo un acta de fundación y formación del pueblo, diciendo que lo asentaba y fundaba en su mismo ser, y tomó posesión de él en medio de la plaza y en señal de fundar y comenzar á edificar el pueblo y colonia hizo ciertas ceremonias, según se contiene en la acta que se hizo, la que yo el escribano leí en voz alta á presencia de todos: y se puso el nombre á la ciudad ‘la muy noble y gran ciudad del Cuzco,’ y continuando la población dispuso la casa para la iglesia que había de hacerse en la dicha ciudad sus términos, límites y jurisdicción, y en seguida echó bando diciendo que podían venir á poblar aquí y serían recibidos por vecinos. . . .” (Sancho de la Hoz 1898: 392–393 [1534]).
15. Quechua: cusi = happy; pata = terrace.
16. Quechua: haucay = tranquil; pata = terrace.
17. The central plaza of Cuzco is not oriented along the cardinal directions. However, for the sake of conformity, I follow Garcilaso de la Vega’s conventions in calling the northwest side of the plaza, the “north side”; the northeast side, “the east side”; the southeast side, “the south side”; and the southwest side, the “west side.”
18. “Y así afirmaban que toda aquella plaza del Cuzco le sacaron la tierra propia y se llevó a otras partes por cosa de gran estima, y la hincharon de arena de la costa de la mar como hasta dos palmos y medio, en algunas partes más; sembraron por toda ella muchos vasos de oro y plata y ovejuelas y hombrecillos pequeños de lo mismo, lo cual se ha sacado en mucha cantidad, que todo lo hemos visto; de esta arena estaba toda la plaza cuando yo fui a gobernar aquella ciudad, y si fue verdad que aquella arena se trajo de ellos afirman y tienen puestos en sus registros, parecemé que será así que toda la tierra junta tuvo necesidad de entender en ello, porque la plaza es grande y no tiene número las cargas que en ella entraron, y la costa por lo más cerca está más de noventa leguas a lo que creo, y cierto yo me satisfice, porque todos dicen que aquel género de arena no le hay hasta la costa; que yo hice toda la información posible así entre indios como entre españoles, inquiriendo la razón de haberla traído, dicen haber sido por reverencia del Tiziviracocha, a quien ellos dirigen principalmente sus sacrificios . . . y es así que abriéndose los cimientos de la Iglesia Mayor del Cuzco, y siendo la arena que se hallaba ruin y lejos, dijeron los artífices que si no se tomaba la de la plaza, que sería mucha la costa, porque la que se hallaba era ruin y dificultosa de traer, y así yo la hice quitar toda, que fue grandísima cantidad, y la igualamos con otra tierra, lo cuál allá por sus opiniones sintieron los indios en extremo y no lo pagaron mal si lo pusiéramos en precio el dejar la plaza como se estaba, que después que lo entendí, la di de mejor voluntad a la iglesia y no hay duda si no que valió más de cuatro mil castellanos porque mucho más le costará traer y no de provecho, y con ella hice cuatro puentes de cantería en el mismo río de la ciudad, en que se ahorró mucho trabajo y costa porque fue muy gran cantidad, y otras obras que allí se hicieron de provecho, y lo principal fue quitarles la reverencia grande que se tenía a aquella plaza por esta razón” (Polo de Ondegardo 1990: 97–99 [1571]).