La guía secreta de Harry Potter

Home > Other > La guía secreta de Harry Potter > Page 11
La guía secreta de Harry Potter Page 11

by Pablo C. Reyna


  Ministros de Magia en la Historia

  El cargo más alto del Ministerio es el de Ministro de Magia, elegido democráticamente. Kingsley Shacklebolt es el nuevo Ministro tras la Batalla de Hogwarts, pero muchos le han precedido en el cargo. Antes de Fudge gobernó Millicent Bagnold, durante los ochenta, y retrocediendo más en el tiempo encontramos a Artemisia Lufkin (1754-1825), famosa por ser la primera mujer Ministra de Magia entre 1798 y 1811. Los miembros más ancianos del Wizengamot se indignaron por la designación, pero el mundo mágico le llevaba al muggle muchos años de ventaja: la primera mujer muggle en convertirse en Primera Ministra fue Margaret Thatcher, casi dos siglos después que su homologa bruja. Sus reuniones con el mundo mágico eran con otra mujer, Millicent Bagnold, señal de que el mundo ya había comenzado su transformación. Y es que cuando se publicó Harry Potter y el Príncipe Mestizo, más de uno quedó decepcionado al comprobar que la sustituta de Fudge no era Amelia Bones…

  ¿Es un cargo verdaderamente democrático?

  La saga no menciona la forma de elección del Ministro de Magia, simplemente se dice que es democrática. De todos los Ministros conocidos, no tenemos constancia de ninguno que no trabajase en el Ministerio con anterioridad, lo que podría ser un requisito indispensable para el cargo. Tampoco se conocen partidos políticos, sólo aspirantes. En los siete años en los que transcurre la saga hay tres cambios de poder y en ninguno se menciona que los ciudadanos voten, así que es posible que la elección corresponda a los miembros del Wizengamot. Si los miembros del Wizengamot son elegidos por los ciudadanos o no, es otro misterio…

  ¿Quién manda más, el Primer Ministro o el Ministro de Magia?

  A pesar de que la sociedad mágica se organiza con independencia del mundo muggle, su gobernador no es Primer Ministro sino Ministro de Magia, como si su competencia sólo fuese una fracción de todo el campo de actuación del gobernante muggle. El Primer Ministro no elige al Ministro de Magia ni viceversa, y sus legislaturas cumplen periodos alternativos. Sin embargo, el Ministro de Magia tiene una serie de obligaciones con el Primer Ministro, lo que hace imaginar una posible subordinación. Esto no ocurre en el sentido inverso.

  Cuando el Ministro de Magia es elegido, tiene el compromiso de acudir al despacho del Primer Ministro muggle para presentarse. Lo mismo cuando hay nuevo Primer Ministro. Del mismo modo, si sucede cualquier acontecimiento peligroso en el mundo mágico (como la fuga de presos de Azkaban, o la entrada de dragones en el país), el Ministro de Magia debe informar al Primer Ministro, de acuerdo con la normativa. El Ministerio de Magia podría ser un ministerio independiente pero en un escalón inferior de la jerarquía respecto al Primer Ministro. Después de todo los magos y las brujas también se benefician de los bienes públicos, ya sean puentes, escuelas de primaria o policías.

  La relación entre el gobierno mágico y el muggle viene de lejos: a finales del siglo XVII los magos y las brujas tuvieron que pedir amparo a los reyes Guillermo y María, soberanos británicos, para que las leyes muggles también les protegiesen a ellos. La reunión fue un fiasco, porque la delegación mágica no consiguió sus propósitos. Es posible que ello desencadenase la creación del Estatuto Internacional del Secreto de los Magos, que se introdujo apenas unos años después, en 1692. Lo que parece seguro es que los magos ya no acuden a los monarcas británicos para solucionar sus problemas, sino que lo hacen directamente con el Primer Ministro. ¿Estará enterada la reina Isabel II de todo lo que ocurre en el 10 de Downing Street?

  Sabemos que el orfanato donde se crió Tom Ryddle se encuentra cerca de Vauxhall Road, en el centro de Londres. Gracias a la visita de Dumbledore también lo conocemos por dentro, pero no es hasta la película de Harry Potter y el Príncipe Mestizo cuando descubrimos el nombre del centro: Wool’s. Un detalle poco importante, ¿pero seríamos fans si no nos importasen estos detalles?

  ¿Es una asamblea para realizar juicios importantes? ¿Es lo que conoceríamos como el congreso de los diputados para los magos? ¿O es un poco de todo?

  Si al Primer Ministro lo eligen los miembros del Wizengamot, hay que preguntarse cómo se eligen a éstos. El sistema puede ser parecido al español, con listas cerradas, o Rowling podría haberse inspirado en un modelo más ajustado al del gobierno británico muggle. La mayoría de sus miembros son octogenarios (la media de edad en los noventa era de 87 años), y son elegidos por un plazo máximo de tiempo, que algunos quieren reducir. Como no podía ser de otra manera, el Wizengamot no acepta duendes entre sus filas, desandando el camino que otros habían recorrido en siglos anteriores, cuando hasta las harpías podían formar parte de estos claustros. Un 18% de los magos de Reino Unido querría que la pureza de sangre fuese un requisito para participar en este tribunal, un porcentaje muy bajo que calmará a más de un hijo de muggles. Observando otros fenómenos xenófobos del mundo muggle (que mucho tienen que ver con los mortífagos), ni Adolf Hitler logró un apoyo tan bajo en sus peores resultados electorales. Teniendo en cuenta que hay una relación sustancial entre el mago tenebroso Grindelwald y el canciller alemán, los magos pueden estar tranquilos porque el Wizengamot está a salvo de momento.

  A más de uno le ha vuelto loco el parecido entre encantamiento, transfiguración y hechizo, ¡y cuánto se complican las cosas si además añadimos los embrujos, maleficios y maldiciones! Su definición es mucho más sencilla de lo que parece a simple vista.

  Hechizo: término genérico para los artificios de varita. Encantamiento: añade propiedades mágicas a la persona, animal u objeto.

  Transformación: no se conforma con añadir propiedades mágicas. Transfigura todo su ser, incluso su estructura molecular.

  Embrujos: pretenden molestar a alguien, pero no son demasiado dañinos. A menudo se emplean como bromas o en peleas de niños. Merwyn la Maliciosa era una experta en estas artes. Maleficio: se pretende un daño serio en el oponente. Maldición: comprende la magia negra más siniestra.

  Esta categorización de magia es enteramente original de Rowling, y difiere mucho de la de otros escritores de fantasía. La trilogía Memorias de Idhún, de la valenciana Laura Gallego, no distingue entre hechizos y conjuros, y ni rastro de encantamientos o maleficios. Hay otras novelas en las que la magia existe pero no recibe ningún nombre especial: tal es el caso de Una Canción de Hielo y Fuego, del estadounidense George R. R. Martin. Si cada libro es un mundo, no es de extrañar que cada escritor imponga sus propias normas para la magia que describe.

  EXPECTO PATRONUM

  Aunque algunos se dejen impresionar por el tamaño de los patronus más gigantescos, lo cierto es que las medidas no afectan a su fuerza. Un dementor sufrirá igual las consecuencias de un patronus conejo que de un patronus elefante. La fuerza radica en los pensamientos felices que lo invoquen, y no en la forma de su animal. Es el medio de comunicación de la Orden del Fénix por excelencia, ideado por Dumbledore, y los mortífagos no podrían copiarles la idea sin perjudicar a sus aliados los dementores. El patronus es exclusivo de la persona y no puede ser falsificado ni interceptado, como sí ocurre con las lechuzas o conversaciones entre chimeneas.

  No es ningún invento del último siglo: Andros el Invencible ya lo conjuraba en la Antigua Grecia, y la leyenda dice que su aspecto era gigantesco. Es extraño, porque salvo por la excepción de Albus Dumbledore (cuyo patronus era un fénix), el del resto de los personajes son criaturas de la fauna muggle, sin rastro de dragones, fwoppers o diricawls. Tampoco se sabe nada de la relación entre las formas del patronus y el animago, que en algunos casos (como el de McGonagall) coinciden. Dado que el mago no puede elegirlas, tenemos que suponer que la magia responde a caprichos muy extraños e imprevisibles. ¿Pero cuál puede ser ese nexo de unión entre el mago y la criatura? Hay que servirse de algunos ejemplos para comprender el cerebro de J. K. Rowling:

  Aberforth Dumbledore (una cabra): Parece que la cabra sea el animal que persigue a Aberforth de por vida, incluso desde su infancia. Ya de pequeño le gustaban los cuentos protagonizados por este animal (Gruñona, la cabra era su favorito, tal como se describe en Los Cuentos de Beedle el Bardo), y su
afición siguió en la edad adulta, cuando no se despegaba de ellas ni en Cabeza de Puerco. En este caso, la forma que adopta el patronus no es ninguna sorpresa. Igual que con Umbridge, la adoración por el animal se ha traducido en un potente patronus corpóreo.

  Albus Dumbledore (un fénix): Su caso es controvertido, porque supone el único patronus de todos los conocidos que no tiene forma de animal no mágico. Hasta que Rowling aclaró el embrollo, una de las teorías más populares sostenía que los patronus sólo podían ser animales de la fauna muggle, como demostraban los ciervos, nutrias o perros de compañía, pero esta ave mágica puso del revés todas las creencias establecidas. ¿El fénix de Albus es un fénix cualquiera, o se trata del mismo Fawkes? ¿Qué vino antes, el patronus o su mascota? Teniendo en cuenta que a sus diecisiete años no se hace mención del animal con el que le conoceríamos décadas después, podemos presumir que Dumbledore no tomó posesión de su mascota hasta que ya sabía que era la forma de su patronus. Es más… ¿no sería precisamente la razón por la que se hizo con Fawkes?

  Arthur Weasley (una comadreja): Este patronus, que resultaba tan obvio en la edición original del texto, pasó más desapercibido en la traducción al castellano. No es para menos: Rowling se aprovechaba de un juego de palabras, ya que comadreja en inglés se dice weasel, cuya pronunciación es prácticamente idéntica a la de «Weasley». La escritora nunca ha ocultado la coincidencia, y reconoce que siente predilección por este animal considerado de mal agüero. No para ella, desde luego.

  Cho Chang (un cisne): Si bien es cierto que los libros nunca especifican la raza de Cho, el nombre sitúa sus orígenes en el continente asiático, dato que no fue ignorado en el casting de Harry Potter y la Orden del Fénix, donde se buscó una chica británica de ascendencia oriental. Por eso no resulta extraño que el patronus sea un cisne, símbolo asiático de la pureza, la luz y la elegancia.

  Dolores Umbridge (un gato): Sólo hay que recordar sus despachos, tanto en Hogwarts como en el Ministerio de Magia, para comprender la relación.

  Ernie Macmillan (un jabalí).

  Ginny Weasley (un caballo).

  Harry Potter (un ciervo). El mismo patronus que su padre.

  Hermione Granger (una nutria): Se trata del animal favorito de J. K. Rowling.

  James Potter (un ciervo).

  Kingsley Shacklebolt (un lince): Existen muchas variedades de este animal, y el libro no especifica de cuál se trata. Sin embargo, por la vestimenta africana con la que se mueve el personaje en la quinta película podemos deducir que se trata de un caracal, el «lince africano».

  Lily Potter (una cierva): El patronus de la madre de Harry es la versión femenina del de James, lo que confirma que los sentimientos pueden afectar al encantamiento (ya lo vimos con Nymphadora, afectada por Lupin). La peculiaridad del patronus de Lily, igual que el de Snape, es que el patronus es un animal hembra. El detalle de estas criaturas fantasmales no podría terminar en el sexo, sino también en las características particulares (la marca alrededor de los ojos del gato de McGonagall, o el pelaje del de Umbridge). Lo más sorprendente es que el sexo de un patronus puede ser distinto del sexo de quien lo conjura. ¿A qué responderá tan intrigante magia?

  Luna Lovegood (una liebre): La leyenda de la liebre y la luna es sobradamente conocida, por lo que a nadie puede sorprender que Luna Lovegood tenga precisamente este animal por patronus. La mitología de distintas culturas simbolizaban las deidades lunares con la liebre, e incluso los japoneses tienen una leyenda que las une por toda la eternidad.

  Minerva McGonagall (un gato).

  Nymphadora Tonks (un lobo).

  Ron Weasley (un Jack Russell): Con el patronus de Ron descubrimos otra peculiaridad de los patronus, y es que no sólo pueden adoptar la forma de animales mágicos o no mágicos, machos o hembras, sino que incluso tienen una edad concreta. El de Ron es un cachorro, pero no se espera que crezca por más que pasen los años: es un espíritu de magia, después de todo.

  Seamus Finnigan (un zorro).

  Severus Snape (una cierva).

  ENCANTAMIENTO FIDELIUS

  Por si no recuerdas en qué consistía este encantamiento, en Harry Potter y el Prisionero de Azkaban se explica muy bien: es una información que es absolutamente imposible de averiguar, porque el secreto está oculto en una persona. Nadie más podrá saber lo que oculta a menos que ésta decida divulgarlo, en calidad del Guardián del Secreto (y Peter Pettigrew lo hizo, por si alguien cree que nadie sería capaz de caer tan bajo).

  ¿Qué sucede cuando el Guardián del Secreto fallece? Buena pregunta, a la que J. K. Rowling dio respuesta en su página web. Explicó que el Guardián del Secreto es el único que puede revelar la información, cuando ni los propios involucrados podrían hacerlo. A su muerte, el secreto muere con él.

  Sin embargo no había pasado un año desde esta explicación cuando Rowling se contradijo de lleno: en Harry Potter y las Reliquias de la Muerte se da una respuesta distinta, revelando que a la muerte del Guardián del Secreto todos los que conocían su secreto se convierten a la vez en Guardianes del Secreto, a partes iguales. Lo vimos con Grimmauld Place y la muerte de Dumbledore, y es por culpa de Hermione que los tres amigos no pueden regresar a la casa de los Black. Cuando dos fuentes se contradicen (en este cuso, JKRowling.com y el séptimo libro) siempre prevalece la más reciente, de modo que la explicación tendría que ajustarse a la del último, pero la escritora podría haber cometido un error de cálculo: en primer lugar porque mientras que en su web escribió un texto dedicado al asunto, en el libro apenas le dio importancia. Rowling podría no haber intentado reinventar, sino equivocarse en un ejercicio de memoria. Tiene más sentido la primera explicación, porque si a la muerte del Guardián del Secreto todos los demás lo fuesen, uno de los objetivos primarios de Lord Voldemort hubiese sido matar a Colagusano: así no tendría que haberse ganado su confianza escurridiza, y podría haber conseguido el secreto a través de muchas personas: Sirius, Dumbledore, Bathilda Bagshot y todos los demás que visitaban la casa de los Potter. El encantamiento Fidelius se basa en la confianza en el depositario del secreto, pero si a la muerte de éste la información fuese conocida por terceros, incluso desconocidos para los interesados, perdería toda su fuerza y poder.

  ENCANTAMIENTOS MODIFICADORES DE MEMORIA

  Gilderoy Lockhart era un farsante y fanfarrón, pero nadie puede negarle su talento con los hechizos desmemorizadores. Fueron creados por Mnemone Radford (1562-1649), primera desmemorizadora del Ministerio de Magia, y se dividen en dos tipos: los que borran la memoria por completo y los que simplemente modifican unos recuerdos específicos, estos últimos más fáciles de realizar.

  No se desmemoriza a todos los muggles. Los hay que tienen que saber, como los padres de estudiantes de Hogwarts o sus parejas. Para evitar que un mago revele su don a todas las muggles con las que sale (podría ser el caso del alumno Roger Davies, al que se le conocen muchas parejas), el Ministerio de Magia podría haber impuesto la norma de revelar el secreto únicamente cuando existiese compromiso de matrimonio. Eso explicaría por qué la señora Finnigan no le contó a su marido que era bruja hasta que estaban casados. A ese mismo problema se tendrá que enfrentar Cho Chang con su pareja muggle, aunque no sabemos si ella esperará al altar para dar la noticia.

  Es evidente que el escuadrón de desmemorizadores no ha funcionado siempre a pleno rendimiento. Son muchas las filtraciones del mundo mágico que los magos no han podido tapar: desde el Monstruo del Lago Ness hasta el Yeti, los muggles han conocido buena parte del bestiario. La de Harry Potter no es la única saga en la que los que «saben» tienen que hacer olvidar al resto: ya lo vimos en Men In Black, con su peculiar flash desmemorizante. Es una casualidad, pero tanto el libro como la película aparecieron en julio de 1997.

  LOS INMARCABLES

  En Harry Potter y el Cáliz de Fuego aprendimos que determinados edificios pueden evitar aparecer en los mapas, gracias a poderosos hechizos. Desconocíamos entonces que también las personas pueden hacerse «inencontrables», de modo que ni las lechuzas puedan dar con ellas. Lord Vo
ldemort es un ejemplo, y Sirius Black otro. En Harry Potter y las Reliquias de la Muerte el trío huye constantemente de los mortífagos, por lo que es posible que ellos también sean «inmarcables». Sin embargo, el libro no menciona que realicen tal hechizo, por lo que todo lo que Voldemort hubiese necesitado para encontrar a su enemigo habría sido una lechuza a la que poder seguir. Resulta cómica la idea, así que esperamos que la inteligente Hermione realizase el hechizo y Rowling olvidó mencionarlo.

  Desde el Apagador hasta el Vocifeador, pasando por la Recordadora, el universo de J. K. Rowling es muy rico en lo que a objetos especiales y mágicos se refiere. Los magos inventores han desafiado a la tecnología creando cachivaches como el Chivatoscopio (una genialidad de Edgar Stroulger, en el siglo XVIII) o desarrollando medios de transporte como los Polvos Flú (creados por Ignatia Wildsmith entre el siglo XIII y XIV). Otros objetos, por el contrario, son meras adaptaciones de los inventos de los muggles, como el ajedrez mágico o la maquinilla de afeitar mágica. No son tan tontos estos no-mágicos…

  Son como una fiebre para los coleccionistas, y toda una lección de historia para los niños. Los Cromos de Magos Famosos, repartidos con las ranas de chocolate, recogen decenas de personalidades destacadas del mundo mágico, principalmente británicas. Hay excepciones, como la del especialista en criaturas chinas Quong Po (1443-1539), o Mopsus, mago de la Antigua Grecia.

  Los cromos no sólo incluyen magos y brujas que han realizado méritos por la magia, como Elladora Ketteridge (1656-1729) por descubrir el uso de las branquialgas, sino que también añade a personajes cuyo prestigio es más que cuestionable. Derwent Shimpling (1912-Presente), por ejemplo, pasará a la historia por comerse una tentácula venenosa y sobrevivir. Hay celebridades para todos los gustos, y algunas muy orgullosas de formar parte de tan variopinta colección. Dumbledore lo considera el mayor mérito de su vida, más que derrotar a Grindelwald o descubrir los doce usos de la sangre de dragón.

 

‹ Prev