by Alice Walker
After 50 years
of pondering the gift
of your life
I know you gave us
Consciousness
of our inalienable
rights
as beings not only
of our country (a mystery in itself)
but more importantly
of our Universe.
And beyond that
you showered us, our wounded and weakened
psyches,
with your example
of fearless love.
Fearless love for those beyond
immediate family
& friends
is very rare.
But you had it.
I think the Beings
who destroyed
your body
felt,
looking at you,
that they’d been robbed,
shortchanged.
How could you
a mere black preacher’s
son
possess the gold
that eluded them;
gold, for all their digging
all over the earth,
they’d never have?
Not only that:
Martin, Beloved,
you ran the race
for Love
and won it.
We know this
for sure
50 years later.
No longer the girls & boys
of 18 & 19
arriving at the March
on cheap buses
from all over
the place—
We know it, Martin,
by our own devotion to life,
to each other,
to forests, rivers, and trees that support us
through every devastation,
by our cheering of every
young voice
that raises the bar of love
to your standard;
we know it by our gratitude
Martin.
We know it by our faith,
not in leaders
but in our belief that love
can overcome our fears.
Finally, Martin:
after all the dry years
of bearing your memory
most often
in silence,
We know it
by our tears.
Cuellos de barro
Alguien me dijo:
¡Oh, para ya! Él tiene pies
de barro.
El barro de esta persona
le subió al cuello.
¿Podemos escuchar a seres humanos
imperfectos?
Yo por mi parte los he preferido
siempre.
¿Esto nos hace locos?
¿Podemos oír nuestras propias
vocecitas
atenuadas por
el barro
de ser:
suplicando por
la liberación?
Necks of Clay
Someone said to me:
Oh, stop that! He has feet
of clay.
This person’s clay
went to the neck.
Can we listen to imperfect
humans?
I’ve always preferred them
myself.
Does this make us mad?
Can we hear our own
small voices
muffled by
the mud
of being:
pleading
for release?
¿A quién vieron los Annunaki*?
Pequeñísima Madre,
sabía que tenías que existir
detrás de todas las mentiras
acerca de ti.
Sabía que vivirías
en alguna parte fresca
salvaje
con el sol bailando
en tu piel color tierra.
Sabía que te adornarías
con lo que atrajera tu imaginación.
Que sentirías como natural
para ti
ser parte del Todo.
Oh, Pequeñísima Madre,
¡hoy te extrañamos tanto!
Tu soltura entre todas las expresiones
de lo real;
tu placer en el estilo
que nunca se pierde
en el corazón
que es libre.
Cuando los extraños seres
de alguna otra parte
se acercaron a ti por primera vez
¿trataste de mostrarles
lo fácil
e incluso espléndido
que puede ser
vivir en la Tierra?
¿Y se negaron
a oírte
—como todavía se niegan—?
¿Eres tú a quien los Annunaki vieron?
¿Tuvieron la sensatez
al menos
de quedar cautivados
como quedamos nosotros,
tantos eones después?
¿O causaron esa expresión
en tus ojos
que tanto me
duele hoy, a mí
una distante hija
atrapada en un atribulado encanto
por tu asombroso
rostro?
En mi hogar cuelgas
en un lugar de honor
de modo que te vea
cada día.
Es una cara que ha durado.
Pero cuyo espíritu ahora, lo veo en tu mirada,
está profundamente desafiado.
En peligro.
Pequeñísima Madre, hermana, antecesora, tía,
gracias por mostrarnos
el rostro de un verdadero
ser terrestre;
alguien que no conoce
de separación
entre la belleza
y el ser mismo.
* N. del T.: Deidades sumerias supuestamente venidas del cosmos
De Chitauri Blues, una obra en proceso
La fotografía de una mujer de la etnia Omo está tomada por el fotógrafo alemán Hans Silvester. Me la dio una hermana querida, en cuya casa cuelga otra hermosa “Pequeña Madre” bellamente adornada.
Who the Annunaki Saw?
Tiny Mother,
I knew you had to exist
behind all the lies
about you.
I knew you would live
somewhere fresh
wild
with the sun dancing
with your earth colored skin.
I knew you would adorn yourself
with whatever struck your fancy.
That it would feel natural
for you
to be part of the All.
Oh, Small Mother.
Today we miss you so very much!
Your ease among all expressions
of the real;
your delight in style
that is never lost
on the heart
that is free.
When the strange beings
from somewhere else
first approached you
did you try to show them
how easy
even splendid
it can be
to live on Earth?
And did they refuse
to hear you—
as they still refuse?
Are you who the Annunaki saw?
Did they have the sense
at least
to be charmed
as we are,
all these eons later?
Or did they cause that look
in your eyes
that so pains
me today;
a distant daughter
held in troubled enchantment
by your amazing
face?
In my house you hang
in a place of honor
so that I see you
every day.
It is a face that has lasted.
&nbs
p; But whose spirit now, I see it in your look,
is deeply challenged.
Endangered.
Small Mother, sister, ancestor, aunt,
thank you for showing us
the face of a true
earth being;
someone who knows
no separation
of beauty
and self.
from Chitauri Blues, a work in progress
The photograph of a woman among the Omo people is by German photographer Hans Silvester. It was given to me by a beloved sister, in whose house hangs another beautifully adorned “Small Mother.”
Paisaje interior
para S y C
No nos hemos visto
en más de una década;
su hijo está muy alto, dicen,
su hija, aprende
a montar caballos.
Después, saboreando nuestro encuentro fortuito
en la heladería local
miro en torno a la tierra
y veo evidencia de su aplicación
por doquier:
la gran hermana
sicómoro*
la que queda de tres arbolitos
que trajeron a la fiesta inaugural de la casa
sobre un enorme camión
ahora da sombra, incluso oscurece
mi hogar.
La cuesta junto a la charca
que sembraron de árboles
ahora es un bosque
que previene a la ladera
de deslizarse hacia abajo.
La charca
que se escurría tan misteriosamente
ahora está estable y radiante;
nado allí cada día
mientras sueño con nueces
y pacanas
y caquis
y uvas
todavía por llegar
en la debida estación.
Hoy envían a mi casa
cajas de melocotones,
paquetes de arándanos
¡una abundancia impactante!
Mis huéspedes
que nunca han conocido el melocotón
como yo que crecí viéndolo
en Georgia
quedan hechizados por la vista
el aroma
la textura
el sabor
de cada fruta en la que
hincan sus
felices dientes.
Nos tendemos en éxtasis
gimiendo
de placer.
Gracias, amigos,
que
hace tantos años,
me trajeron de vuelta
de aleccionadores
viajes
un pequeño árbol solitario
desde la muy lejana
y afligida
Chiapas.
Ahora se alza alto
en un círculo
de glicinias
uvas
chardonay
y una menuda planta con
penachos carmesíes
cuyo nombre
en este momento
no puedo
recordar. Aunque siempre pienso
en ustedes
cuando lo veo.
Este árbol,
tan lejos de su hogar
me recuerda
a vecinos,
a amigos,
a la acogida que podemos
a veces ser
unos para otros
o hallar
entre extraños;
la acogida de simplemente
plantar y cavar,
comer,
compartir lo que sea
que ande ocurriendo
atesorando la deliciosa
bondad
de un inesperado
momento de felicidad
que cambia el paisaje interno
para siempre.
* N. del T.: La autora se refiere al árbol en femenino, hermana
Recomendación: “Georgia on My Mind” (Georgia en mi mente) por Ray Charles
Inner Landscape
for S and C
We have not seen each other
in over a decade;
your son is very tall, you say,
your daughter, learning
to ride horses.
Later, savoring our chance meeting
in the local ice-cream store
I look about the land
and see evidence of your helpfulness
everywhere:
the big sister
sycamore tree
the one that remains of three saplings
you brought to my housewarming
on such a big truck
now shades, even shadows
my house.
The slope above the pond
that you planted with trees
is now a forest
that keeps the hillside
from sliding down.
The pond
that leaked so mysteriously
is now stable and shining;
I swim there each day
while dreaming of walnuts
and pecans
and persimmons
and grapes
still to come
in due season.
Today you send to my house
boxes of peaches,
cartons of blueberries
a shocking abundance!
My guests
who have never known the peach
as I grew up knowing it
in Georgia
are mesmerized by the sight
the scent
the texture
the flavor
of each one they sink
happy teeth
into.
We lie about in ecstasy
moaning
our delight.
Thank you, my friends,
who
so many years ago,
brought back to me
from sobering
travels
a solitary small tree
from far away
and very troubled
Chiapas.
It stands tall now
in a circle
of wisteria
Chardonnay
grapevines
and a wispy plant with
crimson plumes
whose name
I cannot
at this moment
recall. Though I always think
of you
when I see it.
This tree,
so far from its home
reminds me
of neighbors,
of friends,
of the welcome we can
sometimes be
for each other
or find
among strangers;
the welcome of simple
planting, and digging,
eating,
sharing whatever
in the world
is going on
treasuring the delicious
goodness
of an unexpected
moment of happiness
that changes the inner landscape
forever.
Recommended: “Georgia on My Mind” by Ray Charles
La esperanza es una mujer que ha perdido su miedo
para Sundus Shaker Saleh, madre iraquí, con mi amor
En nuestro desespero porque la justicia es lenta
nos sentamos con las cabezas inclinadas
preguntándonos
cómo
incluso si
alguna vez sanaremos.
Quizá es una pregunta
que solo los desvastados
los violados
hacen seriamente.
Y ¿no es que ahora
lo somos casi todos?
Pero la esperanza está en camino.
Como de costumbre la Esperanza es una mujer
que reúne a sus niños
en torno a ell
a
todo cuanto conserva de
quien era; como siempre
excepto a sus hijos
lo ha perdido casi todo.
La Esperanza es una mujer que ha perdido su miedo.
Junto con su hogar, su empleo, sus padres,
sus olivos, sus vides. La paz de la independencia;
los tranquilizadores ruidos de vecinos comunes y corrientes.
La Esperanza se levanta, siempre lo hace.
¿No logramos notar esto en todas las historias
que han intentado eliminar?
La Esperanza se levanta,
y se pone su misma
capa antigua y gastada
y, sin un centavo, se lanza
contra la fría, pulida, cota de malla protectora
de los muy poderosos
los muy ricos —cota de malla que imita
sospechosamente monedas de plata
y escamas de lagarto—
y todo lo que tiene para luchar es la realidad de lo que le han hecho a ella;
a su país; a su gente; a sus hijos;
a su hogar.
Todo lo que tiene por armadura es lo que ha aprendido
que nunca se debe hacer.
No en nombre de la Guerra
y en especial nunca en
nombre de la Paz.
La esperanza es siempre la maestra
con la tarea más difícil.
Nuestro ejercicio: agarrar
lo que nunca se ha respirado en nuestro robado
Imperio
en la colina:
Sin justicia, nunca
sanaremos.
Para más información sobre la inspiradora acción de alzamiento de esta madre de cinco hijos, visita codepink.org.
Hope Is a Woman Who Has Lost Her Fear
for Sundus Shaker Saleh, Iraqi mother, with my love
In our despair that justice is slow
we sit with heads bowed
wondering
how
even whether
we will ever be healed.
Perhaps it is a question
only the ravaged
the violated
seriously ask.
And is that not now
almost all of us?
But hope is on the way.
As usual Hope is a woman
herding her children
around her
all she retains of who
she was; as usual
except for her kids
she has lost almost everything.
Hope is a woman who has lost her fear.
Along with her home, her employment, her parents,
her olive trees, her grapes. The peace of independence;
the reassuring noises of ordinary neighbors.
Hope rises, She always does,
did we fail to notice this in all the stories
they’ve tried to suppress?
Hope rises,
and she puts on her same
unfashionable threadbare cloak
and, penniless, she flings herself
against the cold, polished, protective chain mail
of the very powerful
the very rich—chain mail that mimics
suspiciously silver coins
and lizard scales—
and all she has to fight with is the reality of what was done to her;