The Day It Snowed Tortillas / El día que nevó tortilla
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Unas cuantas semanas después, llegó de visita el gobernador de Chihuahua y el gobernador de Nuevo México luego luego empezó a jactarse del Grillo.
—Aquí en esta provincia de Nuevo México hay un hombre que es adivino —fanfarroneó al gobernador de Chihuahua—. Puede aclarar misterios y encontrar artículos perdidos. Puede adivinar lo que está ocultado en cualquier escondite.
El gobernador de Chihuahua se rió. —¿Adivino, dice? Eso no puede ser.
Los dos hombres comenzaron a discutir y terminaron con hacer una apuesta. Cada uno jugó mil dólares. Convinieron en que el gobernador de Chihuahua pusiera algo en una caja y luego la subiera hasta la punta de la asta de bandera. El Grillo tendría que colocarse al pie de la asta y adivinir lo que estaba dentro de la caja.
Llegó el día de la prueba y al gobernador de Chihuahua se le ocurrió una maña. Tomó una caja muy grande y dentro de ella metió una más pequeña. Dentro de la más pequeña puso una aun más pequeña, y así al estilo, hasta que para terminar puso una caja chiquitita.
—Va a creer que es algo grande en esta cajona —rió el gobernador—. Busco algo chiquito para meter en la caja más pequeña.
Salió al jardín para buscar algo pequeño y vio un grillo que atravezaba la senda a saltos. El gobernador atrapó el grillo y lo metió en la caja pequeñita. Cerró todas las cajas y las subió hasta la punta de la asta. Los soldados fueron para traer al Grillo.
El pobre Grillo se paró delante de la asta sin tener la menor idea de lo que estaba dentro de la caja. Pero ante él se encontraban el gobernador de Nuevo México y el de Chihuahua, y había soldados alrededor. No pudo escaparse.
Se quedó ahí parado. Pasó una hora, luego otra. Al fin el gobernador de Chihuahua echó a reír.
—Ya le dije que este hombre es mentiroso —le dijo al gobernador de Nuevo México—. Págueme lo que apostó para terminar con el asunto.
Ahora el gobernador de Nuevo México se impacientó—. Hable —le dijo al Grillo—. Diga lo que hay en la caja. —Al fin bramó: —espero otro minuto más y si no habla, ¡lo mando fusilar!
El Grillo tenía que decir algo. Balbuceó y tartamudeó: —En la caja. . .en la caja. . .en la caja. . .en la caja. . . .
—¡Qué cosa! —boqueó el gobernador de Chihuahua—. ¿Cómo sabe que hay una caja dentro de otra caja, dentro de otra caja. . .?
En ese momento, pensando en sí mismo, el Grillo bajó la cabeza y gritó: —¡Ay, pobre Grillo! Esta vez te tienen arrinconado de verdad.
El gobernador de Chihuahua quedó boquiabierto—. De no haberlo oído con mis propios oídos, nunca lo hubiera creído. —Sacó la billetera y le dio mil dólares al gobernador de Nuevo México.
El gobernador de Nuevo México le pasó quinientos dólares al Grillo. Le estrechó la mano y le dio una palmada en la espalda—. ¡Bien hecho otra vez! —le dijo.
Eso había sido demasiado para el Grillo. Se dijo: —Nunca jamás en la vida diré a nadie que tengo habilidad cualquiera.
Pero a los muchachos de su barrio siempre les gustaba burlarse del Grillo. Ese día habían llenado un costal de basura y cuando el Grillo entró en la calle salieron a su encuentro. Agitaban el saco de basura ante él.
—Adivino —bromearon—, válgase de sus talentos secretos. Diga. ¿Qué tenemos dentro del costal?
—No me digan adivino —cortó el Grillo—. Ya no creo en eso. No es nada más que un montón de basura. Déjenme en paz.
Los muchachos quedaron admirados.
—¿Cómo sabía que era basura? Es un adivino de verdad. Y lo creíamos un viejo chiflado.
A partir de aquel día, no importaba cuánto insistiera el Grillo que no era adivino y que no tenía ningún don especial, nadie le creía.
Cada ama de casa que perdía una cuchara venía para que él la encontrara. El gobernador seguía pidiendo que aclarara misterios.
Al fin, para tener una vida tranquila, tuvo que abandonar Nuevo México con su familia e instalarse en un lugar donde nunca se había oído hablar de los adivinos. Y si no ha muerto, de seguro sigue viviendo allí todavía.
THE LITTLE ANT
All through the long, cold winter La Hormiguita, the little ant, had to stay inside her underground home because the ground was all covered with snow. But now the snow was melted, so she went to the door with her mother to see if spring had come.
“Look, Mamá,” she said, “the snow has melted. And the grass is turning green. It’s springtime! May I go outside and play?”
“No, mijita,” her mother said. “Don’t you see those dark clouds? And can’t you feel how cold it is? It may still snow. You’d better stay inside.”
La Hormiguita didn’t do as she was told. When her mother was busy, she ran outside to play. She climbed to the very tip of each green blade of grass she came to. She ran upside down on low branches of bushes and trees. She went a long way from home.
But pretty soon La Hormiguita began to feel cold. “Mamá was right,” she thought. “I’m going back inside.” But just as she started for home, big flakes of snow began to float down from the sky. And one very big snowflake landed right on La Hormiguita’s little leg and stuck it fast to the ground.
La Hormiguita tugged and tugged at her little leg. And she cried out to la nieve, the snow, to let go of it so she could go home. She said:
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the snow wouldn’t let go of her little leg. So La Hormiguita called out to el sol, the sun, to melt the snow:
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the sun wouldn’t melt the snow. So La Hormiguita called out to la nube, the cloud, to cover the sun:
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the cloud wouldn’t cover the sun, the sun wouldn’t melt the snow and the snow wouldn’t let go of the Little Ant’s foot. They all told her the same thing. They said, “No quiero. . .I don’t want to.” So La Hormiguita called out to el viento, the wind. She told it to scatter the cloud:
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the wind wouldn’t scatter the cloud. It whispered, “No-o-o-o quie-e-e-ro. . .I don’t want to.”
So La Hormiguita called out to la pared, the wall. She told the wall to block the wind:
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the wall wouldn’t block the wind, the wind wouldn’t scatter the cloud, the cloud wouldn’t cover the sun, the sun wouldn’t melt the snow and the snow wouldn’t let go of the Little Ant’s foot. They all said, “No quiero. . .I don’t want to.”
La Hormiguita called out to someone who makes holes in walls. ¡El ratón! The mouse! She cried:
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the mouse didn’t make any holes in the wall. La Hormiguita called out to someone who catches mice! ¡El gato! The cat! She told the cat to catch the mouse:
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But the cat didn’t pay any attention to the Little Ant. So who in the world could she call out to now? ¡El p
erro! The dog!
Perro, corre al gato.
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa al sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
But do you think the dog would chase the cat? No! He refused to do it. He howled, “N-O-O-O-O QUIE-E-E-ERO-O-O. . .I DON’T WANT TO-O-O-O-O.
And La Hormiguita called out to. . . . ¡La pulga! The flea! She cried to the little flea that lives in the dog’s fur, and she told it to bite the dog:
Pulga, pica al perro.
Perro, corre al gato.
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡SUELTA MI PATITA
PARA QUE VAYA A MI CASITA!
Well! The flea is a cousin to the Little Ant. And cousins help each other. When she heard what La Hormiguita wanted her to do, the flea shrugged and said, “Sí, ¿cómo no?. . . Yes, why not?” And. . .
The flea began to bite the dog.
The dog began to chase the cat.
The cat began to catch the mouse.
The mouse began to gnaw the wall.
The wall began to block the wind.
The wind began to scatter the cloud.
The cloud began to block the sun.
The sun began to melt the snow. . .
The snow let go of La Hormiguita’s little leg. And she finally made it back home safe and sound. And she waited until her mother said that spring had come for sure before she went back outside to play.
LA HORMIGUITA
Durante todo el largo invierno helado la Hormiguita tenía que quedarse en su casita debajo de la tierra, porque la tierra estaba todo cubierta de nieve. Pero ahora la nieve se había derretido y la Hormiguita fue a la puerta con su mamá para ver si había entrado la primavera.
—Mira, mamá —dijo—. Ya se perdió la nieve. Y el zacate se está volviendo verde. ¡Es la primavera! ¿Puedo salir a jugar?
—No, mijita —le dijo su mamá—. ¿No ves esas nubes tan negras? ¿No sientes el frío que hace? Puede caer nieve todavía. Vale más que te quedes dentro de la casa.
La Hormiguita no obedeció a su mamá. Cuando su mamá estaba ocupada con el trabajo de la casa, la Hormiguita salió a jugar. Subió hasta la punta de cada hoja verde de zacate que encontró. Corrió patas arriba por las ramas bajas de las matas y los árboles. Fue muy lejos de su casa.
Pero a poco tiempo la Hormiguita comenzó a tener frío. “Mamá tuvo razón” pensó. “Voy a meterme en la casa.” Pero luego que se encaminó hacia la casa, copos grandes de nieve empezaron a caer lentamente del cielo. Y un copo muy grande le cayó en la patita a la hormiguita y se la pegó al suelo.
La hormiguita jaló y jaló con su patita. Y gritó a la nieve que soltara su pata para que pudiera regresar a casa. Dijo:
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero la nieve no quería soltar su patita. Así que la Hormiguita gritó al sol, para que éste derritiera la nieve:
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero el sol no quería derretir la nieve. Así que la Hormiguita gritó a la nube, para que ésta tapara al sol:
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero la nube no quería tapar el sol, el sol no quería derretir la nieve y la nieve no quería soltar la pata de la Hormiguita. Todos le dijeron lo mismo. Le dijeron: —No quiero.
Y la Hormiguita le gritó al viento para que desbaratara la nube:
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero el viento no quería desbaratar la nube. Le susurró: —No-o-o-o quie-e-e-ro.
La Hormiguita le gritó a la pared, para que atajara el viento:
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero la pared no quería atajar el viento, el viento no quería desbaratar la nube, la nube no quería tapar el sol, el sol no quería derretir la nieve y la nieve no quería soltar la pata de la Hormiguita. Todos le dijeron: —¡No quiero!
La Hormiguita gritó a alguien que hace agujeros en las paredes. ¡El ratón! Gritó:
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero el ratón no hizo ningún agujero en la pared. Y la Hormiguita gritó a alguien que atrapa a los ratones. ¡El gato! Le mandó al gato que atrapara al ratón:
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero el gato no le hizo caso a la Hormiguita. ¿Y a quién podría gritar La Hormiguita ahora? ¡Al perro!
Perro, corre al gato.
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Pero, ¿crees que el perro corrió al gato? No. Se negó rotundamente a hacerlo. Aulló: —N-O-O-O-O QUIE-E-E-RO-O-O-O.
Así que la Hormiguita gritó a la pulga que vive en el pellejo del perro y le dijo que picara al perro:
Pulga, pica al perro.
Perro, corre al gato.
Gato, atrapa al ratón.
Ratón, agujerea la pared.
Pared, ataja el viento.
Viento, desbarata la nube.
Nube, tapa el sol.
Sol, derrite la nieve.
Nieve, ¡suelta mi patita
Para que vaya a mi casita!
Bueno, la pulga es la prima de la hormiguita. Y los primos se ayudan. Cuando la pulga oyó lo que la Hormiguita le pedía, se encogió de hombros y dijo:
—Sí, ¿cómo no? —Y. . .
La pulga empezó a picar al perro.
El perro empezó a correr al gato.
El gato empezó a atrapar al ratón.
El ratón empezó a hacer un agujero
en la pared.
La pared empezó a atajar el viento.
El viento empezó a desbaratar la nube.
La nube empezó a tapar el sol.
El sol empezó a derretir la nieve. . .
La nieve soltó la patita de la Hormiguita. Y por fin llegó a casa sana y salva. Y esperó hasta que su mamá le dijo que sin duda había empezado la primavera para volver a salir a jugar.
THE BEST THIEF
Long ago there lived a man and woman who had three sons. They were very poor and didn’t have enough money to feed and clothe the boys.
Now, in those days people were very helpful to one another. If a family was too poor to raise a child, the godparents, the padrinos, would take the child and raise it as their own. So the man spoke to his compadres, the boys’ godfathers, and asked them to raise the boys. He also asked them to teach the boys whatever trade they followed so that the boys coul
d earn a living when they were grown.
The oldest son’s godfather was a cobbler, so the boy lived with him and learned to cut and stitch leather into shoes. The boy could soon make better shoes than his godfather, so he went home to live with his parents and help them out by working at his trade.
The second son’s godfather was a tailor, and the boy learned how to measure and cut cloth and sew fine clothes. When he had become a better tailor than his godfather, he returned home.
Now, the godfather of the youngest boy—he was a thief! People said he was El Mejor Ladrón, the best thief in the land. From him the boy learned how to steal things.
One day the thief told the boy, “Let’s walk down the road together until I find a way to test you to see if you’re clever enough to be a thief”
They walked along until they came to a tree by the side of the road. Up in the tree was a bird’s nest with the mother bird sitting on her eggs.
The thief said, “I’m going to climb this tree and steal the eggs from under that mother bird. She won’t feel a thing. I won’t make her fly away. I’ll bring them to you. If you can climb back up the tree and put the eggs back under the mother without scaring her off, then I’ll know that you’re good enough to be a thief”
So the thief climbed the tree. But without his knowing it, the boy climbed the tree right behind him. The man stole the first egg from under the mother bird and put it in his pocket, and the boy stole the egg from his pocket and put it in his own. Then the thief stole a second egg, and the boy stole that one. And the same with the third. Then the two of them climbed down without the thief’s ever knowing that the boy was right there below him.
When they got to the ground, the man said, “Now it’s your turn. Take these eggs. . .” He reached into his pocket but there weren’t any eggs.
The boy reached into his own pocket. “Oh,” he said, “do you mean these eggs?” There were the three eggs in the boy’s hand.
The man laughed. “They say that I’m the best thief in the land. But I guess I’m second best. You’re the best thief in the land!” And he sent the boy home to his parents so that he could help them out by working at his trade.
Now back in those times the only place to find a job was at the king’s palace. The oldest son had gone there as soon as he returned home and because of his skill had become the Royal Cobbler.