The Case of the Three Kings / El caso de los Reyes Magos
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Case of the Three Kings: CLOSED.
I opened my present. It was a magazine subscription to Detective Weekly . . . and anti-itch cream. I laughed really loud at that combination. This holiday wasn’t so bad after all. Suddenly, something occurred to me. I wanted to give Mamita a gift. But what could I give her? After a while, I came up with the perfect present.
Mamita was sitting on the rocking chair in her bedroom, looking through the window at her land, just like when we’d first pulled up in our rental car.
“I have a gift for you, Mamita,” I said.
“Do you?” She turned around and greeted me with a grin full of fake teeth. It was the most beautiful smile I had ever seen.
“Did you really mean it when you said you couldn’t read?” I asked.
She nodded. “I know my letters, but I never learned to read. Models like me never had to learn that in my day.”
For being so old, she was still pretty funny.
“I was thinking that when I get back home, I can buy us matching books and mail you a copy. Then I can call you, and we can read it together over the phone. That way, I can help you learn.”
“Deal.”
“Deal,” I said, shaking her leathery, wrinkly hand.
We held hands for a while as we sat, looking out the window together. The roosters were singing. The dogs were barking. Even the house was humming. For the first time since I’d gotten to Mamita’s house, I wasn’t hearing the island’s annoying sounds. I was listening to its heartbeat.
CHAPTER 8
Back at the Office
Most of my bug bites had started crusting over by the time my family and I returned home. It was pretty gross, and it looked like I was getting over a bad case of the chicken pox. My mother put a concoction of hydrogen peroxide (some weird liquid that made a white bubble on the bites) and anti-itch cream on the bites so I wouldn’t get any infections. Thank goodness it was winter back home. I could cover the “connect the dots” on my body with pants and sweaters. Nobody wants to see someone walking around looking like they have a plague or something.
When I finished unpacking my suitcase, I decided to go through my mail. My first copy of Detective Weekly came in while I was away. Oh yeah! I sat on my reclining chair with my feet up on my desk, next to a stack of cold case files I would be diving into soon. Nothing can remain unsolved for too long around here; eventually I figure everything out.
I began to read an article about how to separate your personal life from your work. It was called “Leave Your Work at the Door.” I thought about how hard it was for me to do that at Mamita’s house. I wanted so badly to show those cousins, or whoever they were, that I knew more about their holiday than they did. Not to mention that I wanted to prove there was no point in celebrating it, so that I would never have to stay in Puerto Rico again for more than two hours. I could’ve blown the lid off the investigation, as we detectives say. But I didn’t. Mamita taught me that sometimes you have to hang up your detective hat and let other people figure things out for themselves. Besides, I couldn’t possibly expect people to understand as much about certain things as I did. It takes years to build up the amount of information I have stored in my brain.
My visit to Puerto Rico had also shown me I wasn’t just a detective or just a girl from the Northeast or even Puerto Rican. I was all those things . . . a little countryside, a little peanut butter and jelly and a whole lot of criminal justice sauce. I liked it.
I continued to read my magazine while sipping a cup of hot chocolate with an extra shot of marshmallows. When I was done, I opened the file cabinet to put away my Detective Weekly. That’s when I noticed the cabinet wasn’t closed all the way. I took a look inside and found the case files all out of order. Some were even missing. I couldn’t believe it. I had been burglarized! Whoever this crook was, they had picked the wrong girl to steal from. Detective Flaca: REPORTING FOR DUTY.
LOS EXPEDIENTES DE FLACA 2
EL CASO DE LOS REYES MAGOS
LOS EXPEDIENTES DE FLACA 2
EL CASO DE LOS REYES MAGOS
Alidis Vicente
Traducción al español de Gabriela Baeza Ventura
El caso de los Reyes Magos: Los expedientes de Flaca ha sido subvencionado por la Ciudad de Houston por medio del Houston Arts Alliance. Les agradecemos su apoyo.
¡Piñata Books están llenos de sorpresas!
Piñata Books
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Arte Público Press
University of Houston
4902 Gulf Fwy, Bldg 19, Rm 100
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Diseño de la portada y ilustraciones de Mora Des!gn Group
Library of Congress Cataloging-in-Publication Data disponible.
El papel utilizado en esta publicación cumple con los requisitos del American National Standard for Information Sciences—Permanence of Paper for Printed Library Materials, ANSI Z39.48-1984.
El caso de los Reyes Magos: Los expedientes de Flaca
© 2016 por Arte Público Press
Impreso en los Estados Unidos de América
mayo 2016–junio 2016
Versa Press, Inc., East Peoria, IL
10 9 8 7 6 5 4 3 2 1
ÍNDICE
De parte de la Detective Flaca
CAPÍTULO 1
El peor regalo de Navidad
CAPÍTULO 2
Camellos voladores
CAPÍTULO 3
La Isla del Encanto
CAPÍTULO 4
Quedarse en el zoológico
CAPÍTULO 5
Moscos vs. mocos
CAPÍTULO 6
Atrapemos a los reyes
CAPÍTULO 7
Ya comieron lo polluelos
CAPÍTULO 8
De vuelta en la oficina
En memoria de mi bisabuela, Alejandrina Rodríguez. Siempre te veré en tu mecedora, mirando por la ventana de tu cuarto hacia el paisaje. De esa tierra nadie te saca. Hasta la próxima, Mamita.
DE PARTE DE LA DETECTIVE FLACA
Estimado Joven Detective,
Soy yo, la Detective Flaca, con un contrato de confidencialidad para que lo firmes. Este libro no es un montón de misterios formidables que haya resuelto, aunque he solucionado unos bien grandes. La historia, mis amigos, es sobre un súper caso que me dejó preguntas serias que debo responder y respuestas que me dejaron serias preguntas. Probablemente eso es confuso, pero todo tendrá sentido después. Por ahora, simplemente firma para asegurarme que los métodos para resolver misterios no caigan en manos equivocadas. Estoy segura que comprenderás lo importante que es, ¿verdad? Bien. Entonces firma y pongamos manos a la obra. Ponte el cinturón, nos vamos a Puerto Rico. ¡Espero que disfrutes del viaje gratis!
Cuidadosamente tuya,
Detective Flaca
Yo, _________________________________________, solemnemente prometo no revelar ninguno de los súper maravillosos métodos detectivescos a los malhechores, a los cerebros nefastos o a los criminales en formación. Prometo hacer uso de la información altamente confidencial de la Detective Flaca sólo para aprender y ser creativo y no para criticar a ninguno de los personajes, excepto tal vez, a la Bruja. Finalmente, prometo leer todo el libro y buscar las palabras que no entiendo en un diccionario para que algún día sea más inteligente y mejor que la Detective Flaca, si es que eso es humanamente posible.
Firmado,
_______________________________________
CAPÍTULO 1
El peor regalo de Navidad
El año pasado recibí lo que creo fue el peor regalo de Navidad en la historia de los regalos. Peor que un pedazo de carbón. Peor que un suéter feo que pica. Hasta peor que fruitcake. Era un pasaje de avión. Probablemente estás pensado, “¿Un boleto de avión? ¡Ese es el mejor regalo del mundo!” Permíteme explicarte.
En la mañana de Navidad, mi familia y yo terminamos de abrir los regalos debajo del árbol de Navidad decorado bellamente, por mí, por supuesto. Me encanta la Navidad. Me gusta el olor
a pino que sale del gran árbol que mi padre acarrea por la casa cada año. Lo arrastra por el piso de madera hasta la sala, y mi mamá siempre corre detrás de él desde el minuto en que entra, recogiendo agujas de pino con un recogedor. Mi hermana, la Bruja, simplemente se queda en su cuarto y ni presta atención. No le importa. No me extraña, porque el decorar un árbol de Navidad correctamente requiere dedicación. Necesitas habilidad y ojo para el detalle, todas las destrezas que ella no tiene. Por suerte, yo estoy aquí, y siempre uso mi agudo ojo detectivesco para hacer el árbol de Navidad. Separo las decoraciones por forma y color. Después tomo luces blancas y las cuelgo en el árbol, asegurándome de que haya suficiente espacio entre las filas de luces encendidas. Después coloco las decoraciones en el árbol de tal forma que ninguna de las decoraciones del mismo grupo esté cerca la una de la otra. Lo tengo todo figurado y año tras año doy en el clavo.
En fin, volviendo a mi historia. Todos habíamos acabado de abrir los regalos. Mi papá recibió una caña de pescar, una que había querido desde hace tiempo pero mi mamá siempre le decía que era muy cara. Mi mamá recibió una cartera. Sólo una, pero supongo que costó tanto como tres carteras regulares porque casi se fue por la chimenea con la emoción cuando abrió el regalo. Mi hermana mayor, la Bruja, bueno, a ella le dieron un montón de tarjetas de regalo, que era exactamente lo que quería. Siempre recibe lo que quiere. ¡Ay bendito! A diferencia de mi hermana, yo valoro la intención detrás del regalo siempre y cuando sea algo que esté en mi lista de Navidad. Mis padres me compraron un set nuevo para tomar huellas digitales, una mini linterna como las de los policías y algo que he querido desde hace mucho tiempo… cinta de seguridad, así puedo bloquear cualquier escena de crimen. No vas a creer cuánta gente pisotea el área en donde estoy trabajando sin respetar mi necesidad de mantener todo intacto. ¡Los detalles son importantes, gente!
Todos estábamos como felices duendecitos la mañana de Navidad. Estaba juntando mis regalos, preparándome para devorar la taza de chocolate caliente con los waffles de coquito especiales que prepara mi mamá con esponjitas verdes, rojas y blancas. Fue en ese momento en el que todo se fue a la deriva. Mis padres se acercaron con sobres en las manos. Mi padre me dio uno a mí, y mi madre le entregó uno a la Bruja. Sabía que algo pasaba porque se estaban mirando de reojo uno al otro, sonriendo. Esperaba que no fuera algo terrible, como entradas para que la Bruja y yo fuéramos a algún tipo de evento juntas para celebrar ese desastroso evento que nuestros padres gustaban llamar “lazos de hermandad”. Me senté allí por un momento, no sabía si abrir el sobre o no. No me gustan las sorpresas.
—Pues, ¿qué esperan? Ábranlos —dijo mi papá.
La Bruja abrió el sobre, como una bestia salvaje, esperaba otra tarjeta de regalo.
—¿Qué significa esto? —preguntó.
Abrí mi sobre. Dentro había un pasaje. Sólo me tomó un segundo ojear con mi impecable vista para precisar el tipo de pasaje que era. —Son boletos de avión, genio —le dije a la Bruja.
Ella saltó del piso en sus pijamas de reno y abrazó a mi madre.
—¿Adónde vamos? ¿Bahamas? ¿Jamaica? ¡Espera! ¡¿París?!
La Bruja estaba temblando de emoción. Su pelo ondulado se sacudía por todos lados mientras hablábamos. Me estaba mareando.
Mejor decidí revisar el boleto. —Vamos a Puerto Rico. —Luego me di cuenta de las fechas del boleto—. Papá, dice que nos vamos en una semana.
—¡Así es! Deben empezar a empacar, niñas. Estaremos fuera por cinco días.
La Bruja y mi mamá prácticamente estaban bailando rumba de felicidad en la sala. Yo, por otro lado, no estaba feliz.
—¡No podemos ir por cinco días! Nos vamos a perder los primeros días de clase después del descanso de invierno —exclamé.
—Tómalo suave, Flaca —dijo mi mamá—. Ya hablamos con tus maestros. Todo está arreglado. —No lo podía creer. Mis padres habían planeado unas vacaciones sin consultarlo conmigo. Me habían voluntariado sin tomar en consideración mis obligaciones de trabajo.
—Pero tengo fechas límite en mis casos. ¡El crimen no descansa! Además, hay otras cosas que deben tener en cuenta. ¡No puedo creer que nadie me comentó esto!
Si mis padres hubieran consultado el destino de estas vacaciones, les habría advertido de los peligros de viajar al Caribe. De la exposición a los rayos UV, las epidemias ocasionales de enfermedades que transmiten los mosquitos (y todos ya sabemos cuánto me encantan los mosquitos).
¿No podríamos haber ido a Washington, D.C.? ¿A algún lugar educativo? ¿A un lugar a donde podríamos ir en carro?
—¡Ay no! Creo que alguien tiene miedo de viajar en avión. No te preocupes, Flaca, llevaré pañales en caso de que te ensucies los pantalones —dijo la Bruja.
Me pregunté cómo pudo haber recibido regalos en Navidad. No había ninguna forma en este mundo para que ella no estuviera en la lista de los niños malos. Probablemente ahora es el momento de mencionar que no me gusta volar. Para nada. Prefiero abrazar a mi hermana que subirme a un avión —detesto los aviones tanto así. No es que tenga miedo ni nada, porque cuando has sido testigo de tanto crimen en tu vida, es difícil que algo te asuste. Pero hay algo sobre los aviones que simplemente me crea desconfianza. Entiendo toda esa explicación de que “es la forma más segura para viajar”.
Es que, estás en un avión cerca de la ventana y al otro lado de ésta hay 35,000 pies entre ti y el suelo. No necesitas un espía del FBI para calcular el gran riesgo y peligro en esa ecuación.
—Ya, niñas, ya. Todo va a estar bien. ¡Nos vamos a divertir mucho en la casa de abuela! Especialmente cuando todos celebremos los Reyes Magos —dijo mi mamá.
—Espérate, espérate. ¿Nos vamos a quedar en casa de Mamita? —preguntó la Bruja—. Pero no tiene aire acondicionado. No tiene cable. ¡No tiene wifi! —Ahora la irritante y grande sonrisa de la Bruja se había transformado en una trompa de niña malcriada. Si hay algo con lo que no puede vivir, es su maquillaje, iPhone y wifi.
—Ay, ¿qué pasa? ¿Alguien le teme a la naturaleza? No te preocupes, traeré pañuelos por si lloras hasta quedarte dormida —dije.
La Bruja entornó sus ojos cafés cuando pasó a mi lado al subir las escaleras para ir a su cuarto.
—Permiso, voy a mi cuarto . . . debo empacar para este lindo y sudoroso campamento.
—¡Nos vamos a divertir, Flaca! ¡Es más divertido celebrar los Reyes Magos que la Navidad! —gritó mi papá cuando subí las escaleras pisando fuerte.
Aviones, calor, aire acondicionado inexistente y mi hermana. Todo eso me sonaba más a pesadilla que fiesta.
CAPÍTULO 2
Camellos voladores
Mi maleta estaba vacía en el piso de mi cuarto, y así se quedaría un rato porque tenía que hacer una investigación. Primero, consulté la página de web de la Administración de Aviación Federal para asegurarme que no había habido choques de aviones en el hemisferio del oeste en los últimos días. Después revisé las alertas del Departamento de Seguridad. Siendo la cuidadosa detective que soy, necesitaba estar completamente segura que no había ninguna razón por la que no debíamos hacer el viaje, porque si hubiera, definitivamente les reportaría mis descubrimientos a mis padres y cancelaría esta miserable vacación. Pero no había nada. Uf. No había forma de escapar de este desastre.
Miré la pantalla de mi computadora fijamente hasta que mi vista se puso borrosa. Mi mente empezó a viajar y mi cerebro pronto se llenó de preguntas. ¿Por qué íbamos a hacer este viaje? ¿Los Reyes Magos? En todo caso, ¿qué era eso? En nuestra casa, no había celebraciones después del Año Nuevo. Y si este día festivo desconocido existía, ¿por qué no lo habíamos celebrado antes? ¿Había regalos? Si los había, tenía sentido que nuestros padres no nos lo hubieran mencionado antes. Necesitaba respuestas. Como ya estaba usando la computadora, decidí investigarlo. Sucede que el Día de los Reyes Magos es una súper festividad en Latinoamérica que se celebra el 6 de enero. La noche antes del Día de Reyes, los niños ponen grama en una caja y la colocan debajo de sus camas junto con un vas
o de agua. Por la noche, los reyes llegan en camellos para darles regalos a los niños mientras sus camellos comen grama y beben agua. Estuve a punto de reírme en voz alta. ¿Tres hombres en camellos voladores? ¿Cómo es que nadie piensa que esto es extraño? Digo, ¿de dónde sacan todos los regalos esos hombres?
Luego empezaron a caer todas las piezas del rompecabezas. Los “Reyes Magos” pueden haberle robado los regalos a Santa Claus o ¡hasta haberlos sacado de debajo de los árboles de Navidad por todo el mundo! Después, se quedan con ellos hasta que los entregan el 6 de enero para quedar como héroes y restarle importancia a la Navidad. O, los reyes son recicla-regalos. Tú sabes, esa gente a quien no le gusta su regalo de Navidad y lo vuelve a envolver y se lo regala a alguien más. Tan malagradecidos. Así es, apuesto que eso es de lo que se trata el Día de los Reyes Magos: reciclaje de regalos de Navidad. Ya tenía casi todo resuelto sobre el día festivo y ni siquiera había llegado a Puerto Rico. Ya sé, ya sé. Soy muy buena. Pero aún faltaba más trabajo por hacer. Básicamente, el día festivo tiene “actividad sospechosa” escrito por todos lados, y yo llegaría a la raíz de esto.
Empecé a organizar mi plan de acción en el pizarrón blanco en la pared de mi cuarto. Allí era donde sostenía todas las sesiones informativas de la mañana y organizaba mi plan de ataque. Escribí este bosquejo:
I. Observar el panorama
A. ¿Había espacio para que los camellos aterrizaran y caminaran?
B. ¿Había óptimas condiciones para volar?
C. Tomar apuntes sobre los puntos de entrada a la casa y el cuarto.
II. Identificar a cualquier cómplice
A. ¿Quién? ¿Cuál persona podría estar ayudando a estos “reyes”?
B. Observar comportamientos sospechosos.
C. Revisar artículos inusuales alrededor de la casa.