Poet in New York
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The sweet cows of the heavens drank from my eyes.
And the breeze of long oars
struck the cindered windows of Broadway.
The drop of blood sought the light of the star’s yolk
to feign a dead apple seed.
The air of the plain, driven by shepherds,
trembled with the fear of a mollusk without its shell.
But it isn’t the dead who dance,
I am sure.
The dead have been buried and devour their own hands.
It’s the others who dance with the mask and strings.
It’s the others, those drunk on silver, cold men,
those who grow in the cross of thighs and hard flames,
those who seek the worm in the landscape of ladders,
those in the bank who drink the tears of dead girls
or who eat in the corners tiny pyramids of dawn.
Don’t let the Pope dance!
Don’t let him!
Or the King
or the millionaire of blue teeth,
or the dry dancers of the cathedrals,
or builders, or emeralds, or madmen, or sodomites.
Only this mask,
mask of old scarlet cloth,
only this mask!
Que ya las cobras silbarán por los últimos pisos,
que ya las ortigas estremecerán patios y terrazas,
que ya la Bolsa será una pirámide de musgo,
que ya vendrán lianas después de los fusiles
y muy pronto, muy pronto, muy pronto.
¡Ay, Wall Street!
El mascarón. ¡Mirad el mascarón!
¡Cómo escupe veneno de bosque
por la angustia imperfecta de Nueva York!
Diciembre 1929
In time the cobra will hiss in the final floors,
the nettles shake patios and porches,
the Market become a pyramid of moss,
the reeds follow the rifles,
and soon, very soon.
Oh, Wall Street!
The mask, look at the mask!
How it spits the forest’s venom
through the imperfect anguish of New York!
December 1929
PAISAJE DE LA MULTITUD QUE VOMITA
(Anochecer de Coney Island)
La mujer gorda venía delante
arrancando las raíces y mojando el pergamino de los tambores;
la mujer gorda
que vuelve del revés los pulpos agonizantes.
La mujer gorda, enemiga de la luna,
corría por las calles y los pisos deshabitados
y dejaba por los rincones pequeñas calaveras de paloma
y levantaba las furias de los banquetes de los siglos últimos
y llamaba al demonio del pan por las colinas del cielo
barrido
y filtraba un ansia de luz en las circulaciones subterráneas.
Son los cementerios, lo sé, son los cementerios
y el dolor de las cocinas enterradas bajo la arena;
son los muertos, los faisanes y las manzanas de otra
hora
los que nos empujan en la garganta.
Llegaban los rumores de la selva del vómito
con las mujeres vacías, con niños de cera caliente,
con árboles fermentados y camareros incansables
que sirven platos de sal bajo las arpas de la saliva.
Sin remedio, hijo mío, ¡vomita! No hay remedio.
No es el vómito de los húsares sobre los pechos de la prostituta,
ni el vómito del gato que se tragó una rana por descuido.
Son los muertos que arañan con sus manos de tierra
las puertas de pedernal donde se pudren nublos y postres.
La mujer gorda venía delante
con las gentes de los barcos y de las tabernas y de los jardines.
El vómito agitaba delicadamente sus tambores
entre algunas niñas de sangre
que pedían protección a la luna.
LANDSCAPE OF THE VOMITING CROWD
(Twilight at Coney Island)
The fat woman came in front
tearing up roots and wetting the skins of drums;
the fat woman
who turns agonizing octopi inside out.
The fat woman, enemy of the moon,
ran through the streets and empty apartments
and left in the corners small pigeon skulls
and raised the furies of last century’s banquets
and called on the demon of bread through the hills of the
barren sky
and filtered a hunger for light in the underground traffic.
These are the graveyards, I know it, these are the graveyards
and the sadness of kitchens buried under sand;
these are the dead, the pheasants and the apples of another
hour
pushing through our throats.
The rumbling came from the jungle of vomit
with empty women, with children of hot wax,
with fermented trees and tireless waiters
who serve dishes of salt under harps of saliva.
No cure, my son, so vomit! There is no cure.
It isn’t the vomit of the horsemen on the breasts of whores
or the vomit of the cat that swallows a frog by mistake.
These are the dead who claw with earthen hands
the doors of flint where clouds and sweets are rotting.
The fat woman came in front
with the people from the ships, the bars, and gardens.
The vomit delicately beat its drums
among some girls of blood
who sought protection of the moon.
¡Ay de mí! ¡Ay de mí! ¡Ay de mí!
Esta mirada mía fue mía, pero ya no es mía,
esta mirada que tiembla desnuda por el alcohol
y despide barcos increíbles
por las anémonas de los muelles.
Me defiendo con esta mirada
que mana de las ondas por donde el alba no se atreve,
yo, poeta sin brazos, perdido
entre la multitud que vomita,
sin caballo efusivo que corte
los espesos musgos de mis sienes.
Pero la mujer gorda seguía delante
y la gente buscaba las farmacias
donde el amargo trópico se fija.
Solo cuando izaron la bandera y llegaron los primeros canes
la ciudad entera se agolpó en las barandillas del embarcadero.
New York, 29 de diciembre de 1929.
iAy de mí! iAy de mí!
This look of mine was mine, but then was mine no more,
this look that trembles naked in alcohol
and sees off incredible ships
through the anemones of the docks.
I defend myself with this look
that pours from the waves where dawn dares not go.
I, armless poet, lost
in the vomiting crowd
without an effusive horse to cut
the dense moss from my temples.
But the fat woman continued in front
and the people looked for pharmacies
where the bitter tropic is.
Only when they raised the flag and the first dogs arrived
the entire city rushed to the boardwalk’s railings.
New York, December 29, 1929
PAISAJE DE LA MULTITUD QUE ORINA
(Nocturno de Battery Place)
Se quedaron solos:
aguardaban la velocidad de las últimas bicicletas.
Se quedaron solas:
esperaban la muerte de un niño en el velero japonés.
Se quedaron solos y solas,
soñando con los picos abiertos de los pájaros agonizantes,
con el agudo quitasol que pincha
al sapo recién aplastado,
bajo un silencio con mil orejas
/>
y diminutas bocas de agua
en los desfiladeros que resisten
el ataque violento de la luna.
Lloraba el niño del velero y se quebraban los corazones
angustiados por el testigo y la vigilia de todas las cosas
y porque todavía en el suelo celeste de negras huellas
gritaban nombres oscuros, salivas y radios de níquel.
No importa que el niño calle cuando le clavan el último
alfiler,
ni importa la derrota de la brisa en la corola del algodón,
porque hay un mundo de la muerte con marineros
definitivos
que se asomarán a los arcos y os helarán por detrás de los
árboles.
Es inútil buscar el recodo
donde la noche olvida su viaje
y acechar un silencio que no tenga
trajes rotos y cáscaras y llanto,
porque tan solo el diminuto banquete de la araña
basta para romper el equilibrio de todo el cielo.
No hay remedio para el gemido del velero japonés,
ni para estas gentes ocultas que tropiezan con las esquinas.
LANDSCAPE OF THE URINATING CROWD
(Nocturne of Battery Place)
The men remained alone:
they awaited the speed of the last bicycles.
The women remained alone:
they awaited the death of a boy in a Japanese sailboat.
The men alone, the women alone,
dreaming of the open beaks of dying birds
and the sharp umbrella that pricks
the newly flattened frog,
under a silence of a thousand ears
and tiny mouths of water
in the canyons that resist
the violent attack of the moon.
The boy of the sailboat wept and hearts broke
anguished by the witness and vigil of all things.
In the celestial ground of black footprints the hearts
still were screaming the dark names, saliva, and radios of
nickel.
It doesn’t matter that the boy is quiet when they pierce him
with the final pin,
it doesn’t matter that the breeze is defeated in the corolla of
cotton,
because there is a world of death with definitive sailors
who will appear under arches and freeze you behind the trees.
It’s useless to look for the bend
where the night forgets its voyage,
useless to stalk a silence
with no broken dresses and rinds and tears,
because the tiny banquet of the spider
is enough to break the equilibrium of the whole sky.
There’s no remedy for the moan of the Japanese sailboat,
or for these hidden people who stumble on corners.
El campo se muerde la cola para unir las raíces en un punto
y el ovillo busca por la grama su ansia de longitud insatisfecha.
¡La luna! Los policías. ¡Las sirenas de los transatlánticos!
Fachada de orín, de humo; anémonas, guantes de goma.
Todo está roto por la noche,
abierta de piernas sobre las terrazas.
Todo está roto por los tibios caños
de una terrible fuente silenciosa.
¡Oh gentes! ¡Oh mujercillas! ¡Oh soldados!
Será preciso viajar por los ojos de los idiotas,
campos libres donde silban las mansas cobras de alambradas,
paisajes llenos de sepulcros que producen fresquísimas
manzanas,
para que venga la luz desmedida
que temen los ricos detrás de sus lupas,
el olor de un solo cuerpo con la doble vertiente de lis y rata
y para que se quemen estas gentes que pueden orinar alrededor
de un gemido
o en los cristales donde se comprenden las olas nunca
repetidas.
The countryside bites its tail to join its roots in a point
and the tangle seeks in the grass its anguish of frustrated
longitude.
The moon! The police. The siren calls of transatlantic liners!
Façade of urine, of smoke, anemones, rubber gloves.
All is broken in the night,
its legs spread wide open over the terraces.
All is broken in the warm pipes
of a terrible, silent fountain.
People! Wounded little women! Soldiers!
You’ll have to travel into the eyes of idiots,
open fields where the tamed cobras of barbed wire hiss,
landscapes full of graves that yield the freshest apples,
so that behind the magnifying glass
comes the blinding light that rich men fear,
the smell of a single body with the double slope of iris and rat.
They burn, these people who can piss around a moan
or on windows where we understand the never-repeated waves.
ASESINATO
(Dos voces de madrugada en Riverside Drive)
¿Cómo fue?
—Una grieta en la mejilla.
¡Eso es todo!
Una uña que aprieta el tallo.
Un alfiler que bucea
hasta encontrar las raicillas del grito.
Y el mar deja de moverse.
—¿Cómo, cómo fue?
—Así.
—¡Déjame! ¿De esa manera?
—Sí.
El corazón salió solo.
—¡Ay, ay de mí!
MURDER
(Two voices at dawn on Riverside Drive)
How did it happen?
—A gash on the cheek.
That’s all!
A fingernail that squeezes the stem.
A needle that dives
until it finds the small roots of a cry.
And the sea stops moving.
—How, how did it happen?
—Like that.
—Let me go! Like that?
—Yes.
The heart went out alone.
—iAy de mí!
NAVIDAD EN EL HUDSON
¡Esa esponja gris!
Ese marinero recién degollado.
Ese río grande.
Esa brisa de límites oscuros.
Ese filo, amor, ese filo.
Estaban los cuatro marineros luchando con el mundo,
con el mundo de aristas que ven todos los ojos,
con el mundo que no se puede recorrer sin caballos.
Estaban uno, cien, mil marineros,
luchando con el mundo de las agudas velocidades,
sin enterarse de que el mundo
estaba solo por el cielo.
El mundo solo por el cielo solo.
Son las colinas de martillos y el triunfo de la hierba espesa.
Son los vivísimos hormigueros y las monedas en el fango.
El mundo solo por el cielo solo
y el aire a la salida de todas las aldeas.
Cantaba la lombriz el terror de la rueda
y el marinero degollado
cantaba al oso de agua que lo había de estrechar;
y todos cantaban aleluya,
aleluya. Cielo desierto.
Es lo mismo, ¡lo mismo!, aleluya.
He pasado toda la noche en los andamios de los arrabales
dejándome la sangre por la escayola de los proyectos,
ayudando a los marineros a recoger las velas desgarradas.
Y estoy con las manos vacías en el rumor de la des-
embocadura.
CHRISTMAS ON THE HUDSON
That gray sponge!
That sailor with his throat just slashed.
That great river.
That breeze of dark limits.
That edge, love, that edge.
Four sailors were struggling with the world,
with the wo
rld of chaff that all eyes see,
the world you can’t cross without horses.
One, a hundred, a thousand sailors
were struggling with the world of high velocities,
without realizing the world
was alone in the sky.
The world alone in the lonely sky.
These are the hills of hammers and the triumph of thick grass.
These are the swarming anthills and coins in mud.
The world alone in the lonely sky
and the air in the outskirts of all the towns.
The worm sang the terror of the wheel
and the slashed sailor
sang to the bear of water that would embrace his body
and all sang alleluia,
alleluia. Deserted sky.
It’s the same, the same! Alleluia.
I’ve spent the whole night on the scaffolding of the city’s
outskirts
leaving my blood on the plaster of the projects,
helping the sailors rein in the torn sails.
And I am empty-handed in the murmur of the river’s
mouth.
No importa que cada minuto
un niño nuevo agite sus ramitos de venas,
ni que el parto de la víbora, desatado bajo las ramas,
calme la sed de sangre de los que miran el desnudo.
Lo que importa es esto: hueco. Mundo solo. Desembocadura.
Alba no. Fábula inerte.
Solo esto: desembocadura.
¡Oh esponja mía gris!
¡Oh cuello mío recién degollado!
¡Oh río grande mío!
¡Oh brisa mía de límites que no son míos!
¡Oh filo de mi amor, oh hiriente filo!
New York, 27 de diciembre de 1929
It doesn’t matter that each minute
a new child shakes his small bunches of veins
or that the newborn viper, let loose under the branches,
calms the blood-thirst of those who look at the nude.
What matters is this: void. The world alone. The river’s mouth.
Not dawn. Inert fable.
Only this: the river’s mouth.
O my gray sponge!
O my throat slashed!
O my great river!
O my breeze of limits that aren’t mine!
O edge of my love, O wounding edge!
New York, December 27, 1929
CIUDAD SIN SUEÑO
(Nocturno del Brooklyn Bridge)
No duerme nadie por el cielo. Nadie, nadie.
No duerme nadie.
Las criaturas de la luna huelen y rondan sus cabañas.
Vendrán las iguanas vivas a morder a los hombres que no