La guía secreta de Harry Potter

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La guía secreta de Harry Potter Page 12

by Pablo C. Reyna


  En Harry Potter y la Piedra Filosofal Harry se sorprende de que los retratados aparezcan y desaparezcan del cromo. Ron, que ya está acostumbrado a estas idas y venidas de los magos famosos, replica que no pueden estar ahí todo el tiempo. Posiblemente la explicación sea otra (no sería la primera vez que Ron se equivoca), porque los que aparecen en los cromos no son los magos auténticos, sino sus imágenes: igual que si fuesen retratos mágicos, en resumen. Sin embargo, los cromos no siguen las mismas normas, porque los personajes no pueden ni visitar otros cromos ni tampoco otros retratos (de lo contrario, sería una forma perfecta de espionaje. ¡Dumbledore podría vigilar todos los lugares donde estuviese su cromo!).

  El coche turquesa de los Weasley esconde más de lo que parece a simple vista: su modelo no está escogido al azar, ni siquiera el color, ya que es el coche que usaba J. K. Rowling en sus correrías de la adolescencia. Lo conducía Séan Harris, el mismo amigo que inspiró el personaje de Ron Weasley. Para los fanáticos por conocer los más mínimos detalles de la saga, la matrícula es «HOW777». Esta vez no hizo falta preguntárselo: ella misma se lo reveló al ilustrador que realizó la portada británica de Harry Potter y la Cámara de los Secretos, aunque el detalle quedó fuera del enmarque. ¿777? Sí, el siete es el número mágico por excelencia: siete libros, siete horcruxes, siete hermanos Weasley o el misterio de la runa siete, la única que no se ha descifrado hasta ahora. Sí se han descubierto, mérito de la aritmántica Bridget Wenlock (1202-1320), las propiedades mágicas del número siete. Lástima que Rowling no haya compartido esos conocimientos con nosotros, porque es evidente que esa cifra guarda muchos secretos relacionados con la historia.

  Cuando Harry Potter y la Cámara de los Secretos fue llevada al cine, hizo falta incluir la advertencia de copyright de la marca Ford en todos los productos relacionados. El coche simboliza mucho para la autora y no quería que ningún otro modelo apareciese en la gran pantalla. ¿Y quién iba a negarle algo a J. K. Rowling?

  No es de extrañar que J. K. Rowling no quiera profundizar en el asunto: los horcruxes son un triste ejemplo de lo lejos que puede llegar la magia tenebrosa, y se negó a responder cuando un fan le preguntó el hechizo que había que realizar para crearlos. La escritora lo describe como un «receptáculo en el cual un mago tenebroso ha ocultado un fragmento de su alma con el propósito de lograr la inmortalidad», lo que da bastantes pistas sobre la perversidad del objeto, y es exactamente lo que conocemos en el libro. El primer horcrux conocido lo creó Herpo el Loco en la Grecia Antigua: sí, el mismo que creó el basilisco y que también sabía hablar pársel. Rowling ha recurrido a este personaje en al menos tres ocasiones para culparle de la mitad del trabajo sucio de Voldemort. Suponemos que la espontaneidad de las entrevistas provoca estos efectos secundarios: si la escritora es pillada por sorpresa por una pregunta para la que no había pensado respuesta, recurrirá a los magos que tiene más frescos en la memoria.

  No sería de extrañar que Herpo, al igual que Lord Voldemort, utilizase un basilisco para la creación del horcrux.

  La creación de los seis primeros

  Lord Voldemort preparó concienzudamente sus seis primeros horcruxes, y necesitó una muerte para cada uno de ellos. El diario de Tom Ryddle se hizo con Myrtle la Llorona, el anillo de Cadmus Peverell con la muerte de su padre, el del medallón de Slytherin con un vagabundo muggle (posiblemente cercano a la Cueva, por lo que Voldemort lo tuvo a mano cuando necesitó una muerte), la Copa de Hufflepuff con Hepzibah Smith, Nagini con Bertha Jorkins y la tiara de Rowena Ravenclaw gracias a un campesino albano que se encontraba cerca de ahí, lo que explica que Voldemort estuviera tan ansioso por volver a escindir su alma que no pudo esperar a llegar a Reino Unido para crear el nuevo horcrux.

  Albania tiene una relevancia inusitada en la saga, ya que Voldemort se refugia en sus bosques durante las dos ocasiones en las que pierde su cuerpo. La magia del horcrux nos es desconocida, pero podría ocurrir que hubiera una escisión del alma más poderosa que todas las demás, quizá por ser la primera, y eso provocara que Voldemort volviese a ella (al tronco del árbol en el bosque) cada vez que era destruido. ¿Por qué, si no, iba a recorrer los casi dos mil kilómetros de distancia que separan Inglaterra de Albania, si no fuese por una magia poderosa? El primer horcrux, según esta teoría, sería el más poderoso y dominante.

  R.A.B., un secreto que no lo fue tanto

  El misterio de la identidad que se escondía detrás de las iniciales de R. A.B., el mago que había robado el medallón de Slytherin, duró bien poco: dado que el libro no decía siquiera que R.A.B. era una persona, los traductores contactaron con Rowling para preguntarle si era un término que mereciese traducción o si por el contrario debían dejarlo como el original. La escritora les respondió sin pelos en la lengua informando que se trataba de Regulus Arcturus Black, el hermano de Sirius, detalle que algunos idiomas requirieron a consecuencia de su adaptación de nombres (en la edición holandesa, por ejemplo, los Black son los Zwarts; R.A.B. es R.A.Z.). La información se filtró gracias a una traductora europea y Rowling pidió a los sitios fans que la retirasen, pero ya era demasiado tarde. Desde aquel día nadie más volvió a preguntarse por la identidad de R.A.B. y cuando un año después se publicó el árbol genealógico de los Black, a ningún fan le sorprendió ver un pariente llamado Arcturus. Después de todo es muy habitual que los magos hereden los segundos nombres de parientes. Rowling, que había dado el segundo nombre a los traductores por amabilidad, se arrepintió de su gesto de cortesía.

  Una breve explicación del nombre

  «Horcruxes» es una palabra inventada por Rowling, después de mucho tiempo buscando el vocablo adecuado: «Tras mucha transposición de sílabas, garabateé “Horcrux” en una pieza de papel y supe que era La Elegida. ¿Pero qué pasaba si alguien la había utilizado antes? Rápidamente escribí «Horcrux» en Google y, para mi satisfacción, vi lo que estaba esperando: «Tu búsqueda - Horcrux» - no produjo ningún documento». No es extraño que Rowling compruebe en Google que su imaginación no le juega una mala pasada, ya que algunas palabras que ella creía haber inventado no eran tan originales como pensaba. Es el caso de Hogwarts, nombre del que se creía autora hasta que descubrió que su subconsciente le había engañado: pocos años antes lo había visto es unos jardines del sur de Inglaterra. Era el nombre de unos lirios.

  Por cierto: actualmente aparecen casi 300.000 resultados de la búsqueda de «Horcrux»; nada que ver con «Harry Potter», uno de los nombres más populares en Google y que provoca más de 82 millones de resultados, más que «Jesucristo» o «John Kennedy».

  Su primera aparición fue en Harry Potter y la Piedra Filosofal, cuando un tal Sirius Black (no volveríamos a oír de él hasta el tercer libro) se la prestó a Hagrid. La pasión del padrino de Harry por las motos viene de lejos: su habitación está atiborrada de fotos que lo demuestran y con dieciocho años ya era dueño de la moto legendaria, cuando junto a James vive la emoción de una persecución de la policía muggle. La aventura de una de sus carreras fue redactada por Rowling y subastada con fines benéficos. Sus ochocientas palabras, por desgracia, no lograron la misma recaudación que sus otros manuscritos ni logró entusiasmar a los fans.

  La moto voladora ha cambiado de dueño casi tantas veces como el medallón de Salazar Slytherin: de Sirius a Hagrid, que la tomó como propia después del encarcelamiento de su dueño original; el guardabosques le hizo algunos cambios. La moto quedó destrozada después de la huida de Privet Drive, pero Arthur Weasley la reparó para que Harry Potter (su legítimo dueño, como heredero de Sirius Black) pudiese quedársela.

  Una ruta sospechosa

  Cuando Hagrid menciona que sobrevoló la ciudad de Bristol en su viaje desde el Valle de Godric hasta Privet Drive, da una pista sobre la localización del sitio. Tratándose de una ciudad costera, sería razonable creer que Hagrid volaba desde Gales o, más allá, desde Irlanda. Sin embargo, Harry Potter y las Reliquias de la Muerte es muy explícito al respecto, y señala el suroeste de Inglaterra como localización del Valle de Godric. El pueblo podría estar situado ce
rca de Yate, lugar que vio nacer a la autora, o Tutshill, donde se crió. También puede haber otra explicación: Hagrid se desvió unos cuantos kilómetros de la ruta quizás a consecuencia del alcohol de las fiestas de celebración. No hay nada peor que conducir bebido, ¡y menos con un bebé a bordo!

  El misterio de las veinticuatro horas

  Los fans más pasionales todavía buscan una explicación a los acontecimientos del primer capítulo de la saga: si los Potter fueron asesinados el 31 de octubre, y Hagrid no llegó a Privet Drive hasta la noche del 1 de noviembre, ¿qué ocurrió durante ese día completo, que dio tiempo a tantas fiestas y celebraciones y sin embargo ellos necesitaron tantas horas para un viaje de poco más de cien kilómetros? Se han planteado muchas hipótesis, como que Hagrid hizo un alto en el camino para resolver otros asuntos o que el encantamiento de Priori Incantatem podría influir en los relojes, pero ninguna de estas respuestas se ajusta a la realidad. Rowling, poco amiga de las cuentas, dice que no existe misterio en este lapsus temporal.

  ¿Podemos fiarnos de lo que muestra el Pensadero? La respuesta es sí, siempre y cuando el dueño del recuerdo no haya querido alterarlo (y de eso podría hablar muy bien Horace Slughorn, maestro en recortar memorias). El Pensadero no muestra exactamente los recuerdos de una persona, sino que revive de forma objetiva e independiente los sucesos vividos. Es por esa razón que Dumbledore revisa sus memorias para encontrar detalles que no advirtió en el momento, gracias a la nueva perspectiva que le ofrece el Pensadero. No se trata de una versión personal de la historia, sino de la historia en sí misma.

  Entonces, ¿cómo se pueden llamar «recuerdos», si el mago no tiene que recordarlo todo?

  J. K. Rowling no es tan clarificadora como querríamos: si los recuerdos brotan de la cabeza de una persona, lo lógico es que sólo viésemos en ellos lo que vio el mago, ya que todo lo que se escondió a su vista no puede haberse retenido en su memoria. Tendremos que suponer que funcionan con una magia muy poderosa, capaz de condensar no sólo lo que presenció el mago sino todo lo que le rodeó y a lo que no prestó atención. Con esta explicación Harry podría descubrir quién mató a Lupin o Tonks valiéndose de un Pensadero, porque aunque no contempló sus muertes, sí estaba presente en el Gran Salón. Las posibilidades son infinitas.

  Las Reliquias estaban destinadas a ser pieza clave del desenlace de la saga: si bien es cierto que J. K. Rowling no se decidió por este título hasta muy avanzado el manuscrito (sus alternativas eran Harry Potter y la Varita de Saúco y Harry Potter y la Búsqueda de los Peverell), en 2005 ya había registrado el título Harry Potter y las Reliquias de Hogwarts en la oficina británica de la propiedad intelectual, tal como consta en el archivo público. Este cambio de Reliquias de Hogwarts por de la Muerte hace pensar que los tres objetos cambiaron de dueño a medida que avanzaba la historia (quizá la capa, la piedra y la varita habían pertenecido originariamente a los Fundadores, y no a los hermanos Peverell), pero la escritora se replanteó la idea en algún momento dado. Si bien es cierto que Rowling impregna de originalidad todas sus tramas, no ha ocultado la fuerte influencia del relato «El bulero», perteneciente a la obra Los Cuentos de Canterbury, del británico Geoffrey Chaucer (autor del siglo XIV), que mucho tiene que ver con El Cuento de los Tres Hermanos,

  El relato original versa sobre tres trasnochadores que saben de un ladrón al que llaman Muerte. Buscando al maleante, éste les engaña para que encuentren su suculento tesoro, que en verdad será su perdición. La avaricia del trío les lleva a traicionarse y acabar todos muertos. Lo que hace seiscientos años fue un cuento para instruir desde el púlpito, en la actualidad forma parte de la antología de Los Cuentos de Beedle el Bardo, en su adaptación para magos y brujas más pequeños.

  ¿Qué implica ser «Maestro de la Muerte»?

  La respuesta, por desgracia, es decepcionante: el Maestro de la Muerte es aquel que no sólo acepta la mortalidad, sino que entiende que hay cosas peores que la muerte. Suena muy bonito, ¿pero de verdad era necesario reunir las tres reliquias para llegar a esa conclusión? De hecho, ¿no se supone que Harry ya lo había aceptado, y por eso se dirigía hacia Voldemort en aquella noche en el Bosque? El título rimbombante acaba en agua de borrajas, ya que la tenencia simultánea de la Varita de Saúco, la Capa de la Invisibilidad y el Anillo de la Resurrección no implicaba ningún cuarto poder, sino sólo un sobrepeso de trastos en el cuerpo. Está visto que no hacía falta ninguno de estos tres objetos para ser Maestro de la Muerte, por lo que Albus Dumbledore se hubiese ahorrado muchos disgustos de enterarse a tiempo.

  Con mil años de antigüedad, este viejo pedazo de tela es el encargado de seleccionar anualmente a todos los alumnos de nuevo ingreso en Hogwarts. Perteneció originariamente a Godric Gryffindor, aunque el Sombrero Seleccionador es imparcial en sus decisiones. Rowling tanteó otros métodos antes de dar con éste: un comité de fantasmas o de prefectos, una pasarela por la que todos tendrían que pasar y hasta un sorteo con los nombres metidos en un sombrero. De ahí al Sombrero Seleccionador sólo hubo un paso.

  El hecho de que el Sombrero perteneciese a Godric y no a otro de los tres magos puede ser una clave para la cronología de muertes entre Fundadores: sabemos que Rowena falleció joven, y también que Salazar regresó al castillo para morir. Nada sabemos de la muerte de Godric o Helga, pero Godric pudo ser el último: al entender que nadie después de él podría seguir seleccionando a los recién llegados, pudo realizar un hechizo en su propio sombrero para solventar el problema.

  ¿El Sombrero Seleccionador es infalible? La escritora ha dicho que es bastante certero, pero eso no significa que no exista margen de error. Hermione estuvo a punto de ser seleccionada para Ravenclaw, y Dumbledore piensa en voz alta cuando dice que la selección se hace a una edad muy temprana, pensando en que Severus Snape debería haber ido a parar a Gryffindor. Lo que importa, sin embargo, es la voluntad del niño: ya lo vimos con Harry, cuando el Sombrero Seleccionador respetó definitivamente su deseo. Tal pudo ser el caso de Peter Pettigrew, que por querer ser aceptado por James y Sirius le pidió al Sombrero ser un Gryffindor. Al traidor de los Merodeadores le han faltado siempre los atributos de los leones: valentía y lealtad. O quizá, como en el caso de Snape, su transformación desde los once años fue intensa.

  Existe una divertida creencia sobre el Sombrero Seleccionador entre los magos: algunos historiadores sugieren que el objeto fue robado por un grupo de estudiantes en 1325, y sustituido por una réplica idéntica. Supuestamente, el Sombrero Seleccionador original seguiría oculto en algún lugar del mundo. La teoría queda completamente descartada después de los acontecimientos del segundo y séptimo libro, cuando el Sombrero entrega la espada de Godric a Harry y Neville. Sobre el móvil que podría llevar a un adolescente a robar el Sombrero Seleccionador no dice nada la leyenda: es posible que no les gustase la Casa a la que les seleccionó, o que sus canciones fuesen todavía más largas (¡y aburridas!) en aquella época que en la actualidad. A pesar del intento de Lord Voldemort por destruirlo, por el Epílogo del último libro sabemos que en el 2017 sigue trabajando a pleno rendimiento.

  La varita es una herramienta imprescindible para la mayoría de los magos, y algunos no pueden imaginarse vivir sin ella. Daisy Hookum (1962-Presente), escritora, convirtió en best seller sus experiencias sin usar la magia. Este experimento también lo han hecho los muggles, pero adaptándolos a sus estilos de vida: en cualquier tienda de Internet pueden encontrarse libros como Un año sin ropa interior o Un año cumpliendo los diez mandamientos.

  Lo cierto es que la varita se emplea para casi todos los hechizos, incluso en las pociones: un muggle no podría confeccionarlas aunque conociese todas las fases de elaboración, ya que la varita siempre se usa en algún paso. Esa es la explicación de Rowling, porque lo cierto es que no se ha visto lo mismo con todas las pociones de Harry Potter.

  Tipos de varitas

  No todos los magos tienen talento para construir varitas, y Ollivander es reconocido mundialmente por su labor. Sólo emplea tres núcleos (nervio de dragón, pluma de fénix y pelo de cola de unicornio), que
son considerados los más poderosos. Existe más variedad en la madera empleada, y J. K. Rowling se sirvió de una tabla celta para asignar las varitas al trío protagonista. La madera de sus varitas son acordes a su fecha de cumpleaños, igual que sucede con Hagrid. Con otros, como Neville Longbottom, se sigue otro criterio.

  Tabla céltica de los árboles

  24 de diciembre al 20 de enero: Abedul.

  21 de enero al 17 de febrero: Serbal.

  18 de febrero al 17 de marzo: Fresno.

  18 de marzo al 14 de abril: Aliso.

  15 de abril al 12 de mayo: Sauce.

  13 de mayo al 9 de junio: Espino.

  10 de junio al 7 de julio: Roble.

  8 de julio al 4 de agosto: Acebo.

  5 de agosto al 1 de septiembre: Avellano.

  2 de septiembre al 29 de septiembre: Parra.

  30 de septiembre al 27 de octubre: Hiedra.

  28 de octubre al 24 de noviembre: Bejuco.

 

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